LAVARSE LAS MANOS… ¿CÓMO PILATOS?
Rafael
Gallegos Blog 438
Claro que hay que lavarse
las manos, usar mascarilla y respetar la cuarentena. La crisis del coronavirus
es lo más grave que nos ha acontecido a los seres humanos en el siglo XXI. Sin
embargo la pandemia pasará porque todo pasa… por ahora. Y dejará sus secuelas.
En algunos casos muy serias y difíciles de superar.
Y además dejará una serie
de lecciones ante las cuales tenemos dos caminos: o las convertimos en
lecciones aprendidas, o las ignoramos lavándonos las manos como Pilatos, lo que
equivaldría a asfaltar la ruta hacia otro problema más devastador.
Equilibrio
del Terror
Cuando estallaron las bombas atómicas en 1945 el
mundo creyó que la destrucción nuclear era cuestión de poco tiempo. El
intelectual irlandés George Bernard Shaw, el creador de “Pigmalión” - obra en
la que se basaría la famosa película “My fair lady” - fue interrogado al respecto y dijo que la existencia de bombas atómicas
crearía un equilibrio que evitaría otras guerras. A eso se le denominó
con el tiempo Equilibrio del Terror. La cuerda floja de la paz.
Tal vez Shaw tuvo razón en
cuanto a las guerras mundiales, o atómicas. Lo que no pudo prever fue las
terribles guerras de Corea, Viet Nam y muchas otras donde las potencias se
enfrentaban indirectamente, que han caracterizado a la ya larga posguerra cuya
primera etapa – hasta la caída del muro de Berlín- se bautizó como Guerra Fría y que hoy no tiene nombre;
pero basta con observar Afganistán, el medio oriente y otras zonas, para
determinar que guerras sí hay. Paradójicamente
la post guerra ha sido una permanente guerra.
Albert Einstein resumió la
destrucción nuclear cuando dijo que él no sabía con cuáles armas se realizaría
la Tercera Guerra Mundial; pero que estaba seguro que la Cuarta Guerra Mundial sería
con palos y piedras. Y ese… es el terror.
El
Cataclismo de Damocles
El gran escritor Gabriel
García Márquez tituló así un discurso contra la guerra nuclear en 1986. El
coronavirus nos ha convertido en vívida esa posibilidad. Porque la Espada de
Damocles que cuelga sobre la cabeza de los seres humanos ya no es sólo la
destrucción nuclear. También es la destrucción por bacterias o por virus. Qué
cercana nos resulta la frase de Borges respecto a lo portentoso y frágil del
destino humano.
Blancos negros, amarillos,
mestizos; todo el abanico de colores con que ridículamente hemos esquilmado los
derechos de los seres humanos a lo largo de casi toda nuestra historia… pobres
y ricos en que nos hemos dividido de manera grosera… hombres y mujeres... jóvenes
y viejos… europeos y quintomundistas… todos hemos palpado, tocado, sentido y
asimilado – gracias al coronavirus- la amenaza de la destrucción de
la humanidad, que desde nuestra niñez sólo vimos en libros y hasta ayer en internet como
relatos de ficción.
Es que la destrucción de la
humanidad está pasando la cuarentena en nuestros hogares. Pálpela, está en
nuestras parejas, en nuestros padres, en nuestros hijos, en nuestros nietos, en
nuestros amigos y vecinos. ¿No ha sentido a la destrucción con la cuarentena? Hoy
está más cerca Alí el Químico, el primo de Hussein que se ganó el mote al
aplicarle guerra bacteriológica a una población de cinco mil habitantes y por
supuesto los mató a todos.
El coronavirus pasará; pero
es un aviso. O aprendemos las lecciones, o le cantaremos dime cuándo tú
vendrás, dime cuándo, cuándo, cuándo.
Los
humanos debemos aprender
-
A desinflar los egos… ante el coronavirus
los egos inflados sólo sirven para
apretar el pecho. Ese virus no tiene que ver con que usted es buena gente,
útil, rico, sabio, inteligente, trabajador, poderoso, sólo tiene que ver con
que usted… está vivo.
-
Solidaridad… su bienestar depende de usted, y de los demás. Si su
vecino está mal usted también. No somos islas, nuestra realidad es de
archipiélago. Y su vecino es el de al lado, la casa de al lado, el apartamento
de al lado, el barrio de al lado, el continente de al lado. Hay que tener
conciencia social. La pobreza de los demás nos afecta en inseguridad, salud,
rencor, productividad, calidad de vida.
-
Hay un solo Planeta Tierra… los ríos los mares y los aires contaminados nos afectan directamente. Hoy es el
coronavirus, mañana pescados envenenados, pasado mañana desiertos en lugar de
siembras. Ya la capacidad que ha desarrollado el hombre para destruir el
ambiente es superior a la capacidad que el planeta posee de recuperarse.
-
El mundo es un pañuelo… que China está muy
lejos, o lo de Italia no lo afecta… hoy palpamos cómo el aleteo de una mariposa
puede causar una devastadora tormenta. La globalización ha hecho al mundo más
pequeño que nunca. Un conflicto en cualquier parte puede acabar con cualquier
vida por más “lejos” que esté.
Para
sobrevivir… Nuevos Paradigmas
La paradoja de la
civilización es que mientras la tecnología avanza por veloces ascensores, las
bajas pasiones del ser humano suben jadeantes por las escaleras. Claro que ha
habido avances, la Declaración de los
Derechos Humanos, la igualdad de género, las políticas sociales, las
libertades, la democracia; pero no es suficiente. Las pasiones siguen muy cercanas
a la era de las cavernas, no están a la altura de la portentosa tecnología.
Y eso… genera injusticas,
pobreza, resentimientos, guerras, destrucción. La quijada de burro que mató a
Abel, la bala que mató a Lincoln, la que mató a Kennedy, a Delgado Chalbaud, a
Luther King; las bacterias de Ali el
Químico, el gas de los hornos crematorios de Hitler, la guillotina, el
descuartizamiento de Ribas o de España… todos tienen el mismo origen: las bajas
pasiones de los seres humanos. El gran problema a que nos enfrentamos es que
con la alta tecnología de que disponemos, las bajas pasiones pueden acabar con
el planeta.
Es imperativo que los seres
humanos evolucionemos. Tal vez sentir en
carne propia que la destrucción de la humanidad no es cuento, nos sirva de
palanca impulsora. ¿Cómo?, educación
panorámica. Que los humanos conozcamos el planeta, sus posibilidades, nuestro
rol en el bienestar de todos. Cultura y libertades.
Y hablando de panorámicas
hay que reforzar el rol de los organismos internacionales. Darles fuerza para
sancionar- de verdad y no como ahora -
las violaciones de derechos humanos, ambientales, políticos,
emprersariales. Hacer que gobiernen para desarrollar una estrategia mundial destinada
a acabar con la pobreza, para impedir las guerras, para acabar con las
amenazas nucleares.
¿Qué tal el desarme nuclear?
… difícil; pero en nuestras manos está hacerlo más probable que la destrucción
nuclear.
El coronavirus debe
reflejarse en cambios serios si queremos que la humanidad llegue al siglo XXII.
Sería lamentable que el planeta se perdiera en nuestras manos. La necesidad nos
coloca en el dilema de entrar a una Nueva Era, o destruirnos en ésta.
Qué razón tenía Jesús
cuando hace dos mil años dijo amaos los unos a los otros. Es decir que
quisiéramos a los demás como a nuestros hijos, ¿qué tal?, o como a nosotros
mismos.
Está claro, o nos amamos los
unos a los otros como herramienta de sobrevivencia con todo lo que esto implica
en solidaridad, colaboración, unidad, estrategia; o el coronavirus, que en el fondo es un aviso
con grandes y titilantes letras rojas, quedará como un niño de pecho con la
siguiente amenaza global, cuyo resultado será que nadie podrá echar el cuento.
A menos que las cucarachas
y las hormigas aprendan a contar.
Absolutamente impecable e ilustrativo! Gracias por compartirlo
ResponderEliminar¡Excelente! Muy acertada y llena de reflexión. Lástima que la gente sea alérgica a tantas letras.
ResponderEliminarAgrdesco sus reflexiones.Esperemos que ese cambio sea lo mas pronto posible
ResponderEliminarExcelentes reflexiónes que debemos internalizar Saludos
ResponderEliminarExcelente y pertinente! Felicitaciones! Lo comparto. Gracias!
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