BOLÍVAR FALSIFICADO
Rafael Gallegos
Blog núm. 264
Simón Bolívar ha sido más
victimado que comprendido. Los dictadores, los autócratas, los semi demócratas
y tanto mediocre que nos ha gobernado, aunados a los infaltables felicitadores de
siempre, han utilizado su imagen como trampolín para sus turbios negocios.
En 1835, Santiago Mariño
y José
Tadeo Monagas encabezaron el primer golpe de estado venezolano, titulado
pomposamente como “Revolución de las Reformas”. Los mismos que habían
desconocido tantas veces el liderazgo de Bolívar, justificaban su intentona con
la reivindicación de su imagen y hasta la reedición de la Gran Colombia,
obviando lo que le costó al Libertador
mantenerlos alineados tras su visión de integración americana. Puras excusas
que demuestran que el Libertador, como decía Monagas de la Constitución, “sirve
para todo”.
En 1842, se trasladaron los
restos de Bolívar a Venezuela. Tal vez a José Antonio Páez le remordió la conciencia o a lo mejor vislumbró
el negocio que resultaría la reivindicación de la imagen del Libertador y Congreso
mediante, ordenó el traslado. Páez, el mismo que le había prohibido la entrada
al país cuando la disolución de la Gran Colombia, solicitó traerlo muerto.
Cosas veredes, Sancho.
A Guzmán Blanco le
encantaba que lo compararan con su pariente Bolívar. Era nieto de Josefa, una de las “musas” Aristiguieta,
primas del Libertador. En una ocasión, alguien a quien trató a gritos en su
despacho en ocasión de negarle un trabajo, salió de la sala diciendo en voz
alta: hasta en el mal carácter se parece al Libertador. Todo un misil al ego de
Guzmán. Éste, inmediatamente lo devolvió y le otorgó el trabajo. Guzmán en 1876 trasladó los restos de Bolívar
desde la Catedral hasta al Panteón Nacional. Subió las escaleras con la Negra
Matea guindándole del brazo. Ésta contaba con contaba con 103 años de los 113
que vivó y quiso tanto a Bolívar, que cuando ya moría dijo que se iba al cielo “a ver al niño Simón”.
A Cipriano Castro
disfrutaba en demasía cuando sus aduladores lo compararan con Bolívar. Y ellos,
reflejados en el libro “Los Felicitadores” del gran Pio Gil, se esmeraron en
ello con creces y agregaban que Castro era más grande que el Libertador. Entre
las frases que contiene el libro, va esta: “Bolívar ambicionaba la corona y no
la merecía, Cipriano Castro la merece y no la codicia”. ¡Descomunal!
En 1908, cuando un golpe
cambió a Castro por Gómez, los jaladores siguieron siendo los mismos, total lo
de ellos es el gobierno sin importar quién mande. “Libertador de la deuda”,
“Padre de la Patria nueva”, “Nuevo Libertador”, le decían al Bagre, quien de
seguro se recostaba en su silla con sus bigototes ensanchados por la sonrisa.
Qué hombres tan pendejos… habrá pensado ante la aglomeración de aduladores.
López Contreras, Ministro
de Guerra de Gómez y heredero de la presidencia, comenzó la democratización del
país; pero cayó en un culto electorero al Libertador. Su partido se llamaba
“Cívicas Bolivarianas”. Como si el Libertador hubiera sido lopecista.
Los siguientes presidentes
pusieron al Libertador en una estatua. Lejano, tieso, ciego. Una imagen para la
adoración de los mandamases de turno. Intocable como un jarrón chino. Tal vez
si Bolívar se hubiera bajado del caballo y reclamado por tanta injusticia, le
hubieran dicho como al Cristo de Dostoievski: mire Don Simón, es mejor que
regrese a su estatua, porque de lo contrario
vamos a tener que crucificar al Libertador en el nombre del Libertador.
Después llegó el comandante
Chávez y mandó a parar… la democracia. Usó, reusó y abusó de la figura del
Padre de la Patria. Se decía que le tenía un puesto en su mesa, a su lado.
Bautizó su movimiento como bolivariano. Convirtió a Bolívar en socialista. Sus
bolivarianos eran la patria, y los demócratas ¿realistas?
Hicieron a Bolívar cómplice
de las expropiaciones, las invasiones, la licuefacción de poderes, el
ventajismo electoral, del saludo militar “Chávez vive la patria sigue”, del
irrespeto a los que piensan diferente, del soez idioma oficial.
Utilizaron a Don Simón como
excusa para demoler la patria que creó. Lo que falta es que usen su imagen para
decir que es el padre de la escasez, de la hiperinflación, de la devaluación,
del hambre, de los presos políticos…
Pregonan que Chávez es el
Libertador del siglo XXI, habrase visto. Tal vez mañana digan que Maduro es
otro Bolívar. ¿Libertador de la inflación?... pregunto.
Bolívar debe arañar su
tumba al observar horrorizado como falsifican su legado y hasta su rostro. Decirle
socialista, a él, liberal de su siglo y de paso, sus partidarios fundaron el
Partido Conservador de Colombia. Ah! y nació rico y murió pobre, al revés de
tanto “bolivariano.”
Su legado es: América
Libre, Independiente y Democrática. Lo demás, son falsificaciones.
Les aterra como Bolívar
despierta luego de diez y ocho años.
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