rafael gallegos papel literario el nacional LA DESTRUCCIÓN ESTRATÉGICA DE PDVSA Y DE SU GENTE
Papel Literario
FIDEL,
EL MAESTRO
En 1959, Fidel Castro visitó
Venezuela. Su presencia y la de sus muchachos, uniformados, jóvenes, barbudos y
armados, emocionó a la ciudadanía cual artistas de Hollywood, o ídolos de rock.
Las mujeres, histéricas, los tocaban, los
abrazaban, los besaban, les arrancaban los botones de las camisas, y hasta
pelos de las barbas.
En esos días de euforia
colectiva, Fidel Castro se trasladó a la casa del presidente electo Rómulo
Betancourt, a quien su olfato político le indicaba que el cubano
era un autócrata.
- Necesito tu petróleo para que
le echemos una vaina a los gringos – le expresó el comandante.
-No tengo dinero- le
respondió Betancourt, con su voz estridente y antipaticona.
Y eso fue todo entre ambos
mandatarios. Castro se devolvió a La Habana pensando en que debía buscar otras
vías para utilizar el petróleo venezolano. En su mente seguía la idea de utilizar
a Venezuela como cabeza de playa para la revolución latinoamericana. Y a su
petróleo como combustible.
“Ya vendrán días mejores”, se
dijo.
Treintaicinco años después, le
llegaron los “días mejores”. En 1994, el comandante Hugo Chávez, recién salido de prisión luego de encabezar el cruento
golpe de estado del 4F contra Carlos Andrés Pérez, recibió una invitación de la
Embajada cubana para visitar la isla.
No lo podía creer, Fidel era
su ídolo. Cuando aterrizó en el aeropuerto de La Habana, se le iba saliendo el
corazón del pecho al observar por la ventanilla que el “Caballo”, nada menos
que el mismísimo Fidel Castro, lo estaba esperando a los pies de la escalerilla
del avión. Conversaron muy largo, casi hasta el amanecer. A Chávez le hicieron honores
como de Jefe de Estado. Se le alborotó el ego. Castro fue a despedirlo al aeropuerto. Se
había sellado una alianza – con visos de coloniaje- que sería determinante para
el futuro de América Latina.
Una alianza que a la larga
salvaría a la revolución cubana, por el envío de decenas de miles de barriles
de petróleo diarios a Cuba, intercambiados
por médicos, maestros y personal de “seguridad”. Y aunque usted no lo crea, les quedamos
debiendo…
La alianza también haría que
Venezuela construyera una refinería en Cienfuegos, que luego… sería
nacionalizada por el régimen cubano. ¿Qué tal?
-Dios, tú sabes que yo soy
ateo; pero gracias, mil gracias por haberme enviado este muchachote- habrá
rezado Fidel.
“Si Betancourt hubiera sido inocentón como
éste, hace años hubiéramos hecho la revolución en América Latina”, pensaba
Fidel haciendo volutas con el humo de su tabaco, mientras observaba cómo desaparecía en el horizonte el
avión con el venezolano a bordo.
PDVSA…
.. Llegó a ser catalogada como la segunda empresa
petrolera del mundo. Había razones para ello: la Internacionalización, que casi
triplicó la capacidad de refinación y permitía colocar los crudos pesados
venezolanos directamente desde la boca del pozo, en los tanques de gasolina de
los centros de consumo más importantes del mundo. El Cambio de Patrón de Refinación, que
permitió generar 200.000 barriles adicionales de gasolina en las refinerías
nacionales; contrario a la Pdvsa “revolucionaria” que además de minimizar la
capacidad de refinación y generar colas
en las bombas de gasolina, sería la responsable de la explosión de la refinería
de Cardón.
Igualmente está en el haber
de Pdvsa, la explotación de las áreas nuevas de Apure y Monagas, el desarrollo
de la Faja con sus mejoradores; el fraccionamiento del gas, el Condominio Jose. Al finalizar el siglo XX, Venezuela se
encaminaba hacia la producción de seis
millones de barriles de petróleo por día, a ser el cuarto país productor de
petróleo en el mundo, tras los tres gigantes Arabia Saudita, Estados Unidos y
Rusia. ¿Qué tal?
Además, la fundación de Intevep, centro de
investigación tecnológica de nivel mundial, la del CIED, premiado como la mejor
universidad corporativa del mundo, un premio que insólitamente nadie pudo recoger, porque luego de la botazón de
trabajadores, no había quien lo hiciera.
Todos estos logros se
obtuvieron con personal venezolano, muy orgulloso de laborar en una empresa de
tal categoría. Su relación con Pdvsa no era de un simple empleo, sino de una forma
de vida. La mayoría pasaría tres o cuatro décadas laborando y luego disfrutaría
de su jubilación.
Los ingresos de los
trabajadores no eran tan maravillosos como el imaginario popular presentía. En
referencia a los “millonarios” emolumentos de los trabajadores existe una anécdota:
cuando el ing. Luís Giusti era presidente de Pdvsa, comenzó una campaña para
decir que ganaba demasiado dinero. Cogió mucho cuerpo… hasta que alguien
comparó los ingresos de Giusti con el del galán de moda en las telenovelas…
duplicaban al presidente de Pdvsa.
Los sueldos del personal de
Pdvsa eran el 75 percentil del país, con beneficios como préstamos de vivienda, utilidades, seguro
médico, caja de ahorro, bono vacacional, etc. Un magnífico estatus que valía la pena defender. Para vivir
merecidamente bien, no para hacerse millonario.
Además, a los trabajadores de
les daban cursos técnicos y gerenciales para maximizar el rendimiento. El desarrollo
de carrera estaba basado en la meritocracia. Claro que Pdvsa no era el paraíso
terrenal –gris es el árbol de la vida- pero en general la meritocracia era la
gasolina que movilizaba la carrera de cada trabajador.
Como contrapartida, el
petrolero trabajaba mucho y vivía con una maleta en la mano. A lo largo de su
carrera podía ser trasladado desde Anaco a Lagunillas, regresar a San Tomé,
Barinas, Guadualito, Cabimas, Maturín, Punto Fijo etc. La familia petrolera, cual
Quijote caballero andante… era una familia andante.
“TENÍA
QUE TOMAR ES COLINA QUE ERA PDVSA”
“Las colitas de Pdvsa” y “Pdvsa es un estado dentro del estado”, se
convirtieron en emblemas de la campaña
electoral de Hugo Chávez. Vistos los acontecimientos futuros, se concluye que no
eran frases aisladas, sino que formaban parte de la destrucción estratégica de
la “revolución”. Una Pdvsa próspera le estorbaba, al igual que las más de mil
empresas que serían expropiadas – casi todas sin pago- y hoy quebradas.
En 1999, Chávez nombró a Roberto
Mandini, un ejecutivo petrolero de excelente trayectoria, como presidente de la
empresa. Poco duró, fue sustituido por un hombre del proceso y la empresa
comenzó a minarse por hombres de confianza de la “revolución”. Se incrementaba
paulatinamente el peso del gobierno en la gestión, permeando a los niveles
técnicos.
En 2001 se dio el primer
conflicto. El gobierno trató de adscribir a Pdvsa Gas al Ministerio de Energía
y Minas. Fue resuelto favorablemente a los trabajadores. Pero ya se hacían
rutina nombramientos que irrespetaban la meritocracia y jubilaciones prematuras
a personajes incómodos para el proceso.
El ambiente continuó caldeado,
hasta que estalló la crisis por la designación de cinco directores de Pdvsa que
no tenían méritos suficientes para desempeñar esos cargos. Entonces, treinta y cuatro de los más altos
ejecutivos de la empresa firmaron una misiva “Salvaguardemos a Pdvsa”, que tuvo
un gigantesco apoyo de los trabajadores.
Como consecuencia, el 4 de abril
de 2002 estalló el Paro Petrolero, que culminó con la renuncia y retorno de
Chávez, que pidió perdón y reincorporó a los siete trabajadores despedidos
insólitamente con un pito.
Meses después, el 2 de diciembre los petroleros nos unimos al
paro nacional convocado por la Coordinadora Democrática. Esa acción originó el
despido de 23.000 trabajadores. La mitad de la empresa, que quedaba condenada a
años de decadencia. Ahora, ¿quién chequearía las tuberías, manejaría la
producción, haría los estudios de yacimientos, la manufactura en las
refinerías, comercializaría, mantendría las instalaciones?
“Yo provoqué el paro, tenía
que tomar esa colina que era Pdvsa”, expresó el “Gigante”. A confesión de
parte… relevo de pruebas.
La “toma de esa la colina”
disminuyó la producción en 75%, destruyó las refinerías, acabó con los centros
educativos y de investigación. Ídem las viviendas de los campos petroleros, y la infraestructura. Y ni hablar de la economía
conexa.
La realidad es que al
gobierno no le convenía una Venezuela próspera que produjera seis millones de barriles. Eso generaría
empresarios con dinero, que se asociarían con políticos y generarían
alternabilidad. Y alternabilidad… es un
pecado mortal para las autocracias. La estrategia era “cubanizar” a
Venezuela: autocracia con pueblo hambriento y un gobierno eterno.
La destrucción de Pdvsa fue,
estratégica.
LOS
23.000 BOTADOS
Se dice fácil; pero son
23.000 familias papá, mamá, niños y adolescentes, que se quedaron en la calle
por defender sus valores. Más de cien mil personas que dejaron de vivir de empleos
que les ofrecían estabilidad, economía y desarrollo. Los trabajadores
petroleros, temerariamente – aunque suene cursi – pusimos la patria por delante
de nuestros hijos. Les vaciamos la
nevera por la patria. Les quitamos los seguros médicos, les arriesgamos su educación, les cortamos el cine, las vacaciones…
muchos no podíamos verles la cara a nuestros hijos.
-
Papá por qué no te quedaste en Pdvsa - preguntaban
algunos inocentes niños ante la creciente escasez.
¿Y qué respuesta darles más
allá de desviar la mirada, o tartamudear alguna incoherencia? ¿Cómo explicarles
que los valores van por encima del dinero? ¿Que fuimos como Casandra, aquella
profetiza de la mitología griega que recibió el don de adivinar el futuro, a
condición que nadie le creería hasta que se consumaran los hechos? Visualizamos
la destrucción del país, y hoy, ante la consumación de los hechos, apenas nos
creen.
Como parte de su estrategia,
el gobierno “revolucionario” en un acto “heródico” que avergonzaría al
mismísimo Herodes, sacó violentamente a mujeres y niños de las casas de los
campos petroleros. Los Semerucos fue el primero. Luego seguirían otros campos.
Los victimarios se sorprendieron ante el guáramo – ya se ha hecho legendario –
de las mujeres del petróleo, que con la
frente en alto no se amilanaban ante el desalojo, guapas mujeres que han continuado
esta desigual lucha por décadas, hoy sus hijos se han hecho hombres y mujeres
de valía.
Un 25 % de los expulsados de
Pdvsa se fue al extranjero a prestar servicios a petroleras internacionales. En
México y Colombia recuerdan con cariño el valor que agregaron – y agregan- a
esos negocios.
Otros, se quedaron en
Venezuela con fortunas diversas. La mayoría “matando tigres”, con variado
éxito.
Pdvsa “cazaba” a los trabajadores
despedidos por el conflicto. Se cuentan muchas historias.
-
¿Usted tiene a Fulano trabajando en su
empresa? – preguntaba el “cazador”
-
Sí – respondía el contratista
-
Bótelo
-
¿Por qué?, es un trabajador excelente
-
Bótelo
-
¿Y con quién me voy a quedar?
-
O lo botas o te quitamos el contrato
Y con el dolor del alma del contratista,
Fulano se quedaba en la calle.
A casi 200 trabajadores,
Pdvsa los demandó en tribunales para que pagaran “daños” y que ocasionados en
el conflicto. Cifras astronómicas.
Otros, en la desesperación se
lanzaron desde el puente sobre el Lago de Maracaibo, o murieron por graves
enfermedades sicosomáticas.
HOY
Han pasado más de veinte
años. Toda una vida. Pero muchos siguen (seguimos) en pie de lucha. Muy firmes,
agrupados en Gente del Petróleo y Unapetrol. Denunciando el daño a la industria
petrolera, proponiendo esquemas para renacer esta industria, y pendientes de
resarcir cuando corresponda, los derechos esquilmados.
Veintidós años, una lucha
digna y constante. Y las familias, han crecido y muy generalmente son hombres y
mujeres muy valiosos que aportan mucho a sus sociedades en Venezuela y en
muchos países, por efecto de la diáspora.
¡Qué orgullo!
Nos quitaron los ingresos,
tuvimos que vender propiedades, nos prohibían trabajar en contratistas petroleras
y en el Estado. Nos quitaron muchas cosas;
pero no pudieron ni siquiera arrugar nuestros valores, que se los transmitimos a los nuestros, ni la
capacidad de guiar hacia excelentes puertos a nuestras familias.
Hoy somos más fuertes, más
dispuestos. Y seguimos luchando por rescatar a la industria petrolera y a
Venezuela. Hemos pasado trabajo, pero a mucha honra, nuestros espíritus están impregnados
de Venezuela… y seguro que lo
volveríamos a hacer.
Estamos prestos para contribuir
con la resurrección del país, cual Ave Fénix.
Somos, más que nunca, la
energía del cambio.
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