DIÁSPORA Y DECADENCIA


Rafael Gallegos    Blog núm. 412

Se vacía Venezuela. Millones de compatriotas han abandonado el país. Las proyecciones indican que de seguir esta situación se incrementará la cifra. Y al gobierno - no darle pena- lo único que se le ocurre para contrarrestar este grave fenómeno es su escuálida “Vuelta a la Patria”. Con la fanfarria que los caracteriza  retornan a los emigrantes  de cien en cien. Así tardarán miles de años en devolverlos. Claro que al gobierno lo que le importa no es que regresen… sino la propaganda. 

Venezuela ahora es un  país de viejos. Un deslenguado me dijo que hay tanta tercera edad en los bancos que es preferible tomar los tickets de atención normales, sobre los preferenciales.

Un país sin médicos. Sin profesionales ni técnicos. Venezolanos que huyen de los comercios cerrados, de las noches citadinas vacías y peligrosas, de los parques industriales fantasmas. Un país invertebrado. Con precios dolarizados y sueldos evaporados. 

La gente se va de Venezuela porque esta “revolución” no le ofrece alternativas de sobrevivencia. Contrario a la  tradicional inmigración que existió el siglo pasado, hasta que llegó el comandante y mandó a parar… la producción.

¿Por qué será que ningún venezolano emigra hacia Cuba, o Nicaragua, o Bolivia? Puro capitalismo: Estados Unidos,  Colombia, Panamá, Chile, España, Perú, Ecuador y paremos de contar.

Ya no hay salario mínimo, sino salario microscópico. Tres o cuatro dólares, si acaso, al mes. Qué vergüenza, en Haití es más de  cien dólares. En Chile casi 500. En el oprobioso capitalismo norteamericano ocho dólares, la hora. El sueldo con que se remunera a venezolanos por un mes de trabajo, lo consiguen  los chilenos en dos horas y los haitianos en un día. Y un norteamericano, ni se diga… en media hora. Somos el país más pobre de América.

Esta diáspora, que por su caudal y volumen incomodan hasta la desesperación a muchos países americanos y europeos, es producto de la política de destrucción estratégica (lobo feroz) “para comerte mejor”. Similar a la  Cuba de los sesenta, cuando buena parte de su población se mudó a Miami.  A los proyectos comunistas les estorban las clases pensantes y trabajadoras.

LA LEJANA DIÁSPORA ESPAÑOLA

Cuando los Reyes Católicos Fernando e Isabel expulsaron a cientos de miles de  árabes y judíos (diáspora decretada), España quedó desvalijada. Fábricas, agricultura, industrias. Madrid disminuyó de cuatrocientos mil a doscientos mil habitantes (¿por cuántos habitantes irá Caracas?), Sevilla pasó de 1600 telares a 300 y Toledo de 50 manufacturas de lana a trece (En Venezuela las industrias han disminuido desde 13.000 hasta 2.500). A la  diáspora se aunó el  rentismo español  con  el oro y la plata americana. Los españoles importaban los lingotes, los vendían y vivían de su renta. Similar al rentismo venezolano.

Luego cuando Lutero y Calvino, España (tras el Concilio de Trento) desechó las ideas de avanzada de los Jesuitas, profundizó el ya demodé absolutismo y casi que resucitó la Inquisición, contrario a una Europa que se abría a la modernidad. Algo así como los socialistas venezolanos que tratan de imponer un decadente y pasado de moda socialismo, ante un mundo que ha demostrado con creces que la empresa privada con contenido social es el motor de la prosperidad.

Diáspora, rentismo y desactualización ideológica. Un coctel decadente  que disminuyó a  España. De ser una potencia, se convirtió en uno de los países más atrasados de Europa hasta mediados del siglo XX.   ¿En qué se les parece a Venezuela?

VENEZUELA

Cuando esto pase, que va a pasar, ¿cuánta falta harán los médicos, ingenieros, contadores, administradores, abogados, técnicos, comerciantes y obreros que se fueron a agregar valor a otros países? ¿Cuántos de ellos podrán volver? ¿Hasta dónde nuestra  decadencia será irreversible?

Eso sin contar el daño que le ha causado al alma nacional tanta familia rota.  Padres e hijos que sustituyen el insustituible abrazo cotidiano por una computadora… claro mientras  la “revolución” no acabe con las redes.  La ilusión más grande de los padres es poder visitar esporádicamente a los hijos en sus nuevos países. Y siempre con el temor que la “revolución”, siguiendo a sus panas y jefes de la revolución cubana, acabe con los pasaportes.

Una tragedia de pueblo de la que somos espectadores y víctimas. Aunque, ojo, esto no quiere decir derrotados.

Recordemos cómo nadie podía creer cuando el muro de Berlín cayó como piezas de dominó, o cuando Gorbachov demostró que no hay peor cuña que la del mismo palo. Hoy presenciamos un guanteo parejo entre una “revolución” sin pueblo y repudiada internacionalmente, y una  naciente democracia.

Pilas y guáramo siguen siendo nuestras primeras necesidades. La meta debe ser, brincar por arriba de las tumbas como diría  el gran Rómulo Betancourt. Revertir la flecha del monumento cromático de Maiquetía.

Venezolanos en Venezuela. Y punto.

Comentarios

  1. Excelente artículo! Dios quiera llegue a todos los "políticos y politiqueros" de los países "amenazados" por el infernal
    -mal llamado Socialismo del Siglo XXI- cuyo único fin es hundir en la ignorancia y la miseria a los incautos pueblos sedientos de "Mesías Vengadores".
    ..Solo la Educación nos alejará de
    "delincuentes populistas" que andan a la caza de pueblos incautos.

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