Rafael
Gallegos Blog núm. 348
¿TRANSICIÓN
O CONTINUISMO?
Venezuela está en la “Y”
del camino. Democracia o Comunismo.
El chavismo frenó a
Venezuela, que siguió rodando por la inercia de la República Civil. Pero ya llegamos
a velocidad cero. De allí este marasmo. Nada funciona. Paralizadas o “en vías
de”: Pdvsa, las empresas de Guayana, el agro, las industrias, los hospitales,
los autobuses, los comercios. Apagones, sequía, buscadores de basura, teléfonos
averiados… ¿Habrán dejado algo?
Solo crece la nostalgia de
cuando teníamos a mano a nuestros hijos, de cuando los ingresos alcanzaban para
comer completo, de cuando no era obligatorio encerrarse cuando anochece…
Todo está destruido. Y para
las “elecciones”, el gran destructor de la comarca nos dice que en su próximo
gobierno arreglará el desastre que él mismo provocó. Casi como que oyéramos:
Nooo chico te estaba echando broma… ahora sí voy en serio.
Lo único cierto es que el
fracaso -del país, porque el gobierno cumple su estrategia de destrucción- es
monumental. Somos una ruina sin gloria. Estamos muy lejos de cumplir nuestros
objetivos y se requieren cambios radicales. Es la hora de la Transición hacia la Democracia. Lo otro es la continuidad de este desastre.
Venezuela está entre la
transición y el continuismo. Y no es la primera vez. Veamos:
En 1935 a la muerte de Juan
Vicente Gómez, su lugarteniente general Eleazar López Contreras asumió el
mando. Se temía que el terrible general Eustoquio Gómez, primo del difunto, se
empeñara en tomar el poder.
Eustoquio tenía un
prontuario poco visto en este país de prontuarios. En 1907 asesinó, borracho,
al Gobernador de Caracas Mata Illas en un bar, disparándole desde debajo de la
mesa. Fue preso a La Rotunda. Luego Juan
Vicente Gómez hizo una tramoya y liberó a su primo bajo el seudónimo de Evaristo
Prato. Lo nombró – habrase visto- jefe del Cuartel San Carlos en Zulia.
Con el tiempo Eustoquio fue
un siniestro Gobernador de Lara y de Táchira. Lo asesinaron cuatro días después de la muerte de
su primo. Dicen que trataba de tomar la gobernación de Caracas para luego
hacerse con el poder. Aunque sus familiares dijeron que sólo iba a saludar al
gobernador…
Indudablemente Eustoquio
representaba la continuidad de la dictadura. Y López Contreras, muy
inteligente, representó la transición. Se salvó Venezuela.
EL
CONTINUISMO DE PÉREZ JIMÉNEZ
En 1950 una Junta Militar
encabezada por el general Delgado Chalbaud gobernaba Venezuela. Hacía dos años
que habían tumbado al escritor Rómulo Gallegos y debían legitimarse. Delgado
Chalbaud quería llamar a elecciones. Pérez Jiménez se oponía por aquella vieja
alergia de los déspotas a las decisiones del pueblo.
La historia es conocida. El
presidente Delgado fue secuestrado y asesinado. El jefe de la banda se escondió
en la Embajada de Nicaragua. Cuando la abandonó lo cosieron a tiros. Sabía
demasiado… Jamás se determinó quien fue el asesino. A nadie en el gobierno le
interesaba. Aunque el primer sospechoso fue Pérez Jiménez.
Y no hubo transición, sino
continuidad de la dictadura. Pérez Jiménez le colocó tenues caretas de
democracia a su autoritarismo. En 1952 convocó a una Asamblea Constituyente.
Participaron tres partidos: FEI, URD y Copei. El ilegalizado AD le ordenó a su
militancia no votar. Pero esta no hizo caso y acudió en masa. El gobierno
terminó contando los votos en los cuarteles. Y allí milagrosamente se voltearon
los resultados. El ganador oficial fue el FEI, del gobierno. Villaba ganador
sentimental y por votos, fue “invitado” a abandonar el país. Varios miembros del
árbitro electoral, renunciaron ante el
gigantesco fraude. Perdió la transición,
ganó la continuidad de la Dictadura. El militar Pérez Jiménez fue dictador por
cinco años más.
LA
TRANSICIÓN DE LARRAZÁBAL
En 1958, militares
encabezados por el Vicealmirante Wolfang Larrazábal derrocaron Pérez Jiménez.
Pero la transición estuvo en veremos. Seis meses después el general Castro León
trató fallidamente de derrocar a Larrazábal.
Éste contaba que los mismos
que lo habían acompañado a derrocar a Pérez Jiménez le calentaban la oreja para
que diera un golpe. Larrazábal les dijo: ustedes que me convocaron para acabar
una dictadura ahora quieren que yo me convierta en golpista, ¿cómo es eso?
Luego, cuando fue candidato
presidencial, sin que lo obligara ninguna Ley, el vicealmirante renunció al gobierno para evitar comentarios
de ventajismo. Igualito a los “revolucionarios” que padecemos. Larrazábal, quién
lo duda, fue el portaestandarte de la transición hacia la democracia.
La historia se repite. Hoy,
en 2018 estamos en otro dilema: Democracia o Comunismo.
Pueblo en “Y” solicita lópeces y larrazábales para la transición hacia la democracia.
Abstenerse los déspotas tipo Eustoquio, Castro León o Pérez Jiménez.
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