LA DESGASTADA PALABRA “REVOLUCIÓN”


Rafael Gallegos    Blog núm. 314

La historia de Venezuela está llena de “revoluciones” que en general han sido excusas para agilizar montoneras y tomar el poder. Debemos ser uno de los países con más “revoluciones” por año. Si ese fuera un indicador de desarrollo, no lo dude, seríamos por lo menos como Japón.

Comencemos por la “Revolución de las Reformas”, cuando Mariño trato de tumbar al presidente democrático José María Vargas. Pedro Carujo (uno de los asesinos de Sucre) le dijo a Vargas: “el mundo es de los más vivos”. Cuidaba la puerta el fatídico capitán Julián Castro, golpista consumado que asumiría el poder 23 años después mediante otra montonera llamada “Revolución de Marzo”, filosóficamente denominada así … porque fe en marzo.

También llamaron “revolución” a la Guerra Federal, en cuyo balance es mucho mayor la destrucción material y el odio desatado; que los discutibles beneficios, ya que tras un loable sentimiento de igualitarismo, dejó una gigantesca crisis y no cambió para nada la  estructura del país.  

Hemos tenido “revoluciones” para todos los gustos. De colores como la “Revolución Azul”, llamada así  el color intermedio de la bandera – ni amarillo de los federales, ni rojo de los conservadores – o leguléyicas, como la “Revolución Legalista” de cuando Crespo intentó impedir que Andueza Palacios permaneciera ilegalmente en la presidencia por cuatro años… y se quedó seis.

O montoneras andinas como la “Revolución Restauradora” de Cipriano Castro, interrumpida por la “Revolución Rehabilitadora” de su compadre Juan Vicente Gómez,  quien se  “habilitó y rehabilitó” en la presidencia hasta su muerte.

Tantas “revoluciones” y en 1936 éramos un país palúdico, con 85 % de analfabetismo y con una expectativa de vida de 36 años.

A partir de López Contreras, el país comenzó a enseriarse. Aunque los machetes de las montoneras de provincia fueron sustituidos por los sables de los cuarteles y  generaron la “Revolución de Octubre”, tema discutible para un próximo artículo, y el cuartelazo encabezado por Pérez Jiménez que duró diez años (48-58). Sin embargo, la democracia inició su implantación en esa etapa.

López y Medina significaron buenos cambios. La Junta de Gobierno del 45 promovió, por primera vez en la historia republicana, que los presidentes fueran electos de manera universal, directa y secreta. Luego asistimos a transmisiones de mando entre presidentes civiles. Se formaron generaciones completas en democracia. A pesar de los innumerables defectos, Venezuela conoció una era de prosperidad y paz jamás imaginada. Claro que nos aquejaban serios problemas que no suplimos arreglar bajo la óptica de la perfectibilidad democrática y en 1998 nos fuimos (estadísticamente) tras un mesías resultó un falso profeta.

RETROCESO

Cuando parecía quedar atrás  la época de las “revoluciones”, llegó un comandante y mandó a parar… la democracia. Primero con un fallido cuartelazo contra un gobierno constitucional el 4F. Y luego con un triunfo electoral que encerraba el  proyecto de destruir al país para “comerte mejor” y permanecer por siempre en el poder.

Se bautizaron como “Revolución Bolivariana”. Colocaron al Libertador como garante de tamaño desaguisado. En nombre del paladín de la democracia implantaron este cachorro de totalitarismo, en nombre de quien nos liberó de España nos colonizaron a Cuba, y en nombre del Padre de la Patria casi que nos convierten en un ex país. A Bolívar le falsificaron hasta el rostro… y todo en nombre de otra “revolución”.

Para avivarle la nostalgia, le instaremos a recordar cuando usted tenía agua todos los días en su casa, no había apagones, el internet era continuo, le alcanzaba la plata para comprar comida, podía adquirir ropa nueva, o irse de turista para un hotel en la playa. Sin ir muy lejos, cuando podía abrazar con frecuencia a sus hijos, o conversar con ellos  sin recurrir a las frías redes sociales. Y por favor, que no le echen la culpa a Trump, que estos padecimientos son producto de esas “sanciones” las empezaron los “revolucionarios” con exprópiese, invádase, los botados de PDVSA, la lista Tascón…

Esta nostalgia es producto de  la “revolución”. Venezuela ha llegado a extremos insostenibles. Hace falta un cambio radical. Pero después de lo que hemos conversado, sería vergonzoso llamar a ese cambio “revolución”. Debemos hacer los cambios diferentes para obtener diferentes resultados. Hay muchas metodologías: reingeniería, modernización, 2.0… eso sí cambio estratégico y en Libertad… Democrático.

Y bien hecho, para evitar que en pocos años se imponga otro Chávez, más aprendido.

“Revolución” o Democracia… he ahí el dilema.


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