CUENTOS DE TRIQUIÑUELAS ELECTORALES
Rafael
Gallegos Blog núm. 289
La historia de Venezuela
está llena de vivitos que le han usurpado al pueblo su derecho de elegir. Al
final resultan derrocados y hasta muertos. Aunque algunos como el dictador
Gómez, fallecieron en su cama rodeados de áulicos que competían por el volumen
de sus lágrimas para demostrar quién lo quería más.
GUERRA
FEDERAL
Pocos recuerdan que la
Guerra Federal nació por el miedo de los conservadores a aceptar el inminente
triunfo electoral de los liberales encabezados por Antonio Leocadio Guzmán. En
1844 estos lograron el control del Concejo Municipal del Cantón Caracas. Los
conservadores, tramoyas mediante, recuperaron utilizando “sus” tribunales. Cualquier
parecido…
En 1846 le anularon los
votos a Ezequiel Zamora en su elección
como concejal en Villa de Cura, y ante el inevitable triunfo de Antonio Leocadio
Guzmán en las presidenciales, el gobierno de Carlos Soublette lo persiguió,
anuló, apresó y hasta condenó a muerte. Luego le cambiaron la condena por
exilio perpetuo y a los dos años, cosas veredes, era nada menos que Ministro
del Interior de Monagas.
José Tadeo Monagas fue seleccionado por Páez como candidato
presidencial para evitar la inminente llegada de los liberales al poder. En
1848, luego del célebre y triste “asalto al Congreso”, Monagas se colocó abiertamente
en el bando liberal y se mantuvo, con sus familiares de mampara, diez años en la
presidencia. Por su parte Zamora, Guzmán y los líderes liberales, participaron del
nepotismo de los Monagas. Al ser desplazados
en 1858 por Julián Castro, comenzaron a gestar la horrenda Guerra Federal que resultó en
miles de muertos y en un país destruido.
Si los conservadores no
hubieran recurrido a tanta tramoya quizá la historia hubiera sido diferente y
se habría evitado la Guerra Federal. Total, los liberales lo que pedían era
libertad de los esclavos, eliminar la Ley de Libertad de Contratos y
alternabilidad en el poder. Pero esto último no lo soportaba la autocracia
conservadora.
LA
REVOLUCIÓN “LEGALISTA” DE CRESPO
Años después Joaquín Crespo
movilizó la llamada Revolución Legalista porque Andueza Palacios pretendía
incrementar su período presidencial de dos a cuatro años. Tomó el poder… y se
quedó seis años. Por si fuera poco, para las elecciones de 1897, montó una gigantesca
trampa electoral para que ganara su pupilo Ignacio Andrade. El pobre Mocho
Hernández, clamado por el pueblo en toda Venezuela, fue esquilmado. El pueblo
sacó los famosos versos: El Mocho se quedó con las masas/ Andrade se quedó con
las mesas… el Mocho fue apresado y al poco tiempo se escapó, disfrazado de
cura.
Joaquín Crespo, padre de esa
tramoya, terminó asesinado en el sitio
de la Mata Carmelera. Para unos lo mataron los mochistas, para otros que sus
mismos partidarios. Total, como en el asesinato de Zamora… nunca se supo si lo
mataron los enemigos, o los “amigos”. Andrade finalizó desplazado por la
invasión andina, comandada por Cipriano Castro.
EL
DESCUIDO DE MEDINA ANGARITA
Al morir Gómez, López Contreras heredó el poder y
comenzó a instaurar la democracia. Bajó su período presidencial de siete a
cinco años, toda una lección histórica. Le sucedió Medina Angarita, un gran
demócrata que tumbaron por no decidirse ante el clamor de las elecciones
universales, directas y secretas. Un descuido (¿o una tramoya?) que le costó el
poder.
EL
PLEBISCITO DE PÉREZ JIMÉNEZ
El dictador Pérez Jiménez,
con sus leguleyos a su servicio, cambió
la elección correspondiente a 1957 por un plebiscito, que pudo ganar con una
trampa gigantesca. A los dos meses estaba huyendo por el aeropuerto de La
Carlota.
LA
EXCEPCIÓN DE LA REPÚBLICA CIVIL
Nada nuevo bajo el sol. La historia de
Venezuela parece un concurso de triquiñuelistas electorales a ver quién se queda
con el poder. La excepción es la República Civil 1958-98. Con todos los
defectos, durante ese período se realizaron sin falta y a su hora, las
elecciones que dictaba la Ley. Sin excusas como legalización de partidos o “no tengo
tiempo”. Que quede claro: en ese período el gobierno perdió siete de nueve elecciones presidenciales, y de los primeros quince años, en apenas tres los
gobiernos tuvieron mayoría en el Congreso. Y ni Betancourt, ni Leoni, ni
Caldera anularon elecciones como en Amazonas o el colmo, dejaron de pagarle al
Congreso. Ah! y siempre entregaron su Memoria y Cuenta en el Hemiciclo, sin
inventar atajos como los que hoy observamos. Claro, hablamos de dirigentes
demócratas y… no se le pueden pedir peras al olmo.
EL
DESFASE ELECTORAL DE MADURO
¿Cómo terminará esta
triquiñuela electorera? No se pierda los próximos meses. Eso sí, a todos nos
conviene que la solución sea electoral. Elecciones ya. Basta de usurpar los
derechos del pueblo.
Comentarios
Publicar un comentario