LA GUERRA INTERMINABLE EN EL MEDIO ORIENTE… Y EN EL PLANETA

 

Petróleo sin Reservas           

Rafael Gallegos 690

En noviembre de 1947 la ONU dividió Palestina en dos áreas, una judía y otra árabe. Casi simultáneamente se inició el conflicto en el medio oriente. De un lado los árabes, y del otro lado los israelitas. Posteriormente se integrarían los iraníes. Un coctel de religiones y  territorios, donde el petróleo ha servido de combustible. Un polvorín.

Árabes contra israelíes  en 1948, conflicto de Suez en 1956, guerra de los seis días en 1967, embargo petrolero en 1973; revolución de los ayatolas en Irán en 1979, que devino en la guerra Irán (apoyado por los soviéticos), versus  Irak (apoyado por los norteamericanos), entre 1980 y 1988. Invasión de Irak a Kuwait y posterior operación Tormenta del Desierto, Invasión de USA a Irak en 2003. Y  otras disputas, hasta llegar  a la guerra Gaza -  Israel en 2024 y ahora al peligroso conflicto Israel – Irán, en recesión por doce días, que Dios quiera sean definitivos.

Han pasado casi ochenta años. Tres generaciones en permanente enfrentamiento.  ¿Las causas? Los árabes plantean que Israel cayó como un misil en el corazón de Palestina en 1947, y que occidente los ha maltratado desde la primera guerra mundial, cuando les ofreció apoyo a cambio de liberarlos del imperio Otomano, y convertirlos en una nación unida e independiente; pero al finalizar la guerra, Inglaterra y Francia  se dividieron  el mundo árabe con lápiz y regla sobre el mapa. También afirman los musulmanes que luego los ingleses y norteamericanos manejaron la política en la zona de acuerdo a sus intereses petroleros.

Por su parte los judíos, que han permanecido unidos tras siglos de diáspora, expresan que esa tierra les pertenece desde hace mucho más de dos mil años y que por tanto tienen todos los derechos.

Adicionalmente a lo largo de estos tiempos, han habido movimientos guerrilleros en muchos países árabes, desde el Frente de Liberación Palestino de Arafat, hasta los llamados proxy de Irán en la actualidad. 

Por otra parte, se han firmado múltiples acuerdos de paz y de no agresión entre israelíes y árabes. Sin embargo, el conflicto se ha hecho eterno. El medio oriente se  ha transformado  en un  agujero negro  capaz de tragarse a la civilización.

Cromañones CON ANTIMISILES

Al eterno conflicto del medio oriente hay que agregar la invasión de Rusia a Ucrania, que ya lleva más de tres años, las amenazas de Corea del Norte a Japón y las de China a Taiwán. Todas tienen un elemento común: pueden desencadenar una guerra nuclear de consecuencias tan vastas como – y no exagero- no permitirme finalizar este artículo.

Hasta ahora los artefactos nucleares no han coronado las guerras. Los hechos parecen darle la razón al humorista inglés Bernard Shaw, quien expresó luego del desastre de Hiroshima, que la bomba atómica era una garantía de paz porque limitaría las guerras entre potencias. Algo así como el “equilibrio del terror”, que sin embargo no impide, y hasta parece estimular las guerras tuteladas por las potencias, entre países satélites. Eso que se ha denominado “guerra fría”.

Sin embargo, no hay que echar en  saco roto la advertencia de Albert Einstein, quien expresó que no sabía con qué armas será la tercera guerra mundial; pero que estaba seguro  que la cuarta sería… con palos y piedras.

Una caricatura representativa de las guerras de hoy sería un cromañón disparándole un misil a otro, que lo recibe con un antimisil. Así es, los seres humanos hemos generado increíbles tecnologías…  pero hemos avanzado muy poco respecto a los valores y mentalidad del hombre de las cavernas.

ÁTOMOS PARA LA VIDA

Hemos desarrollado átomos fundamentalmente para la guerra y para la destrucción. La humanidad vive - al decir de nuestros llaneros- bailando en un tusero nuclear. El eterno peligro: Caín matando a Abel… pero con un misil.

Más que al medio oriente, estamos convirtiendo al planeta en una guerra interminable. Si queremos llegar al siglo XXII, es urgente que el planeta pase a ser dirigido por un liderazgo con valores a la altura de la tecnología, que nos permita honrar este regalo de la vida. Átomos para mejorar la calidad de vida de la humanidad.

¿Una lumpia? Tal vez, pero no hay otro camino para un  futuro próspero. Claro que de no ser así no habría problema, porque luego de la hecatombe no habría nadie para contar esta vergonzosa historia y peor, ni siquiera quien la oyera.

Y el peligro crece exponencialmente. Cada nueva arma multiplica la capacidad destructiva y es más asequible a cualquiera. Tal vez en pocas décadas se puedan comprar bombas atómicas en las ferreterías.

Pilas pues.

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