NARICEADOS
Rafael
Gallegos Blog núm. 352
¿Recuerdan cuándo había
autobuses suficientes? ¿Cuándo el Metro era limpio y ordenado? ¿Cuándo Pdvsa
era la segunda petrolera del mundo? ¿Cuándo se podía ir a un restorán con la
familia? ¿Cuándo usted salía hasta las tres de la mañana?
¿Qué pasó? Pregúntenle al gobierno y éste
sacará su lista de culpables: la guerra económica, Trump, y ahora con el posible
triunfo de Duque en Colombia… Uribe.
El gobierno le leerá un diccionario de palabras devaluadas. Eso es
parte del libreto de la “revolución”. Porque este desastre es estratégico.
Destruir el país para comerte mejor. Toda la palabrería, made in La Habana, es
para facilitar el nariceo a que nos someten.
Nariceados hacia las perreras, por ahora. Cuando
estas se queden sin cauchos o sin correas, vendrán las carretas tiradas por
caballos. Y entonces… sentiremos nostalgia de las perreras. Ese es el libreto.
Nariceados una y otra vez… hasta el abismo.
Para Rómulo Gallegos, esa
es la historia de Venezuela: “un toro bravo, tapaojeado y nariceado, conducido
al matadero por un burrito bellaco”.
Esta “revolución” hizo al
escritor Rómulo Gallegos más vigente que
nunca. Su simbología es historia viva. Tan viva como la barbarie que describió
en Doña Bárbara. Hoy, en pleno siglo XXI, la civilización sigue perdiendo la
batalla con esta barbarie que llamamos “revolución”. Y ésta, ante el desastre
en que han convertido a Venezuela, ni siquiera tiene la decencia de la Doña de
perderse en lontananza, para darle la oportunidad de una vida decente a su hija
Marisela.
Historia viva y actual, como
la clase de política que da el personaje galleguiano Hilario Guanipa cuando se
entera que va a ser padre: “Un Guanipa que llegará a ser Presidente de la
República porque desde pequeño le pondré un machete en la mano”… puro siglo XXI
venezolano.
En 1950 el entonces novel y
desconocido periodista Gabriel García Márquez, escribió que todo indicaba que era
seguro el Premio Nobel de ese año para Don Rómulo Gallegos. El pronóstico resultó fallido. Las presiones
de la dictadura de Pérez Jiménez (otra vez la barbarie contra la civilización)
lograron impedir el galardón. Claro, hubiera sido vergonzoso que le entregaran el Nobel de Literatura, a un presidente que
ellos derrocaron.
Ante el miedo a la imagen
de Rómulo Gallegos, a la dictadura - dicen que a Laureano Vallenilla- se le ocurrió negociar con el joven escritor
Camilo José Cela para que escribiera La Catira como primera novela de una saga
que imitara la inmortal obra de Don Rómulo Gallegos. ¡Como si el arte fuera
imitable!; pero quién le explica eso a tamaños ignorantes. Y le dieron 40.000 $ a Cela que, cosas veredes Sancho, sí fue Premio Nobel años
después.
De más está decir que La
Catira no dio la talla y a pesar del apoyo gubernamental, fue en primera
instancia un fracaso editorial, y a la larga, una vergüenza para la dictadura.
Como decía Don Rómulo, los
venezolanos vamos nariceados. Hacia las perreras, hacia la hiperinflación que
crece como crece la sombra cuando el sol declina, hay quienes dicen que llegamos
a 25.000%. Y el gobierno no propone nada para neutralizarla. Bueno nada
distinto a profundizar le “revolución”, que no lo dude, es profundizar el
hambre.
Tal como se observa con las
bolsas de basura. Antes nos asombraba ver gente hurgando las bolsas. La
alcaldía ante este problema de imagen prohibió que los restoranes sacaran la
basura de noche, una solución tan ridícula como la del señor que vendió su sofá
en el que encontró a su mujer con otro
hombre. Pero nada, ya nos asombramos al
ver a varias personas revisando las sobras. Y los deslenguados dicen que ahora…
¡se venden las bolsas de basura! ¿Otra forma de bachaqueo?
Y el pueblo, mientras más
pobre, más nariceado. El gobierno se niega a hablar de soluciones para la
inflación. Habla de guerra económica mientras ha multiplicado por cinco el
circulante y desde aquellos exprópiese provocado la paralización de la
producción. Actúan como si ignoraran que el sueldo mínimo está cien veces por
debajo de la cesta básica. Y eso se llama Hambre. Saben que el CLAP apenas
ayuda a algunos y no ha podido evitar que el consumo de alimentos baje de 38 a
12 kilos por persona.
Nariceados, como expresó Gallegos.
Aquel escritor cada vez más gigantesco y lamentablemente, cada vez más
desconocido por los venezolanos.
- ¿Usted
sabe quién fue Rómulo Gallegos?
- Claro,
una avenida.
- ¿Y
Francisco de Miranda?
- Claro,
la avenida que queda debajo de la Rómulo Gallegos.
Es imperativo rescatar
nuestros valores. ¿A cuánto deben llegar la inflación y hambre para que haya
Unidad y para que nosotros defendamos nuestros derechos?
Tanto admirar los toros de
casta para terminar nariceados. Quien no actúa como piensa termina pensando como actúa.
Pilas y guáramo son
nuestras primeras necesidades.
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