PUTIN EL TERRIBLE
Rafael Gallegos Blog 529
Es inconcebible que después de
tantos miles de años de civilización, de viajes espaciales, de comunicaciones
inimaginables hace dos décadas, de un primer mundo que casi ha doblado la
expectativa de vida en los últimos cincuenta años, de tantas revoluciones del
conocimiento y avances de los derechos humanos; la civilización esté en un vilo,
porque el burócrata Putin juega a la guerra (mundial) como con los pétalos de
una margarita: me quiere no me quiere.
Así va arrancando los pétalos. “Lanzo el misil atómico, no lo lanzo, lanzo
el misil atómico, no lo lanzo” ...
Hoy, la bomba nuclear es infinitamente más poderosa que las de Japón en
agosto de 1945. Un misil que llegaría desde Rusia a por ejemplo a Miami, o
Nueva York en media hora, arrasando con la ciudad y los alrededores. Y con una
carga de radiación que en pocas horas afectaría a Estados Unidos y a América
Latina. Nos mataría, a usted y a mí, o nos convertiría en mutantes.
Y cuando la bomba sea respondida … el caos. Tendría razón Fukuyama: el
fin de la historia.
Habría que esperar millones de años para que los descendientes de las
cucarachas, aprendan a leer y con sus investigacionbes, certifiquen este
desastre.
Parece un relato de ciencia ficción; pero es mucho más probable de lo
que podamos creer. Ya nueve países: Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran
Bretaña, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte, poseen casi veinte mil bombas
nucleares, y por allí viene Irán pidiendo paso.
La lista se irá engrosando con los años, y seguramente llegará el momento
(y no exagero) en que las impresoras tridimensionales fabriquen artefactos
nucleares.
En 1962 estuvimos cerca de una catástrofe atómica. Tal vez más cerca que
en este 2022. A última hora, Krucheff y
Kennedy (se dice que hubo una gran influencia de Juan XXIII) evitaron la
conflagración. El mundo respiró; pero las pulsaciones se mantenían aceleradas.
Era la llamada guerra fría.
En esta esquina la URSS, y en
esta otra EEUU…
JAMES KISSINGER BOND
En julio 1971, el asesor de la Casa Blanca, Henry Kissinger en una
gestión denominada Operación Marco Polo, digna de una película de James Bond,
se encontró secretamente en China con el primer ministro Chou en Lai.
Kissinger armó su viaje. Para la prensa mundial, era una simple visita a
Pakistán. Allí participó en una reunión (distractora). En el transcurso de ésta
se declaró indispuesto. Se excusó, y se ausentó. Dijo que se retiraba a sus
habitaciones. Camuflado, inició su periplo, a escondidas hacia China, por
tierra y por avión.
Allí, se encontró con el primer ministro chino.
Kissinger conversó con Chou en Lai acerca de la logística para el
histórico - improbable para los paradigmas del momento - viaje de Richard Nixon
a China para encontrarse con Mao Tse Tung. Un gigantesco paso en el proceso de
distención nuclear, complementado por encuentros Nixon - Brézhnev.
A partir de los acuerdos que generaron esos líderes del mundo, los
pobladores de la tierra respiramos más tranquilos. Le habían “bajado dos” a las
probabilidades de conflagración nuclear. Hasta el sol de hoy, cuando ocurre la grotesca
invasión rusa a Ucrania, que hace renacer los temores.
Mejor dicho, la invasión de Putin. Porque los rusos han expresado su
desacuerdo. Más de seis mil presos por protestar en decenas de ciudades, y
seiscientos científicos rusos de alto nivel, incluso premios Nobel,
expresándose en contra de la invasión. Hasta niños presos, por ese motivo. Y
una emisora oficial donde sus valientes trabajadores renuncian frente a las
cámaras al grito de “no a la invasión a Ucrania.
A pesar de dimes y diretes, de guerras convencionales como Viet Nam y
Afganistán, y de misiles amenazadores como los de Corea del Norte; la Tierra
estaba completando 60 años (1962- 2022) sin serias amenazas nucleares. Hasta … que
Putin invadió Ucrania.
¿QUIÉN ES PUTIN?
Vladimir Putin, el presidente - ¿vitalicio? - de Rusia, es famoso por la
violencia con sus opositores, por la gigantesca corrupción de su régimen, por la
expropiación y confiscación de medios de producción y de comunicación, así como
por las tramoyas para mantenerse en el poder por la vía “democrática” , con
persecución y represión de la disidencia, ventajismo y fraude, sin el apoyo de
la ciudadanía (cualquier parecido con otros gobernantes más cercanos no es
coincidencia, sino la aplicación de la plana de los autócratas del siglo XXI).
Si el presidente ruso oprime el botón nuclear, se convertirá en el ser
humano más influyente -influencia negativa por supuesto - de la humanidad… una
historia que seguramente nadie podrá escribir.
ESPACIO VITAL
Putin, con la alegría y la solidaridad del gobierno venezolano, invadió Ucrania,
un país pequeño, causando miles de muertos y heridos, muchos civiles, así como
daños a la infraestructura. Su excusa, el espacio vital.
La misma excusa de los soviéticos cuando invadieron Hungría en 1956, y
Checoslovaquia en 1968, causando miles de muertos y heridos.
El mismo espacio vital de un antecesor ideológico de Putin, Hitler,
cuando con la excusa de que había muchos alemanes (te pareces tanto a mí …),
tomó a sangre y fuego, Austria y después, los Sudetes de Checoslovaquia. Luego invadiría
Polonia, iniciando la segunda guerra mundial
Guerras mundiales, un costoso lujo que podía darse el mundo, ya que al
final uno ganaría y supeditaría al otro. Distinto a la terrible realidad del
siglo XXI, porque en una guerra nuclear no hay ganadores. Está claro que el
primero que oprima el botón nuclear, es un suicida.
Hoy, el espacio vital de Putin son sus países limítrofes: con Europa:
Finlandia, Suecia, Letonia, Estonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania…
LA HISTORIA ESTÁ LLENA DE PÚTINES
El mundo parece condenado a ser dirigido por
personalidades con serias carencias emocionales. Sicópatas, alcohólicos,
bipolares, enfermos terminales, locos, líderes que vengan sus frustraciones en sus
pueblos.
Desde antes de Nerón y Calígula pasando por todos
los siglos, hasta, por ejemplo, el lejano antecesor de Putin, Iván el Terrible,
que da origen al título de este artículo. O por el Duvalier que desenterraba
los cadáveres de sus enemigos para sus brujerías, o el Chapita que además de
asesinar a sus rivales, asediaba a las esposas e hijas de sus ministros. O como
el Stalin de las purgas en Siberia, el Robespierre del terror francés, el Hitler
(¿será Putin la venganza de Hitler?) y etc., etc., etc. La lista es gigantesca.
Le hacen honor al título del libro: “Aquellos enfermos que nos gobernaron”.
Y Putin … no es segundo de nadie.
¿APOCALIPSIS XXI?
En las elecciones norteamericanas de 1964, Barry Goldwater fue el
candidato republicano. Su bandera era solucionar el conflicto con los con los
soviéticos, utilizando la bomba atómica.
Los asesores del presidente Johnson,
candidato demócrata, hicieron contra Goldwater una propaganda ingeniosa que hoy
es muy actual, y terrible, para todos los niños del planeta: Un niño oliendo
una flor que sostenía con la mano, y al fondo el hongo atómico, en un afiche
que decía Vota por Goldwater.
Hoy se podría hacer algo similar con Putin. ¿Qué mundo heredaremos a
nuestros hijos y nietos?
Los cuatro jinetes del apocalipsis del siglo XXI son: bombas nucleares,
pobreza, armas químicas y destrucción ambiental.
Qué vergüenza si nos correspondiere ser la generación que pusiera el
punto final a la civilización.
¿SALDREMOS DE ESTA?
Creemos - ¿optimismo de sobrevivencia? - que esta vez no estallará la bomba nuclear.
Pero mientras n la humanidad no proceda al desarme nuclear, el riesgo crecerá día
a día. Los habitantes de la tierra tendremos la sombra de un hongo en la
espalda.
Los seres humanos o cambiamos y nos hacemos más solidarios y
caritativos, y aunque suene cursi, más amorosos… o el mundo que conocemos desaparece. Cristo
tenía razón: amaos los unos a los otros. Ya es una necesidad de vida o muerte.
¡Ah!, y tenemos que ser individuos más políticos, mucho más políticos, con
P mayúscula. porque es urgente cambiar la gobernabilidad del planeta. Ur-gen-te.
Oigamos a Einstein cuando expresó que no sabía con qué armas sería la
tercera guerra mundial; pero que estaba seguro que la cuarta sería con palos y
piedras.
Y humildemente nosotros agregamos: entre mutantes.
PD: Toda mi admiración a Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania. ¡Qué
valentía, qué guáramo y qué sindéresis!
Dicen que, en los momentos de grandes crisis, las sociedades paren a sus
líderes.
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Venezuela merece una industria petrolera de primera, que sea capaz de
contribuir a la construcción de un país de primera. ¡Hasta cuándo!
Esta columna se publica en Informe 21, y en la revista Petroleum.
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