RESURRECCIÓN
Rafael
Gallegos Blog núm. 375
Resucitar es regresar de la
muerte. Pero también regresar de la agonía. De ese continuo apagarse.
Venezuela, ¿quién lo duda?, está agónica, apagándose, disolviéndose. Todo se
evapora. Los jóvenes por millones cruzan los colores de Cruz Diez, llevándose
sus esperanzas en el morral. Sus padres se desdoblan y su alma se cuela a
escondidas en el morral de sus hijos. Sonrisas que se van, tristezas que se
quedan. Un patria que en gotas se esparce por el mundo. ¿Se van para no volver?
… ¿o volverán, cómo las oscuras golondrinas de Becker, a la hora de la
resurrección?
Venezuela agónica. Todo ha
dejado de ser. Un país de pujante juventud que da paso a un país de viejos.
Aunque hay que aclarar que como decía Uslar Pietri, no se está joven ni se está viejo… se está
vivo. Aquella sociedad de consumo que impresionaba a los extranjeros, ya no es.
Ahora es el reino de la escasez. Ya nada es. Sólo quedan los nombres, empeñados
en ser más tercos que la realidad. Todavía llaman panaderías a locales sin pan.
Centros de salud a hospitales enfermos. Kioscos de periódicos a negocios que
sólo venden alimentos. Agencias de automóviles a grandes locales vacíos.
Universidades a espacios con estudiantes y profesores en fuga. Ya nada es.
Dónde había comida hay hambre. Donde había abrazos familiares hay chateo. Ya
nada es. Sólo quedan los nombres.
Agonía colectiva. Agoniza
Pdvsa y todavía le dicen petrolera. Agoniza la CVG y la terquedad de los
nombres conserva siderúrgicas sin hierro, empresas de aluminio sin aluminio,
empresas eléctricas con luz entrecortada. Empresas turísticas sin turistas. Hay
que rebautizarlo todo.
Y la larga agonía de la
agricultura. ¿Quién atentó a muerte contra la agricultura? ¿Fuenteovejuna comendador
todos a una? O más bien: la revolución comandante para la destrucción. ¿Quién
mató a la industria? ¿Quién mató a la producción matando a los niños por
hambre?
Exprópiese… empresa parada
empresa tomada… el método Chaaz… un millardito.
Todo se disuelve. Los
sueldos se convierten en un parque temático ubicado en algún lugar de la
memoria. El bolívar llamado “fuerte” se debilita hasta la inanición. El llamado “soberano” se va
volviendo macuquino mientras pierde por KO el combate con el dólar. Y el petro…
no hay máscara semejante a su rostro. Todo se disuelve… la comida, la
democracia.
Todo agon¡za sin cambiar el
nombre. Sigue habiendo “elecciones”. Sin importar que el árbitro se vista de
rojo. Gol es gol dice el gobierno. Y cuando lo golean… nombra un “Protector”. Nada original en las
autocracias: Hitler luego de invadir Checoeslovaquia, se nombró su “Protector”.
No me proteja compadre.
Y en la terquedad de los
nombres se siguen llamando bolivarianos en lugar de bovesianos, por José Tomás
Boves, como sería lo correcto. Bolivarianos, obviando que el Libertador nació
oligarca y murió pobre, al revés de
tanto neo oligarca “revolucionario” que nació en la inopia y hoy cual Rico Mc
Pato, navega en dinero. Bolivarianos, aludiendo a quien nos dio la
Independencia, y al revés que él, nos
han hecho dependientes de Cuba.
Agonía al unísono. El
petróleo, el hierro, la agricultura, la industria, las universidades, los
hospitales, los autobuses de pasajeros, la democracia, la gente. Todo. Todo
agoniza en una enfermedad que como si fuéramos bobos quieren llamar Guerra
Económica; pero que todo el mundo sabe que se llama comunismo.
Pero no somos el primer
pueblo que agoniza. Japón con las bombas, Europa con sus guerras, muchas
dictaduras latinoamericanas, los pueblos tras la cortina de hierro. Y todos
resucitaron. Muy simple, las patrias no mueren. Agonizan hasta que encuentran
la manera de levantarse a construir su futuro.
Porque mientras nuestros
jóvenes se aferren a su querencia y sus padres al chateo, o haya madres
haciendo vida en las puertas de las cárceles intentando socorrer a sus hijos presos por pensar diferente,
quedará el espíritu de Pativilca.
De Pativilca, aquel sitio
donde el Libertador postrado en una hamaca, derrotado, débil, flaco
hasta los huesos y escondido de los realistas, asombraba a sus generales al
decirles que libertaría Colombia, luego a Venezuela, e iría al Perú…
- está delirando - se decían sus
generales.
Pocos años después… era el Libertador de Perú.
¡Ese es el verdadero espíritu de Simón Bolívar! Distinto del rostro que la
revolución le falsificó contradiciendo a todos los pintores del siglo XIX. Ese
rostro que guarda tanta desfachatez y que tal vez algún día sufrirá el destino
del retrato de Dorian Grey.
Las autocracias pasan y los
países quedan. Claro que podemos reimplantar la Democracia e iniciar un proceso
de resurrección en Venezuela. Nos queda el espíritu de Pativilca, el verdadero
espíritu del Libertador. Cada uno de nosotros un pedacito de Bolívar. Es
obligatorio despertar, no hay otra opción. Requerimos de Unidad y organización.
Pilas y guáramo porque llegó el lobo.
Debemos ser positivo e emprendedores saliendo de este regimen si podemos recuperar a nuestra venezuela nuestra industria y a los que se fueron somos hijos de Bolivar y lo podemos lograr.
ResponderEliminarRafael, uno de tus mejores artículos. Te felicito sinceramente...sigue cultivando esa musa lacerante y contundente
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