VARGAS LLOSA: LITERATURA Y LIBERTAD

 

Petróleo sin Reservas           

Rafael Gallegos  679

Cuando apenas tenía 31 años ganó la primera versión del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. Se sentó al lado de Don Rómulo, tal vez la máxima gloria de la anterior generación literaria. Simón Alberto Consalvi, presidente del Inciba, contaba que el joven Mario conversaba emocionado con el gran Rómulo Gallegos, de 85 años. En esas, Don Rómulo – ya muy decaído -  se volteó y preguntó al oído a Simón Alberto Consalvi: ¿Quién es este muchacho?

El Premio fue como la entrega de un testigo doble: literario, y de libertad. Porque ambos fueron gigantes literarios y luchadores por la libertad.

El joven  Mario había asombrado con “La ciudad y los perros”, memoria novelada  de su estadía en un liceo militar, que había revolucionado la forma de expresarse. Ahora se ganaba el codiciado Premio Rómulo Gallegos con su segunda novela “La casa verde”. Comenzaba su gloria.

Los dioses le permitieron ser una referencia literaria en plena juventud. Su obra formó  parte del Olimpo de “El reino de este mundo”, “Rayuela”, “Pedro Páramo”, “Cien años de soledad”, “La muerte de Artemio Cruz” y otras deslumbrantes novelas que hurgaban como nunca en la realidad, la hacían como mágica y hasta parecían ensanchar los límites de la vida.

Don Mario era el más joven de estos autores del boom, ese boom que hizo vibrar a los europeos con novelas que revirtieron la dirección de la conquista luego de quinientos años.  Un realismo mágico literario – por primera vez los autores de libros casi que parecían roqueros - que desbordó la concepción del arte y de la política.

Por otra parte, todos esos autores comulgaban con la revolución cubana. Don Mario fue el primero en despertar del sueño comunista. El caso de Heberto  Padilla lo avivó, le hizo valorar la democracia, el liberalismo y la libertad. Se enfrentó con valentía a ese  poderoso establishment político respaldado por buena parte de la intelectualidad.

Los escritores del boom poco a poco fueron aterrizando, a excepción del Gabo, el de la extraordinaria y única “Cien años de soledad”.

“Fui bañado en mugre”,  recordó Don Mario los ataques de que fue víctima. Pero la historia le reconoce que fue el primero del boom en tomar conciencia del engaño, la farsa y el atraso  que significó la revolución cubana.

Como a los grandes visionarios, el tiempo le dio la razón a Vargas Llosa. Siguió en la lucha por la libertad. En 1990 fue candidato presidencial en Perú y luego de ganar la primera vuelta, perdió milimétricamente con Fujimori, que – ironía de ironías - se contradijo y aplicó las políticas liberales de su rival, cuando llegó al gobierno.  Luego Fujimori le quitó la nacionalidad – lo volvió apátrida -  y España se la ofreció.

Su carrera literaria lo convirtió  en un gigante. “Conversación en la Catedral” es un muestrario de las modalidades fracasadas que los políticos siguen en casi toda América Latina.

Y “La fiesta del chivo” y “Tiempos recios” son novelas, más que históricas, políticas, que por sus críticas a los totalitarismos y a la dominación imperial, resultan odas a la libertad.

Porque Vargas fue un soldado de la Libertad. Siempre armado contra las autocracias. Retó a Chávez a un debate. Y ante tamaño adversario – quién no hubiera huido ante ese seguro KO – el “gigante” de manera humorística, le expresó que no aceptaba porque simplemente era un humilde arañero. 

Cuando perdió las elecciones presidenciales ante Fujimori, nuestra Sofía Imber le dijo que era una derrota para la política, pero una gigantesca ganancia para la literatura. Toda la razón, del tiempo libre que le ocasionó esa derrota, redundó en obras literarias que serán leídas, disfrutadas y estudiadas por siglos.

Vargas Llosa es uno de los seis Premio Nobel de Literatura latinoamericanos. Realmente deberían ser muchos más. Y  a pesar de su deslumbrante carrera desde su temprana juventud, se lo entregaron mucho después de los setenta años.  O sea, que si no llega a viejo, se hubiera quedado, a lo Borges, sin su más que merecido premio.

Por cierto el gran Jorge Luís Borges lo ignoró – necedades de artistas. Dijo que  no  conocía su obra, a pesar que Don Mario lo entrevistó en una ocasión. Parece que una alusión a la modestia con que vivía el argentino, y sobre todo a una gotera que caía arriba de la mesa del comedor de su pobretón apartamento, fue la causa. Peor para el gran Borges, quien  también tuvo el desparpajo de decir que “Cien años de soledad” era muy buena, pero le habían sobrado unos cincuenta años. 

Por otra parte, Vargas Llosa es partícipe del nocaut más fulminante de la literatura (al Gabo), solo comparable a la tanda de insultos entre James  Joyce y Marcel Proust en medio de una borrachera, donde ambos se confesaron que no se habían leído.

La obra de Don  Mario es monumental, y como le dijo el Dr. Choquehuanca al Libertador, con el tiempo  crecerá como crece la sombra cuando el sol declina.

Ha muerto un gigante de la literatura. De los tres o cuatro máximos escritores latinoamericanos de las últimas décadas,  y sin duda el más  importante de esta hora. El que se casó con su tía y escribió un maravilloso “La tía Julia y el escribidor”. El del inimaginable y preciso burdel para militares en Iquitos de “Pantaleón y las visitadoras”, el de las veinte extraordinarias novelas, y muchos ensayos y poemas. Ese genio latinoamericano, que si fuera de otros lares, no nos costaría reconocer.  

Más grande que muchos rusos, o franceses inmortales, pero aquí aplica el fenómeno Toñito cuando llegaron a Cumaná las noticias de los triunfos de Ayacucho. La gente decía  ¿Ese Mariscal Sucre es Toñito? ¿El niñito que se la pasaba aquí  jugando? … Así serían esos matos…

Genio de las letras y de la libertad. A Don Mario, ahora es que el mundo comenzará a leerlo, y a asimilarlo. Su modelaje de  mostrar mundos necesarios en la literatura,  y su modelaje de  Libertad son - como decía otro gigante, Rómulo Betancourt - indispensables para el despegue de nuestro subcontinente. 

Su legado es la simbiosis del arte con la democracia. El coctel que requiere  el futuro de América Latina.

PD Pido excusas a mis apreciados lectores porque en este número correspondía – como había ofrecido – comentar el “cisne negro” biológico de la enfermedad del Dr. Diógenes Escalante para finalizar la trilogía que inicié con el riñón de Castro y  continué con la próstata de Gómez. 

Queda para la semana que viene. La desaparición física del gran  Don Mario Vargas Llosa forzó el cambio. Gracias !!!

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Comentarios

  1. Qué lindo y amplío escritor que no conocía y ni siquiera se cómo me apareció en el teléfono. Gracias. Usted es lindo, bonito y hermoso porque aprecia la vida en las letras tal y como es ella de linda, bonita y hermosa : si límites y en el aprecio sin rechazos odiosos . Enhorabuena. Mis parabienes.

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  2. Mil gracias amigo Hernán por ese comentario tan valioso.
    Ya estamos enguasapados y seguimos. Un gran abrazo.

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