LOS PERROS DEL IMPERIO

        
 Rafael Gallegos    Blog núm. 240


Me pareció maravillosa la prioridad que le dio el gobierno a la siembra de conucos, terrenos baldíos, terrazas, balcones y cualquier huequito. “Contra hato, conuco” podría ser un lema muy didáctico para una campaña electoral. El pueblo no puede seguir dependiendo de los capitalistas del campo, ni de su malévola distribución, ni de sus oprobiosas leyes de oferta y demanda que hacen de la comida una mercancía. “Los conucos al poder”.

Ahora, gracias a la agricultura urbana  cada quien podrá sembrar su comida. Nuestros alimentos irán directamente del  balcón a la boca. Sí, hombre nuevo y mujer nueva, haremos mercado en nuestra propia casa, sin tener que pararnos de madrugada para introducirnos en esas humillantes colas de los supermercados, producto de la guerra económica. La manera revolucionaria de hacer mercado en el futuro, será levantarse, tomar café sembrado por nosotros mismos o “truequeado” con cualquier vecino por nuestras caraotas o ñames,  y luego escoger el almuerzo en el conuco de balcón, o en el área común del edificio.

Sabiduría ha demostrado el Presidente de la República al meter presos a los gerentes de los establecimientos que esconden la comida y se la  entregan  a los dueños de los restoranes de ricos, aunque un deslenguado me dijo que ahora todos los restoranes son de ricos porque una hamburguesa en la calle cuesta mil bolívares. Y bien privados de libertad están porque también negocian con los bachaqueros, esos capitalistas oportunistas que la “revolución” debe reeducar a tiempo. ¡Plomo al hampa de los supermercados!

El conuco de huequito nos permitirá liberarnos de la inflación inducida  por el imperio. Ahora la comida nos saldrá gratis.  ¿Y los costos?, se preguntará usted. Pues muy simple, en primer lugar no estaremos con esa farsa de los malos empresarios, o sea los que no comulgan con la “revolución”, de solicitar dólares. Ya lo dijo clarito el Presidente: no hay dólares para los empresarios. Y tiene toda la razón. Gastaremos puros bolívares en la producción de comida de balcón. Además, y esto es un notición, el Alcalde de Caracas  nos va a comprar toda la comida que nos sobre a los conuqueros, y con eso pagaremos los costos. Elemental querido Watson. Pura economía socialista, de esa que ignoran esos economistas opositores de la asamblea adeco burguesa.

Y tendremos de todo en el balcón. Como si estuviéramos en el imperio con todos los “aranqueles  fules” (enchufado dixit).
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La gran ventaja de estas siembras es que no necesitan mucha luz, escasa por los apagones provocados por iguanas, lagartijas, conspiradores  y ahora por culpa de ese Niño, que Dios me perdone,  creo que fue educado en el imperio para que a los hombres nuevos y nuevas nos falte el agua y la luz y comencemos a dudar de la eficiencia de la revolución.
El otro día un deslenguado me sacó de mis cabales.

-      Ese Lenin, comandante eterno de todos los comunismos, será muy alumbrado – me dijo el deslenguado de lo más prepotente - pero se equivocó cuando dijo aquella barbaridad de que la revolución marcha al ritmo de la electrificación.

-     -  ¿Por qué?- le pregunté con curiosidad.

-   -   Porque en Venezuela la revolución marcha a son cubano de los apagones.

-      - ¿Por qué? – repregunté.

-      - Si no hay apagones la gente puede producir y salir de la pobreza hacia la clase media, y eso no les conviene porque  después se vuelven escuálidos y no votan por ellos.

-      - Chico yo creí que ya no quedaban opositores- le comenté molesto.

-     -  Bueno, a pesar de tanto preso, exiliado y huido, todavía quedamos- me dijo con una sonrisa que me molestó.

-     -  Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo – le repliqué, y hasta le grité.

PASTEL DE CHUCHO

Gracias a este conuquismo leninismo, además de vegetales, también sembramos peces. Tenemos una pecera en la sala  y criamos tilapias. Eran varias; pero se me murieron y quedó una. Grandotota. Mi hijo la agarró de mascota y hasta le puso nombre: Chucho.

Como no podíamos comer carne por la Semana Santa (y a decir verdad por los dos mil bolos el kilo) se nos ocurrió hacer un pastel de pescado. Cuando mi hijo se enteró armó un berrinche. Te comiste mi mascota- me dijo. Me hizo sentir como si me hubiera comido su perrito. Es que, literalmente, nos comimos… un pastel de Chucho.

LAS OSCURAS GOLONDRINAS

Ese tal Bécquer como que era medio cegato. Y que volverán las oscuras golondrinas en su balcón sus nidos a colgar. Las oscuras golondrinas llegaron a mi balcón; pero no eran golondrinas sino zamuros. Y se comieron mi conuco.


No lo dudo, el imperio adiestró y me mandó zamuros para el balcón y acabaron con mi cosecha. Igual el imperialismo envió ratones y perros para las  áreas comunes del edificio, que además de orinarse, se comieron las verduras. Y yo no lo dudo, esos perros son… perros del imperio.

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