LO QUE NO VOLVERÁ… CON ESTE GOBIERNO
Rafael Gallegos Blog núm. 273
¿Quedará algo?, nos
preguntarnos los venezolanos al observar destrozo de nuestra patria. Nos han
convertido en una ruina… sin gloria. Cuesta explicarles a los más jóvenes lo
que hemos perdido. En parte porque no está en sus esquemas mentales y además,
porque es difícil conversar con ellos,
ya que dos millones de jóvenes se han marchado del país, en un éxodo bíblico que deja como un niño de pecho al de
Moisés. Nada nuevo bajo el sol, cuando los países fracasan la gente emigra.
Recordemos como en los años setenta llegaban a la Venezuela democrática y
próspera ciudadanos de Uruguay, Chile y Argentina, entre otros países, huyendo
de sus hiperinflaciones y sus
dictaduras. Hoy, se han invertido los roles.
Se han ido del país muchos
jóvenes, talentosos profesionales y técnicos, buscando un futuro digno que no
les puede dar esta “revolución”. Buscando libertad y prosperidad, ingresos para
comer bien y completo ellos y su familia sin tener que pasar por la indignidad
de colas de horas para comprar aceite, papel higiénico, harina precocida o
leche para la sobrevivencia de sus hijos; o por la vergüenza de que en el
abasto les quiten la cédula para luego llamarlos, o que los marquen como vacas;
o sin tener que pasar por la frustración de encontrar productos básicos a
precios inalcanzables, o la vergüenza de tener que engañar a los hijos con
teteros de cualquier sustancia menos la inalcanzable leche. A esto nos ha
traído este socialismo. Al hambre y a la desnutrición. Y tienen razón en irse,
cada quien es dueño de su vida. Nuestros jóvenes saben que mientras nos sigan
desgobernando los socialistas, la comida… no volverá.
También saben que no
volverán las viviendas alquiladas o compradas.
La “revolución” en su plan de destrucción nacional se encargó de
desaparecer los alquileres con una absurda ley y las compras con esta
vertiginosa inflación. Y mientras nos sigan desgobernando, las viviendas para
compra o alquiler… no volverán.
Se jactan de haber
construido 1,2 millones de viviendas; pero no explican cuántas de ellas son un
brochazo de pintura del barrio tricolor y en cuanto al número de construidas,
alguien debe ponerle el cascabel al gato y hacer una contraloría que asome las
cifras verdaderas. De corroborarse el número, se trataría de un milagro: records de viviendas construidas en medio de gigantesca escasez de cabillas, de cemento, de ladrillos.
Y mientras nos desgobierne
esta “revolución”, tampoco volverán los concesionarios de carros con carros,
los auto mercados con comida, las
farmacias con medicinas, las caucheras con cauchos, las panaderías con pan, los
auto periquitos con periquitos, los posgrados médicos con médicos y paremos de
contar.
Tampoco volverán los
estadios de béisbol llenos; ni las carreras de caballos, ya cerraron Santa Rita
y por lo vientos que soplan lo harán con La Rinconada y Valencia, al mejor
estilo de los Castro; ni las salidas nocturnas, ni RCTV, ni la Pdvsa productora
de divisas, ni las abundantes hallacas navideñas, ni los carros nuevos, ni los
repuestos de los carros, ni las baterías, ni los estrenos decembrinos para
nuestros niños, ni el Niño Jesús, ni los útiles escolares comprables, ni los
presupuestos justos para las universidades, ni las bebidas alcohólicas a
precios asequibles, ni las invitaciones a comer a las amistades, ni los poli
vitamínicos, ni las toallas sanitarias, ni los artículos de tocador de las
mujeres, ni las universidades relativamente económicas, ni los perros calientes que no impliquen el
desembolso de dos días de trabajo, ni los taxis económicos, ni los fines de
semana en la playa, ni el viaje de vez en cuando a Margarita o a Mérida, ni los
restoranes algunos fines de semana, ni los hospitales menos enfermos que los
pacientes, ni el respeto a las posiciones políticas de los empleados públicos.
Mientras esta “revolución” nos desgobierne… desengáñese, nada de esto volverá.
Y seguiremos imitando a La
Habana con su museo de carros antiguos al aire libre (observe como ha
envejecido nuestro parque automotor), con tres de nuestras ciudades entre las
más peligrosas del mundo, y galopando
con records mundiales de inflación, escasez, devaluación y hambre. Qué
vergüenza: la primera hambruna petrolera de la historia, la propia cuadratura
del círculo populista.
Gracias “revolución” por tanto
favor recibido.
Y encima no se quieren
contar. El miedo al castigo por sus fechorías les impide entender que el
Revocatorio, o las elecciones generales, son una válvula para que se vayan en
paz, como lo clama el pueblo en un 90%.
Y hay que estar claros,
mientras nos desgobierne esta “revolución”, y mientras no nos pongamos las
pilas, la Democracia… tampoco volverá.
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