18 DE OCTUBRE DE 1945: RUPTURA HISTÓRICA
Rafael Gallegos 704
En aras de romper con esa costumbre de que el pasado nos gobierne con careta de futuro, es la hora de reenfocar los análisis de la Revolución de Octubre. Unos dirán que fue una revolución, otros que fue un golpe. Habrá quienes expresen que fue un golpe que generó una revolución. Más allá algunos manifestarán que significó el fin del gomecismo, distinto a los que manifiesten que el 18 de octubre dio inicio al perejimenizmo. Lo único sustantivo, es que el 18 de octubre se produjo una ruptura histórica.
El general presidente Isaías Medina Angarita tuvo un gran talante democrático, su gobierno no conoció de presos políticos, el país disfrutó de amplias libertades, legalizó los partidos políticos. Además, aprobó la Ley del Seguro Social, una moderna Ley Orgánica de Hidrocarburos, así como aspectos de una reforma agraria.
Sin embargo, su sistema de libertades - con muy pocas variaciones - mantenía las mismas formas electorales, y personajes civiles y militares del gomecismo. Cabalgaba sobre una estructura caduca que no aguantaba más. Y eso, la historia no lo perdona.
Políticamente, Venezuela seguía con la tradición de generales presidentes que se elegían en Congresos con mínima participación del pueblo.
Por su parte, la juventud militar estaba limitada por la oficialidad de
la época gomecista, que ellos denominaban “chopo e piedra”. Según ellos, luego
de diez años de la muerte de Juan Vicente Gómez, estos utilizaban los mismos métodos
de relación y ascensos de la época de la dictadura. Los jóvenes oficiales
estaban agrupados en la Unión Patriótica Militar (UPM), y buscaban salida a
este estado de cosas.
Habían transcurrido casi diez años sin Gómez, pero sin cambios de fondo.
LOS CONTACTOS MILITARES- CIVILES
En junio de 1945 el Doctor Edmundo Fernández, viejo amigo, compañero de aula, y de fútbol de Rómulo Betancourt, llegó a la casa de éste para comunicarle que oficiales del ejército querían una entrevista con él. Betancourt comunicó la información a los principales del partido AD. Ellos decidieron aceptar la entrevista, y que Raúl Leoni acompañara a Rómulo Betancourt.
Se encontraron con los militares - a media noche - en la casa del Dr. Edmundo Fernández. Pérez Jiménez en nombre de los uniformados, le planteó a Betancourt que la joven oficialidad - que “repudiaba por igual a Medina y a López Contreras”- estaba dispuesta a dar un golpe, y que querían que Betancourt encabezara el gobierno.
La respuesta de Rómulo Betancourt fue que debía consultar con el partido.
LA SOLUCIÓN ESCALANTE
El partido AD, decidió ensayar fórmulas que evitaran el golpe. Que Betancourt y Leoni hicieran una propuesta unitaria al Embajador de Venezuela en Estados Unidos, Dr. Diógenes Escalante, muy probable candidato del medinismo para las presidenciales.
En el encuentro – en Washington - le expresaron al Embajador Escalante la dramática situación política de Venezuela, y que de no materializarse en el corto plazo una reforma electoral que contemplase el voto directo, universal y secreto, sería inevitable un golpe de estado. Le propusieron al Embajador todo su apoyo, si aceptaba adelantar esa reforma.
El Dr. Escalante se tardó unos quince o veinte minutos – con los ojos mirando a ninguna parte - para responder, gesto que años después Betancourt tomó como síndrome de la enfermedad en ciernes, pero en ese momento ni le pasó por la cabeza.
Tal vez el Dr. Escalante pensó en cómo para la elección anterior de presidente de Venezuela – 1941 - su amigo y paisano (ambos de Queniquea) el presidente Eleazar López Contreras le había prometido ser candidato presidencial. Escalante se ilusionó, viajó a Venezuela… y se desencantó al observar que teniendo el apoyo del gran elector López Contreras, lo dejaron en la estacada, porque a pesar de ser andino y pro gobierno… no era militar. Y apenas obtuvo un voto del Congreso, muy lejos de los 120 del general Medina y de los diez del candidato simbólico Rómulo Gallegos.
Sin embargo, esta vez el Dr. Escalante aceptó el apoyo de los jóvenes y ascendentes dirigentes políticos, seguramente creyendo que era una gran oportunidad de servir al país, al acelerar una democracia moderna, y que… a la segunda va la vencida.
“NO TENGO CAMISA”
Al llegar a Venezuela, Escalante era casi que el presidente electo. Se había convertido en la esperanza nacional.
Un día su secretario de prensa Ramón J. Velásquez, comunicó a personal de Miraflores, que Escalante no podría asistir a una reunión porque decía que no tenía camisa. Y eso fue todo para la esperanza nacional.
“ENTUCIASMO”
Ante el vacío político que generó la súbita enfermedad del Dr. Escalante, Don Rómulo Gallegos, en nombre del partido AD, le expresó al presidente Medina, que se debería buscar como candidato unitario a un independiente que convocara a unas elecciones universales, directas y secretas en menos de un año.
Según el novelista, Medina “le respondió destempladamente”. Finalmente escogió como su sucesor a Ángel Biaginni, ministro de Agricultura. Ángel sin ángel, decían los opositores. En una nota escribió la palabra “entuciasmo” (con “c”) que generó mucha sorna y hasta salió en la primera plana de un periódico.
Rómulo Betancourt expresó que el mismo ministro Arturo Uslar Pietri, le dijo que ese candidato sería derrocado por los sargentos.
EL GOLPE
El martes 16 de octubre, los oficiales Delgado Chalbaud, Mario Vargas, López Conde, Edito Ramírez y Francisco Gutiérrez, se reunieron con Rómulo Betancourt en la residencia de la madre de Delgado Chalbaud, para pedirle que concretara la ayuda de su partido para el golpe, que se iba a dar en cualquier momento.
La respuesta de Betancourt fue que consultaría con el partido AD el jueves 18 en la mañana. El día 17 de octubre, en un acto de AD en el Nuevo Circo, Betancourt dio un mitin donde prácticamente – de una manera solapada – preparó a la opinión pública para la asonada.
Y dos días antes, el 14 de octubre, el expresidente López Contreras había hablado de la amenaza de retroceso constitucional. Expresó que su uniforme de general en jefe, no estaba precisamente colgado en la percha…
La mesa estaba servida. El 18 en la mañana comenzaron las acciones. Algunos creían que el jefe del golpe era López Contreras. Pero tanto él como Medina y Uslar fueron detenidos, y luego exiliados. No hay cifras exactas, pero se estiman varias decenas de muertos.
Por cierto, tiempo después Medina le expresó a Mariano Picón Salas, que su mayor error fue no haber adelantado las elecciones universales, directas y secretas.
La noche del 19 de octubre, a la luz de lámparas de kerosén porque no había electricidad, se juramentó en Miraflores la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, integrada por los jóvenes políticos y militares -solo Prieto y Barrios superaban los cuarenta años- Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto y el Secretario Edmundo Fernández. Por los militares Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas.
Se inició una nueva era, conocida como el Trienio Adeco. Las masas se hicieron muy visibles. Se crearon muchos sindicatos. Hubo grandes reformas sociales, sanitarias, en educación, miles de escuelas y liceos, reducción del analfabetismo. Avances en infraestructura, mayor participación en el negocio petrolero.
Por sobretodo, se elaboró una nueva Constitución que por primera vez en la historia de Venezuela permitió materializar elecciones universales, directas y secretas.
¡Ah!, y ningún miembro de la Junta pudo – por decreto - ser candidato presidencial en las elecciones de 1947.
Como contrapartida, se hablaba mucho del “sectarismo adeco” que dicen fue caldo de cultivo para la posterior caída de Don Rómulo Gallegos. Sin embargo, no hay que caer en inocentadas, porque las conspiraciones militares siempre estuvieron vivas.
Lo que vino después… es otra historia
Interesante relato de uno de los periodos más controverciales de nuestra historia republicana.
ResponderEliminarGracias Luis.
EliminarRealmente a estás alturas la fecha es más polémica que nunca
Un gran abrazo!
Gracias, estimado Rafael G., por tu exhaustiva síntesis del periodo post-medinista. Tu análisis sobre la conducta de Isaías Medina Angarita en el contexto del 18 de octubre de 1945 es muy acertado.
ResponderEliminarLa presidencia de Medina Angarita, sucediendo a la larga dictadura de Juan Vicente Gómez, fue una transición notable hacia la democracia. Su política se centró en la liberalización, y la idea de usar la fuerza para aferrarse al poder, a pesar de contar con una constitución (y elecciones indirectas), iba en contra de los principios de su propio gobierno. Para él, un líder que recurría a la violencia para conservar el poder era un retroceso a los métodos dictatoriales del pasado.
En ese sentido, lo que algunos han interpretado como "fragilidad" en Medina Angarita podría considerarse un acto de prudencia y responsabilidad política. En lugar de ser el artífice de un baño de sangre, decidió ceder el poder. Este gesto, aunque le costó el exilio, contribuyó a la estabilidad del país en un momento de gran tensión y puede ser interpretado como una muestra de su carácter democrático y de su inquebrantable negativa a comprometer sus principios.
En contraste, el 4 de febrero de 1992 nos mostró la otra cara del andinismo: la audacia, valentía y coraje de Carlos Andrés Pérez. En esa ocasión, demostró un estoicismo digno de Marco Aurelio, al enfrentar una avasalladora fuerza militar que asediaba el Palacio de Miraflores.
Estos dos episodios nos ilustran el contraste de temperamentos y caracteres disímiles en la administración del poder, y nos invitan a reflexionar sobre cómo la personalidad de un líder influye en el destino de una nación.
Saludos cordiales.
Gracias Robny.
EliminarCómo dices dos temperamentos.
Pero hay que chequear que el 18 de octubre hubo según El Nacional unos 600 muertos. Y según otras fuentes unos sesenta.
Simplemente recurro alas cifras. Sé que Medina fue un gran demócrata. Pero tal vez no supo ver lo necesario del cambio.
Creo que esta época mientras más pasa es más polémica.
Un gran abrazo