VENEZUELA: VIERNES NEGRO DE 1983
Rafael Gallegos Blog 527
El viernes 18 de febrero de 1983, el presidente Luís Herrera Campins anunció
el control de cambio, que significó la devaluación del bolívar. Finalizaban así
décadas de fantasía petrolera.
Hacía apenas diez años, en 1973, la guerra del Yom Kippur había
provocado la elevación del barril petrolero desde 4 a 12 $, inundando de
divisas a Venezuela. Se iniciaba la época de los tabaratos. El último
presupuesto de Caldera en 1973 fue de 14 mil millones de bolívares, y el
primero de Carlos Andrés Pérez, de 42 mil millones.
Diez años bastaron para pasar del superávit a la deuda. ¿Qué había
sucedido? Muy simple, el país se intoxicó con los petrodólares. Se cumplió el
Efecto Venezuela de Pérez Alfonzo, que rezaba algo así como: si un indigente se
gana el premio gordo de la lotería y comienza a comer siete veces al día se
descompensa. Lo mismo le sucederá a Venezuela con este exceso de divisas. El
país no las va a saber manejar, y como el indigente se va a descompensar. Y esa
descompensación será conocida como Efecto Venezuela.
A Pérez Alfonzo le dijeron brujo, agitador y quijote, cuando en medio de
la borrachera colectiva pronostico lo que sucedería. Muy preocupado, propuso
bajar la producción petrolera desde los casi tres millones de barriles, hasta
uno. “El petróleo se revaluará en el subsuelo”- decía el Maestro. No hay que
olvidar que eso sucedió hace cincuenta años, cuando nadie estimaba que las
reservas petrolíferas de Venezuela durarían más de veinte años. No le hicieron
caso. Sin embargo, se creó el Fondo de Inversiones de Venezuela para represar
los excedentes, que a la larga resultó poco útil.
El gobierno de CAP hizo cosas extraordinarias, nacionalizó el petróleo,
adelantó el Guri, creó el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, nacionalizó
el hierro, aceleró la siderúrgica, creó la industria de Aluminio, creó
universidades, hospitales, escuelas, construyó infraestructuras… con los pingues
ingresos petroleros, hizo cosas que de otra manera hubieran significado
décadas.
Pero, por otra parte, se duplicó la burocracia, se multiplicaron las
importaciones, se agigantó el gasto público, se inició el déficit de la balanza
de pagos; y los cuantiosos ingresos resultaron insuficientes, la deuda pública
llegó a 13.000 millones de dólares.
La riqueza fácil aflojó los resortes morales. Cuando LHC llegó a la
presidencia dijo “recibo un país hipotecado”. Inició su gobierno tomando
medidas para cubrir la brecha fiscal, tales como el alza de los precios de la
gasolina, el recorte presupuestario y multiplicó por cinco el impuesto de
salida de Maiquetía. Para enfriar la economía redujo el circulante y ajustó las
tasas de interés.
Pero cuando Jomeini derrocó al Sha de Irán, los precios del petróleo se
volvieron a multiplicar. Se remozó la tribu tabaratos. El petróleo llegó a los
30 $/barril, lo que nuevamente multiplicó los ingresos y paulatinamente el
gobierno de LHC… se olvidó de la austeridad.
Dos años después, decayó el precio del petróleo. La OPEP haciendo
esfuerzos por mantener los ingresos, diseñó una estrategia de cuotas de
producción.
Es decir, bajaron los ingresos y la producción de petróleo. Pero el
gobierno no retomó las medidas de austeridad y de enfriamiento.
Roseliano Ojeda en su libro “Cómo se desangra un país”, expresó que el
informe Wallich dijo: “el 90% de los préstamos otorgados a Venezuela,
retornaron nuevamente a países de economías más fuertes.” La corrupción caminó más rápido que el alza de
los precios del petróleo.
Comenzó una espectacular fuga de divisas estimulada por el gobierno,
arreció la inflación, se multiplicó la deuda externa… y las arcas se vaciaron. Ya
las cuentas no daban, y el presidente Herrera procedió a devaluar la moneda el
llamado viernes negro.
Ya Venezuela no era la isla de la fantasía. ¿Qué pasó para transitar de
la cima a la sima en diez años?
MEA CULPA
Carlos Andrés Pérez con el tiempo reconoció que cometieron muchos
errores. Reconoció que no han debido estimular a la pequeña y mediana industria
si esta no tenía posibilidades de crecer en mercados externos, que no fueron
capaces ni de abrir la economía, ni de superar el paternalismo, que no tuvieron
coraje para devaluar la moneda a objeto de entrar en el mercado internacional…
nosotros humildemente agregamos, que la estatización fue excesiva.
LA SECUELA
Venezuela jamás superó el viernes negro. A partir de allí se acrecentó
la corrupción, la desmoralización del país; decrecieron los liderazgos de los
partidos. Los más capaces abandonaron la política que se fue haciendo cada vez
más mediocre. La pobreza subió a niveles muy altos del 60 %. En lugar de
superar le rentismo, se profundizó.
Los esfuerzos de CAP en su segundo gobierno no lograron llevar al país a
buen puerto. La incomprensión de los políticos, y la falta de comunicación del
gobierno, reforzados por el fatídico 4F, hicieron retroceder al país.
Luego, el gobierno de Caldera no logró vender la superación de la
crisis. Chávez ganó las elecciones. La historia reciente, más que conocerla, la
padecemos en este desmantelado país.
REFLEXIÓN
Hay que conocer la historia para analizarla y para no repetirla. Los
altos ingresos de los años setenta nos empobrecieron. El gasto público, el
paternalismo, la estatización, la corrupción y el populismo fueron los
catalizadores del fracaso. En lugar de superar el rentismo, lo profundizamos.
Y este fracaso trajo un mesías llamado Chávez, que como todos los mesías
resultó un falso profeta. Y una “revolución” que, en el nombre de los pobres,
construyó a la Venezuela más pobre y hambrienta desde el gomecismo. Que, en el
nombre de la unión y la inclusión, desperdigó a siete millones de venezolanos
por el planeta. Que, en el nombre de la patria, nos hizo dependientes política
y económicamente de otros países. Que, en el nombre de la democracia
protagónica, maneja elecciones a su antojo, revoca burdamente el Revocatorio, y
ahora amenazan con elecciones en el 25, o 26, o “cuando toque”. Otra
consecuencia: se perdió el respeto a la ciudadanía.
La próxima democracia – que vendrá- debe basarse en la unidad nacional, libertad
económica enfocada a la productividad, gerencia social con meta de marginalidad
cero, separación de poderes y elecciones libres.
Hay que preparase desde ya. ¿Qué están esperando los líderes para
unirse, hacer un Pacto de Gobierno, y hacer vibrar a la población tras el logro
de los objetivos?
Si no pueden, que se aparten. Se solicita liderazgo que sea capaz de
capitalizar el descontento.
Venezuela merece muchos viernes de muchos colores.
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Venezuela merece una industria petrolera de primera, que sea capaz de
contribuir a la construcción de un país de primera. ¡Hasta cuándo!
Esta columna se publica en Informe 21, y en la revista Petroleum.
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