AMÉRICA: AUTOSUFICIENCIA ENERGÉTICA E INTEGRACIÓN

 

Petróleo sin Reservas           

Rafael Gallegos 710

La caída del Muro de Berlín marcó el fin de la Guerra Fría. Parecía que el comunismo se iba a pique. El intelectual norteamericano Francis Fukuyama escribió “El Fin de la Historia”, donde planteaba que el capitalismo y la democracia habían superado al comunismo y al fascismo, y que era cuestión de tiempo para que la economía de mercado y los regímenes de libertades se expandieran sobre el planeta.  

Los hechos han demostrado que Fukuyama estaba equivocado. Más bien le dan la razón al también norteamericano Samuel Huntington, que en su “Choque de civilizaciones” planteó que los conflictos post guerra fría no serían por ideologías, sino entre civilizaciones.

Hoy observamos cómo los conflictos mundiales son entre Europa y Estados Unidos, es decir el mundo occidental, por un lado, y por el otro China, Rusia, Irán, parte del mundo árabe, y otras civilizaciones. Huntington planteó que en esta dinámica, la civilización occidental era la que tenía menos chance de salir airosa.  

¿Habrá nuevos factores en esta “guerra de civilizaciones” que lograrán revertir la predicción de Huntington? , ¿o la civilización occidental está condenada a ser suplantada en pocas décadas?

 AMÉRICA LATINA… ¿EL ÚLTIMO BASTIÓN DE OCCIDENTE?   

Mientras Estados Unidos luego de su independencia se unificó, desarrolló su democracia y despegó económicamente hasta niveles increíbles; América Latina se dividió en muchos países. Además, las guerras civiles, el caudillismo, el militarismo y la guerrilla han estado a la orden del día.

Sin embargo, a este oscuro panorama lo contrarrestan los serios intentos - y logros- por implantar la democracia. Además, en general en Latinoamérica no hay problemas raciales, ni religiosos, y se trata un territorio libre de armas nucleares.  Por sobre todo, en el espíritu latinoamericano está vivo el sentimiento de integración, de democracia y de libertad.

Y hay que destacar que primeros factores integradores, al idioma y la religión, se mantienen firmes. Como dijo Rubén Darío: “…la América ingenua que tiene sangre indígena y aun reza a Jesucristo y aún habla en español”.

Latinoamérica es territorio del mundo occidental. Un hermano pobre que no ha logrado salir del subdesarrollo. Pero es imperativo que lo haga. Su transformación en un subcontinente próspero puede ser – sin exagerar- la salvación del mundo occidental.

Afortunadamente, las circunstancias están ofreciendo un nuevo factor que se convierte en fundamental – si se utiliza bien- para un despegue definitivo de América Latina: la autosuficiencia energética.

EL PETRÓLEO… ¿SE MUDA PARA AMÉRICA?

La geopolítica del petróleo ha sufrido variaciones significativas en los últimos sesenta años. El reino de las siete hermanas acabó en 1973 con el Embargo Petrolero. Puso en jaque al hasta entonces barato y constante consumo de hidrocarburos en el llamado primer mundo.

Estados Unidos comenzó una desesperada búsqueda de energías alternas. Su producción llegó a apenas cinco millones de barriles por día – en picada- y debía importar más del doble. Curiosamente la energía alterna apareció… en el mismo petróleo. El llamado petróleo de lutita. Su producción de petróleo casi se triplicó en pocos años.

Esto afectó el dominio petrolero del mundo árabe. Tanto, que para mantener su peso en el mercado, una debilitada OPEP se vio obligada a reforzarse con Rusia y otros países, integrando la OPEP+.

Mientras tanto, en América Latina han surgido importantes fuentes de petróleo. Brasil con su Presal en el Atlántico va para 5 millones de barriles en pocos años. Guyana llegará también en pocos años a millón y medio. Argentina en Vaca muerta pasará de largo el millón de barriles. Los dos gigantes dormidos son Venezuela, que – con las pilas puestas - en pocos años podría superar los cuatro millones de barriles diarios, y México – hoy pasmado por las políticas de su gobierno – con capacidad para resucitar y llegar a más de tres millones de barriles. Sin sacar muchas cuentas, América Latina podría superar los 15 millones de barriles por día en pocos años.

Si a esto se agregan los 12 o 13 millones de barriles diarios de Estados Unidos (en pocos años debe comenzar a declinar) y el alrededor de cinco millones de Canadá, América podría llegar a producir más de 30 millones de barriles en cinco o seis años, superando a la OPEP con 23 o 24. Además hay que agregar los desarrollos de gas en la zona, y el de las energías alternas, que sin duda son la tendencia cuya influencia crecerá con los años.

Por supuesto Venezuela tendría un gran liderazgo en este esquema. Su producción de petróleo, de gas, sus potencialidades solares y eólicas, permite auspiciar un Hub Energético – si nos ponemos las pilas- que serviría de catalizador y de modelo para la integración americana. 

América sería autosuficiente energéticamente, lo que significa un giro geopolítico, obligatorio utilizar estratégicamente para hacer de toda América – por fin- un continente desarrollado.

INTEGRACIÓN A PARTIR DE LA AUTOSUFICIENCIA ENERGÉTICA

Lo estratégico, lo que facilitará el desarrollo de América Latina, es aprovechar el naciente boom energético latinoamericano para integrar las economías de estos países.

Tipo Japón y los Dragones Asiáticos, que utilizaron al comercio como arma de guerra. Japón entendió que su prosperidad se basaba en alta estrategia, educación integral, uso de tecnologías y sobre todo en la comprensión que su desarrollo dependía – sí o sí- en exportar su modelo a sus vecinos insulares y continentales. Entendió que para ser próspero, sus vecinos también deberían serlo. ¿Cuándo entenderán esto los países prósperos de Norteamérica?

De la integración comercial en el Pacífico surgió el Made in Japón, Made in Taiwán, Made in Hong Kong, Made in China, y posteriormente Made in Corea y entre otros hasta Made in Vietnam. Esa estrategia logró de manera increíble prosperidad sustentable en países diezmados por la guerra, o de pobreza histórica. En pocos años trasladaron el centro de gravedad desde el Atlántico Norte hasta el Pacífico. ¿Qué tal?

Habría que parafrasear a Deming cuando ante la avalancha comercial de Japón expresó en una transmisión TV de costa a costa: si los japoneses pudieron, nosotros también podemos.

Hay que romper este ciclo de pobreza latinoamericano, revertir las migraciones, los desplazamientos, la extrema pobreza, con políticas sociales y mega inversiones en los países, procedentes de Estados Unidos, Canadá y hasta Europa. Que reorienten sus megas inversiones en China y demás países orientales, hacia América Latina.

A Estados Unidos y a Canadá les conviene la prosperidad de los americanos del sur, dinamizarían sus mercados, evitarían los ingentes problemas de migración que afectan su calidad de vida, y además contribuirían a debilitar el impacto de “otras civilizaciones”, que están afectando su prosperidad.

LA HORA DE LOS NUEVOS PARADIGMAS

Por otra parte, América Latina debe hacer que nuestras organizaciones internacionales superen su obsolescencia – los tiempos lo claman – buscando  maneras de integrar y dar gobernabilidad continental a normativas electorales, de derechos humanos, institucionales y muy importante, educativas, que trasciendan el accionar de los países cuyos populismos se acurrucan y solapan con la bandera de soberanía.

Y negociar esquemas justos de inversión, donde ganen el capitalista, sus socios y sobre todo los países receptores.

Es imperativo iniciar por ejemplo con la electrificación de toda América Latina, ídem el desarrollo de un Internet moderno y con una política común de pobreza cero. Crear las bases para la prosperidad.

Hay que aprovechar la próxima estación del continente: la autosuficiencia energética. Aplicar estrategias de desarrollo diferentes para lograr resultados diferentes.

Lo demás es seguir en más de lo mismo: pobreza, desunión, populismo, democracias de careta… y esperar que occidente le de paso - como plantea Huntington - a otras civilizaciones represivas, intolerantes, y alérgicas a los derechos humanos y a la democracia. ¿Es eso lo que usted quiere para sus descendientes?

Y la humanidad retrocedería a esquemas diferentes a las libertades que tanto ha costado lograr. No es cuento, la civilización occidental peligra.

Comentarios

  1. Extraordinario, sugiriendo paradigmas para el futuro desarrollo e integración de nuestra América subdesarrollada.

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