EL RIÑÓN DE CIPRIANO CASTRO, UN CISNE NEGRO
Rafael Gallegos 677
El cisne
negro es un acontecimiento que la gente considera improbable, pero cuando
sucede lo cambia todo. Por ejemplo el asesinato de Kennedy, el atentado a las
Torres Gemelas, y hasta el descubrimiento de América. La verdad es que la
historia está llena de cismes negros. Venezuela no es la excepción.
Como
aspecto curioso hay tres eventos
biológicos – el riñón de Castro, la próstata de Gómez y el problema cerebral de
Escalante – que devinieron en cisnes negros que reorientaron el rumbo de la
política venezolana en el siglo XX. Hoy nos dedicaremos a uno de ellos:
CUANDO FALLÓ EL RIÑÓN DE CASTRO
Cipriano
Castro acababa de cumplir apenas 41 años cuando el 23 de octubre de 1899 entró
a Caracas en el Ferrocarril Alemán, acompañado por Manuel Antonio Matos y
Luciano Mendoza, dos personajes que tres años después encabezarían una rebelión
para intentar derrocarlo. El pueblo
caraqueño deliraba a su llegada. El mismo pueblo - el mismito - que gritaría Muera Castro en
1908, en ocasión de otro delirio cuando
aplaudió desde la Plaza Bolívar, al
nuevo hombre fuerte Juan Vicente Gómez asomado en el balcón de la Casa
Amarilla.
El gobierno
de Castro duró nueve años y dejó mucho que desear. Es que el Cabito parecía
mejor militar que civil. En 1902 derrotó la invasión conocida como “Revolución
Libertadora” financiada por General Asphalt, la empresa matriz que no cumplió
sus obligaciones con el país en el lago de asfalto Guanoco, y tuvo serios
problemas con Castro.
A finales
de 1902 Inglaterra, Alemania e Italia, a
propósito de cobro compulsivo de deudas, hundieron tres barcos indefensos en La
Guaira, penetraron en La Guaira, luego bombardearon Puerto Cabello. En Zulia,
los soldados del Cuartel San Carlos se defendieron de los invasores y los
averiaron seriamente. También fue cañoneado el pueblo de San Carlos en Zulia,
ocasionando 40 muertos. Cipriano Castro
tuvo una posición digna ante esos cobradores e invasores. Aunque parezca
rimbombante, la Proclama “la planta insolente del extranjero ha profanado el
sagrado suelo de la patria”, encerraba una actitud digna y valiente. La verdad
es que Castro demostró tener riñones, lástima, para él, que en su hora estelar
le fallaron.
El Bloqueo
a que fue sometida Venezuela generó la llamada Doctrina Drago, propuesta por el entonces canciller argentino Luis
María Drago, que planteó que ningún país puede utilizar la fuerza militar para
cobrar deudas.
El gobierno
de Castro tuvo algunos logros. Comenzó la profesionalización del ejército,
construyó el Teatro Nacional y el Puente Restaurador, así como el primer
tranvía eléctrico desde Caracas hasta El Valle.
Como
contraparte, cerró las universidades de Zulia y de Valencia para… evitar crear
un “proletariado intelectual” (¡habrase visto!). La verdad es que las
autocracias y la educación se caracterizan por ir en sentido contrario.
Pero sobre
todo, Castro se dedicó a la dolce vita.
Aguardiente, mujeres, parrandas, jaladores que dicen que le buscaban mujeres y
– no darles pena- hasta le ofrecían las suyas.
El
periodista Pedro María Morantes, bajo el seudónimo de Pio Gil editó el libro
“Los Felicitadores”, un manual de adulancia de los incondicionales de Castro.
Ese libro recoge frases pronunciadas por los adláteres de Castro – la gran
jaladera nacional - dignas de una Historia
Universal de la Adulancia, tales como:
-
Bolívar
ambicionó la corona y no la merecía, Castro la merece por mil títulos y no la
codicia.
-
Cipriano
Castro es a la hora presente, la más alta personalidad de América.
-
Sin la gran
luz de su inteligencia irradiando las alturas del Capitolio, se oscurecen todos
los horizontes de la patria.
¿Qué tal?
El riñón de Don Cipriano no aguantó tanto
Baco. Comenzó a fallarle. Lo operaron en Caracas y no se curó. Dicen que ningún
médico en Venezuela lo quiso volver a operar porque temblaban de solo pensar
que se les muriera.
EL VIAJE
Se fue para
Alemania donde había un Dr. Israel que lo operó con éxito. Zarpó el 24 de
noviembre de 1908, a bordo del barco Guadalupe. Curiosamente en la nave también iba Pedro María Morantes, funcionario
de Relaciones Exteriores, sin que Castro ni de lejos sospechara que era el Pio
Gil de Los Felicitadores. ¿Qué habrá observado el periodista durante el viaje?
Ninguno de
los dos regresó a Venezuela.
Castro dejó
encargado del gobierno a su querido compadre Juan Vicente Gómez.
-
Ni loco me
quedo, compadre, yo no soy nada sin usted.
-
Es una
decisión tomada Juan Vicente.
-
Yo quiero
ir con usted.
-
No Juan
Vicente, una decisión tomada.
Y de sus
ojos de cocodrilo salían lágrimas que recorrían los cachetes y enternecían a
Don Cipriano.
Dona Zoila
de Castro fue fundamental en la decisión. “El compadre no toma aguardiente y es serio, además le fastidia el poder”… le
había dicho ella a su esposo.
Juan
Vicente Gómez sabía que la Primera Dama era su aliada, y bastante que la había
trabajado. Lo único que no soportaba era cuando ella le decía Compadre venga a
caparme un gato. Él no era capagatos, era vicepresidente. Y más se irritaba
cuando le oía Es que el compadre tiene manos de cirujano.
Lo demás es
historia, el compadre Castro murió en el exterior. Jamás retornó a su patria.
-
Si el riñón
no me hubiera echado vaina… se habrá dicho más de una vez lleno de nostalgia.
Por su parte Gómez se hizo jefe absoluto de
Venezuela por 27 años. Su poder comenzó por un riñón… y finalizaría por una
próstata.
Pero esa, es otra historia. Pendiente de los
otros cisnes negros: la próstata y el cerebro.
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