LA SOLEDAD DE LA “REVOLUCIÓN”
Rafael Gallegos
Blog núm. 263
Luego de la contundente
marcha del 1S, los venezolanos podemos parafrasear los versos satíricos inventados por el ingenio
popular, cuando el fraudulento triunfo presidencial de Ignacio Andrade en 1897:
la MUD se quedó con las masas y el gobierno se quedó con las mesas (por ahora).
De ahora en adelante las únicas masas que podrá controlar este gobierno son las
de harina precocida, o la abundante masa que exhiben algunos enchufados en su
humanidad, en medio del grotesco espectáculo
de unos gordos que intentan gobernar a
un pueblo cada vez más famélico.
Contundente. No hay otra
palabra para expresar la Toma de Caracas. El pueblo habló. Quiere Revocatorio
para salir del gobierno. Ya la polarización es un cuento. Un solo polo, el que
está loco porque Maduro se vaya. El gobierno se quedó más solo que la una: ni
gente, ni dólares, ni carisma; qué frio. El único calorcito que pueden sentir
es… el del sol a sus espaldas.
Lejanos están los días en
que impregnados de popularidad invocaban la Asamblea Constituyente, por encima
de los extremos legales de la Constitución del 61, basados en aquella famosa frase
del abate Sieyes: la soberanía reside en el pueblo. Pero en diez y ocho años de
desaguisados pasan muchas cosas. Los pueblos pasan del amor al desamor y al
desencanto. Del frenético aplauso, pasaron a los valientes cacerolazos, como
los históricos de Villa Rosa.
El despilfarro, el desmantelamiento
del aparato productivo, la licuefacción de las instituciones (zumo, jugo, hugo,
maduración…), las elecciones sin transparencia y el clímax: sumisión a la
revolución cubana, acabaron con la popularidad de la “revolución”. Ya no huelen
a masas, por ello ahora no repiten, ni locos, que la soberanía reside en el pueblo.
Más bien, como siempre tan “bolivarianos”,
actúan como cambiando el sentido de las frases del Libertador: si el pueblo se
opone, lucharemos contra él y haremos que nos obedezca.
Ahora le huyen a las
elecciones. Lejos quedaron aquellos días en que el árbitro electoral “volaba” a
petición del jefe y en un mes realizaba cualquier elección, ganaban y se
jactaban de ser demócratas. Ahora le huyen inconstitucionalmente a la elección
de gobernadores, porque se saben perdidos. Y al Revocatorio, ni hablar. Al “mejor
sistema electoral del mundo” lo paraliza… el miedo.
La misma práctica de todos
los comunistas. Dicen que el pueblo tiene conciencia revolucionaria cuando está
con ellos, y que está confundido y hay que “educarlo” cuando está contra ellos.
¿Revolución obligada?
Se dicen demócratas pero no
invitan a los opositores a los medios de comunicación del estado, justifican tamaño sectarismo
diciendo que están acosados por el imperio y por la guerra económica. Dicen que
Chávez inventó el Revocatorio; pero le huyen, oí a un diputado diciendo que
Chávez lo inventó para el poder popular, no para los oligarcas y que por eso le
ponen trabas. Habrase visto.
Y ahora, quieren
oficializar la dictadura eliminando la inmunidad parlamentaria. Por ahora
invalidan los actos de la Asamblea, en un vergonzoso acto de mujiquismo
leninismo. Te pareces tanto a mí y que les cantó Hitler, el mismo que quemó el
congreso alemán.
OÍDO
POR UN DESLENGUADO
El 1S, un deslenguado oyó
que unos enchufados conversaban:
- Abajo
la oligarquía
- Jefe,
¿y quiénes son los oligarcas?
- Chico,
¿no sabes?, los que están contra el gobierno
- Ah,
¿los que están marchando por todas las avenidas de Caracas?
- Claro.
- Uffff
- ¿Qué
te pasa chico?
- Jefe,
que Venezuela está llenito de oligarcas
- Pero
nosotros también llenamos la Avenida Bolívar
- Sí,
pero no de oligarcas
- Claro,
puro pueblo.
- No
jefe, puro miliciano, y por delante,
porque al fondo, nada. No pudimos tapar el vacío ni con una foto vieja que nos
mandó el número dos.
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Sin
plata, sin carisma, sin gente. Derrota electoral segura, donde se cuenten los
descuentan. Solo les quedaría una dictadura comunista, como la de los hermanitos
Castro. Pero estamos en el siglo XXI y el mundo entero los está cazando.
Mercosur, OEA, ONU, Europa, Estados Unidos.
También
pueden demostrar talante político y ante lo inevitable del final, negociar o brincar
la talanquera en una especie de madurostroika. Así, evitarían un final a lo Macondo y podrían preservar algún futuro para
su movimiento.
Porque
de seguir con esa actitud de aferrarse al poder por encima de la realidad, quedarán
más desvencijados que Macondo cuando llegó el ventarrón. Será bueno que
revisaran sus pergaminos para que puedan evitar
el camino de las estirpes comunistas condenadas a cien años de soledad:
no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.
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