RECUERDOS DE MI PADRE



Rafael Gallegos    Blog  416

Muy poco uso esta columna para tratar aspectos personales. Sin embargo creo que mi padre, el queridísimo e inolvidable Rafael Gallegos Ortiz,  hizo una vida cuyo anecdotario podría ser muy útil porque la dedicó con pasión a la política y a la cultura, a la  lucha sin tregua para restablecer la democracia cuando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y a mantenerla durante la república civil.

Pienso que recordar  pasajes de su vida puede ser una referencia útil para ilustrar la acción en estos álgidos momentos, y una manera de evitar que su labor caiga en el olvido, en este pueblo tan desmemoriado que ya va creyendo que Rómulo Gallegos es apenas una avenida del este de Caracas.

Pienso con él que los pueblos que no conocen su historia tienden a repetirla…hasta que se la aprendan.

Mi padre hubiera cumplido 97 años este mes. Tal vez la cercanía de los cien - Borges decía que sentimos fascinación por el sistema decimal – me inspira a recordarlo.

VUELTA A LA PATRIA

En 1958 regresó del exilio en Ecuador. Había participado en la clandestinidad con AD y fue preso y exiliado del régimen de Pérez Jiménez.  Cuando  la presidencia de Rómulo Gallegos, fungió como secretario general de AD en Mérida y fue diputado de la Asamblea Legislativa de ese estado.  

Las limitaciones económicas  que sufrió mi familia en ese exilio – ninguno es fácil, ni los de antes ni los de ahora – se refleja en la siguiente anécdota: ya en Venezuela, en la casa de mi queridísima tía Dulce, estábamos almorzando chuleta y  papá comenzó a picar la carne de una. En esas yo asombré a los comensales  cuando comenté:

-      Papá, los adultos no comen carne de chuletas, se chupan los huesos.

CARACAS

Le ofrecieron y aceptó la Dirección de Cultura de la UCV. El Rector era el Dr. Francisco De Venanci. Cuando vino Fidel Castro a Venezuela en su primer viaje oficial al extranjero, el presidente electo Rómulo Betancourt comisionó a mi padre para participar  en el en el comité de recepción.

De esta manera, él pudo palpar el recibimiento de héroe que le dieron al nuevo mesías y a su comando. Los guerrilleros, jóvenes (el más viejo era Fidel y tenía 30  años), uniformados y barbudos parecían estrellas de rock. Las mujeres se les encimaban, les arrancaban los pelos de las barbas y hasta los botones de los uniformes.

En una ocasión Fidel llamó a mi padre a su habitación en el Hotel Tamanaco. Allí los guerrilleros, sin camisa y en calzoncillos comían en el piso o en cualquier lado del cuarto. Fidel le dijo, por favor explícame acerca del panamericanismo. Mi papá empezó a decirle lo que sabía y Fidel ni le hacía caso y hablaba con los demás. Para su asombro, cuando terminó de hablar, el comandante le mostró total comprensión de su narrativa  cuando le dijo esto me gusta, esto no, esto lo voy a decir de esta manera en el discurso, y esto de la otra.

En otra oportunidad papá le preguntó a Castro por qué  teniendo tanto respaldo popular  no convocaba a unas elecciones.

-      Basta que los opositores metan un solo diputado en el Congreso para que no pueda hacer lo que tengo pensado… - fue la respuesta del comandante.

Al finalizar el periplo por Venezuela, el comandante Castro lo invitó a visitar Cuba. Saliendo hacia La Habana, ocurrió un accidente en Maiquetía. Una hélice descabezó a uno de los guerrilleros. Los cubanos lloraban como unos muchachitos por el compañero muerto – contaba mi padre.

En Cuba, los nuevos gobernantes  lo invitaron en una ocasión a visitar a los presos que iban a fusilar al día siguiente.

-      Claro que les dije que no – me comentaba al referir la historia. 

REPÚBLICA DOMINICANA 

Mientras fue  Director de Cultura de la UCV desempeñaron labores en ese despacho varios exiliados dominicanos. Entre ellos el excelente cuentista y futuro presidente derrocado Juan Bosch. Cuando crearon el “Comité pro Liberación de Santo Domingo”, a mi papá lo nombraron Secretario Ejecutivo. Tal vez ese secretariado, aunado a sus artículos de prensa y la orientación antitrujillista  del  programa de opinión de RCTV patrocinado por la UCV “Venezuela mira su futuro”, que él moderaba, lo hicieron casi víctima de un atentado.

Un domingo estaba trabajando en su oficina y llegó a visitarlo mi hermana mayor Anela. Al momento de pararse a saludarla  y decir hola hijita… una gigantesca lámpara se desprendió del techo y cayó sobre la silla de su escritorio, de donde se acababa de levantar mi padre. Las investigaciones dieron con un trabajador que confesó y detectaron que la orden venía de la dictadura dominicana.

En esa época, año 59, había tres polos políticos en América Latina: Betancourt, Fidel y Chapita.  Los dos primeros se aliaron para derrocar a Chapita mediante una invasión desde Cuba. El entrenamiento fue de meses. En su condición de secretario ejecutivo del “Comité pro Liberación de Santo Domingo”, mi padre hizo acto de presencia en La Habana.

Los patriotas, dominicanos, venezolanos y cubanos, salieron desde el aeropuerto de La Habana el 14 de junio. Vía aérea, el día anterior habían salido unas lanchas. El líder de la operación era Enrique Jiménez Moya. Los  despidieron como héroes en medio de lágrimas y llantos, en presencia de Castro. Al rato debió salir una segunda expedición. Pasó el tiempo y nada. Se dijo que Castro fue amenazado de una invasión por los Estados Unidos, amigos del dictador  Trujillo. Y Castro… lo dejó así.

Apenas sobrevivieron seis de los 196 expedicionarios. Una mortandad. Pero ese evento marcó el inicio de  la caída de Chapita, quien sería víctima de un atentado dos años después.

Otro día, antes de sus cien años de nacido, seguiré recordando a mi padre. Y Dios me de salud y gobierno para publicar sus obras completas.

Mientras tanto, su eterna presencia nos seguirá inspirando  en esta lucha sin cuartel por el restablecimiento de la democracia.

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