SANGRE, SUDOR Y REVOCATORIO

 Rafael Gallegos    Blog núm. 248

En julio 1945 Churchill, inmortal triunfador en la Segunda Guerra Mundial, perdió sorpresivamente las elecciones. Sin  excusas, ni insulto a los laboristas, entregó el cargo de Primer Ministro. No  recurrió a sandeces como que el pueblo inglés estaba confundido, arrepentido, o engañado. Se fue para su casa inmediatamente abriéndose paso  entre las ruinas de Londres y un pueblo menesteroso. Inglaterra le estaba infinitamente agradecida a su viejo León; pero quedó claro que lo quiso para la guerra y no para la paz. Y Churchill acató, era un demócrata.

En el 2016 Maduro, está recibiendo una estruendosa derrota  en su Guerra Económica. Una guerra sin bombas que deja una Venezuela en ruinas,  destrozada, sin comida, sin medicinas, sin trabajo, sin empresas, sin dólares, con inflación, escasez y decrecimiento. ¿Seremos la primera hambruna petrolera de la historia? ¡Qué vergüenza!

A Maduro le corresponde contarse en un Revocatorio y se niega. Si fuera demócrata y estadista, en lugar de huirle con tanta tramoya, él mismo llamaría a Revocatorio para buscar salida a esta crisis. Fue derrotado en las elecciones para la Asamblea y en vez de entender que esa fue la forma como las mayorías venezolanas  le reclamaron su monumental fracaso, comenzó a hablar de pueblo engañado, manipulado y arrepentido.  Perdió la guerra económica y no precisamente contra Hitler y Mussolini, sino contra un ejército imaginario. Maduro palpa por un país  desvalijado y en lugar de buscar soluciones, deja a la ciudadanía perpleja al gastar dinero en un simulacro contra… una invasión gringa. ¿Estará consciente de tanto molino de viento?

Mientras la economía y la desesperanza pulverizan al país, imita a los sabios de Bizancio, filosofando acerca de las carcajadas del diablo, el tamaño de los pelos del pubis, mientras les tumbaban los muros de la ciudad.

EL MENSAJE DE CHURCHILL

Sólo tengo para ofrecer sangre, sudor y lágrimas, le dijo Churchill al pueblo inglés y este supo a qué atenerse. Nadie se llamó a engaño, y en medio de privaciones, lograron la victoria.

Hubiera sido diferente si Maduro le hubiera dicho a su pueblo sólo tengo para ofrecer escasez, inflación e inseguridad. Pero a Maduro le dio por ofrecer el legado de Chávez y la gente entendió que seguía la parranda, con sus insultos a los enemigos de la oposición, las expropiaciones a empresas productoras, la politización de PDVSA, el acabose de Guayana, la sumisión a los Castro, en medio de los dólares petroleros que le permitían al presidente repartir dinero de los venezolanos a los países panas, importar todo sin producir nada, o decir que tenía  guardados en cualquier bolsillo unos millones de dólares.

Pero al presidente Maduro no le fue dado por los dioses del populismo decir “el despilfarro debe continuar”. Más bien la realidad le pasó factura y le aplicó el viejo proverbio chino: “si no hay leal no hay lopa”. Y hoy, al revés que Churchill, perdió la guerra aunque no sepamos contra quien y hasta neguemos que la haya habido.

La idea no es comparar a Churchill con Maduro, ¡por Dios! Pero la historia siempre ayuda.  Por cierto, Churchill seis años después, regresó como Primer Ministro. Cosas de las democracias.

CUENTOS DE DEMÓCRATAS

López Contreras, a pesar de su origen gomecista, pasa a la historia como un forjador de la democracia y lo engrandece el gesto de recortar su período presidencial de siete a cinco años, sin que nadie se lo solicitara.

Larrazábal, cuando fue candidato contra Rómulo Betancourt, renunció a la presidencia, para evitar que lo acusaran de abusar de su cargo de Presidente de la República en su campaña. Pura dignidad.

Betancourt, en 1973 tenía 65 años. Nada le impedía ser candidato a la presidencia y ocuparla por tercera vez. Sin embargo, se negó. Gran estadista, midió lo que significaba para la democracia venezolana su perpetuación en el poder.

Aunque tal vez tuvo presente cuando una gitana le leyó a mano en la frutería de Barranquilla y le dijo que iba a ser presidente de Venezuela dos veces; pero que no se le ocurriera ir por la tercera.

López, Larrazábal y Betancourt, grandes venezolanos pensaban más en su país que en su podercito. Al revés que Maduro, quien aferrado a su presidencia sin pueblo, dice que el Revocatorio no una opción.  Y tiene razón, el revocatorio no es opción, es una alternativa histórica, la única  para superar este atolladero. Cuidado con un “hambreatorio”.

País desvencijado  solicita estadistas, abstenerse salvadores de la patria.


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