ESPAÑA: AGOTAMIENTO Y “FRANQUEZA” PARA LA TRANSICIÓN II/II


Rafael Gallegos    Blog núm. 393

… Adolfo Suárez, comenzó por dialogar con los jefes de todos los partidos, del gobierno, de la oposición, de los no tolerados y de los clandestinos, teniendo como objetivo inamovible  la restauración de la democracia en España. En poco tiempo logró lo que a algunos les  parecía imposible, que las Cortes franquistas votaran la Ley para la Reforma Política. Tarea muy cuesta arriba, materializada por los diputados, en una muestra de realismo que solo se produce en las crisis. Estos  votaron contra lo que ellos mismos habían sido  por décadas. La Ley fue aprobada mediante  referéndum el 15 de diciembre de 1976.

Bajo el amparo de esa Ley, seis meses después, el 15 de junio de 1977, se celebraron en España las primeras elecciones democráticas desde la guerra civil. Ganó el movimiento de Adolfo Suárez, Unión de Centro Democrático (UCD) y éste  fue ratificado como Presidente del gobierno. Durante ese período se redactó la nueva constitución que fue ratificada por el pueblo  mediante Referéndum el 6 de diciembre de 1978. La suerte estaba echada. Se había transitado un camino muy importante en el desmantelamiento  del franquismo y la construcción de la democracia española.

Suárez había cumplido con España. Fue el hombre providencial en un momento crucial. Pareció confirmar la teoría que refiere que en los momentos de crisis, las sociedades paren a sus mejores líderes, que a veces logran el calificativo de históricos.

 Como ejemplo en Venezuela a la caída de Pérez Jiménez, surgió desde el fondo de las Fuerzas Armadas, el vicealmirante Wolfang Larrazábal, un militar demócrata que supo abrir la trocha y asfaltar el camino hacia la democracia. En una oportunidad, el almirante nos refirió como siendo Presidente de la Junta de Gobierno le “calentaban la oreja” para que, abusando de su altísima popularidad,  encabezara un golpe militar y se quedara con el poder. Y él, demócrata convencido, les negó de plano la propuesta con la siguiente interrogante: ¿ustedes, que me propusieron instaurar la democracia en Venezuela, ahora me azuzan para  que me convierta en otro dictador? El nuevo líder dio otra muestra de desprendimiento democrático cuando al ser candidato presidencial en las elecciones de 1958, dejó el cargo de Presidente de la Junta de Gobierno, a objeto de evitar malas interpretaciones. Un magnífico ejemplo. Larrazábal perdió las elecciones; pero dio una lección histórica.

Adolfo Suárez, fue uno de esos líderes que marcan la historia. Materializó su firme decisión de implantar la democracia en su país. Talento y diálogo para una nueva España. Su trayectoria como Jefe de gobierno fue una justificación de lo que muchos años después cuando el alzaimer se lo llevara a destiempo, rezaría su epitafio: “La concordia fue posible”.
Pero el gobierno de Suárez no fue nada fácil, lo caracterizó el desastre de la economía, el crecimiento del terrorismo, los problemas de la descentralización y autonomías que algunos mentaban feudalización,  las amenazas militaristas y una prensa que se hacía eco de ellas, los roces con la iglesia ya que habían aprobado el divorcio y todavía quedaban resquemores de la legalización del Partido Comunista Español, y sobre todo el escepticismo de la población que al comienzo del suarismo apoyaba el retorno de la democracia en un 80%,y que cinco años después reflejaba en encuestas que apenas  50 % de los españoles defendía la democracia. Buena parte del pueblo se había acostumbrado al franquismo.

A finales de 1980, Suárez había perdido el apoyo del Rey. Éste lo responsabilizaba de la crisis y le había sugerido que renunciara. Además, Suárez tenía roces con su movimiento UCD. En realidad la opinión pública lo había convertido en un nuevo San Cristóbal, aquel santo que llevaba en su espalda el peso de todos los pecados del mundo. Suárez cargaba con todo el peso de la crisis. Decir Suárez y fracaso del gobierno, era lo mismo. En los comienzos de  1982, decidió renunciar. Al desmontador del franquismo no lo visualizaban como el arquitecto del nuevo edificio de la democracia. Se acordó que lo sustituiría Leopoldo Calvo-Sotelo.

23 DE FEBRERO DE 1981, GOLPE DE TEJERO Y JUSTIFICACIÓN DEL REY

“Quieto todo el mundo” y “Todos al suelo”, fueron las  frases más significativas  del  teniente coronel Antonio Tejero cuando  irrumpió por la fuerza en la plenaria del  Congreso de los Diputados a las seis y veintitrés  de la tarde del lunes 23 de febrero de 1982. Comenzó a disparar y casi todos los diputados, en lógica reacción de sobrevivencia,  se perdieron dentro de sus escaños.

Casi todos. Hubo tres gestos de increíble coraje. El presidente Adolfo Suárez, el vicepresidente, general Gutiérrez Mellado y hacia el fondo, el legendario secretario del partido comunista español, Santiago Carrillo. Parecían unos solitarios y recios árboles en una llanura de escaños. Es de imaginarse que si Santiago Carrillo se escondía en su escaño, lo hacía la gloriosa resistencia española al Franquismo. Que si lo hacía Gutiérrez Mellado, el único diputado militar, lo haría el componente democrático de la milicia española. Y que si Adolfo Suárez se tiraba al piso, estaba tirando a España y además, su vertical trayectoria. Tres faroles de dignidad cuya luz fue la primera señal de enceguecimiento para el facineroso Tejero y para todo el movimiento golpista. De paso, la curiosa circunstancia, le permitió a Adolfo Suárez, cerrar su brillante ciclo con una guinda de oro.

Suárez temía un golpe desde que tomó posesión del gobierno. Al comienzo se habló de gobiernos de concentración presididos por hombres de confianza del Rey o del franquismo, que para ese momento era lo mismo. Hubo momentos en que se habló de Operación Quirinal, o de Operación De Gaulle. Al final, llegó el 23F.

Ese día, el Congreso de diputados se preparaba para elegir, por mayoría simple, a Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo Presidente del gobierno.

El teniente coronel Tejero, tenía antecedentes golpistas. En noviembre de 1978, apenas hacía tres años, fue detenido y juzgado por planificar el secuestro del Consejo de Ministros en La Moncloa. La condena fue tan débil que al tiempo estaba de nuevo como soldado activo. Pero Tejero ni estaba solo, ni era el jefe. Tenía el apoyo del  el general Alfonso Armada, ex secretario del Rey, jefe del movimiento,  supuestamente decía  y hacía decir a los alzados que el Rey estaba con el golpe. También apoyaban el movimiento  el teniente general Jaime Miláns del Bosch, Capitán General de Valencia, y el coronel San Martín, Jefe de la División Acorazada Brunete.

Salvo excepciones, España se sumió en un silencio aterrador, hasta que el Rey Juan Carlos, anunció en una apurada grabación televisiva, que no respaldaba la asonada. Esa actitud, acabó con el movimiento y salvó la democracia. Juan Carlos de Borbón ese día justificó la existencia de la Monarquía española, su reinado, su rol de custodio de la democracia y se convirtió en un líder fundamental de España. Su valiente gesto, le “alargó los pantalones” a la Transición democrática.

Los partidos y movimientos políticos continuaron su dinámica.  El  UCD se disolvió en 1983. La parte demócrata cristiana se integró a Alianza Popular (AP), fundada por Manuel Fraga. En 1989, AP se transformó en Partido Popular (PP).

 Adolfo Suárez y una parte de la UCD, se integraron en el  Centro Democrático y Social (CDS), que por años tuvo representación parlamentaria.

Por su parte el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), acogió en su seno pequeños grupos socialdemócratas.

El PCE, liderado por Carrillo, luego de un segundo lugar en la primera elección democrática,  se convirtió paulatinamente en una fuerza bastante minoritaria.

Lo demás, es historia reciente. El PSOE sucedió a la UCD en 1982, tras lograr mayoría absoluta, convirtiendo al izquierdista Felipe González, el “contrabando” del avión de CAP, en Presidente del gobierno. Los estudiosos divergen en ubicar el final de la Transición española. Unos la colocan en la frustrada intentona, otros en  el ascenso de González, y algunos en la integración de España a la Comunidad Europea en 1986. Tal vez todos tengan razón, se trata de un proceso con varios hitos. Lo importante es que en España, el militarismo, la guerra y la incomprensión de la diversidad, parece ser una prueba superada.

La Transición tuvo fuertes visos de violencia. Grupos terroristas, principalmente el ETA, realizaron atentados que generaron centenares de muertos. Sin embargo, esta etapa ha finalizado.

España  afronta hoy como problemas fundamental su unidad nacional y se encuentra en un reacomodo en la preferencia de los partidos, que ha superado  al bipartidismo. Pero ese es otro tema. Lo importante es todas sus diferencias, los españoles las dirimen en democracia y en paz.

España le enseñó al mundo que la democracia se puede conquistar a pesar todos los problemas y que la peor democracia provoca más prosperidad que la mejor dictadura.
El agotamiento del franquismo, la preparación del caudillo para transitar el post franquismo (por ello hablamos de “franqueza” en el título), el miedo a repetir el pasado de guerras y dictaduras, la necesidad satisfecha de dialogar, el sacrificio de posiciones ideológicas  y sobre todo el deseo de convivir en armonía, generaron un liderazgo histórico encabezado entre otros y a lo largo de décadas por el Rey Juan Carlos, Adolfo Suárez, Felipe González y  José María Aznar, quienes  respaldados por el pueblo y contra muchos pronósticos, abrieron a España a un nuevo mundo.

Esa generación, se justificó ante la historia. Esperemos que la actual, convierta al siglo XXI en el más próspero de la historia de España.


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