SORDERA POLÍTICA EN TRES ACTOS

 Rafael Gallegos    Blog núm. 234

La resurrección de la Emergencia Económica muestra hasta donde está dispuesto a llegar el régimen para permanecer en el poder.  Como la madre falsa del pasaje de Salomón, prefiere partir al niño en dos pedazos antes que dejar que viva con su verdadera madre. Todo, con tal de quedarse en el mando, sin importar que con el casi ex país que están construyendo, cada día sean, como en la canción del Puma, más dueños de nada.

La decisión del TSJ refleja la licuefacción de poderes en beneficio del Presidente de la República, siguiendo la ruta jugo, zumo, hugo y ahora “madurado”. Y que les quede claro: la separación de poderes no es cosa de neoliberales, sino imperativo de las democracias.

 Lo peor de esta “resurrección” de la Emergencia Económica, es que muestra una peligrosa sordera política que le impide al gobierno interpretar la realidad: el pueblo ya no los quiere,  los ve como un obstáculo para su calidad de vida y desea que se vayan. ¿No escucharon el atronador ruido de las parlamentarias? La historia, como los ríos, suena cuando trae piedras. Los políticos, deben agudizar el oído. Cuando no oyen, o se hacen los sordos, devienen los movimientos violentos que a veces ocasionan mucha destrucción. Ejemplos históricos de sordera política, sobran. Veamos:

1.- La Guerra Federal… en 1846 los liberales eran seguros ganadores de las elecciones presidenciales. Habían arrasado en las municipales de Caracas. Se estimaba que el 60 % de los grandes electores estaban con el liberalismo y el pueblo llano, que no votaba, los vitoreaba a lo largo y ancho de Venezuela. El líder Antonio Leocadio Guzmán, era la esperanza.

Los conservadores empezaron con leguleyerismos (¿les suena?) e inhabilitaron como candidato a Antonio Leocadio Guzmán y luego lo condenaron, fallidamente, a muerte; encarcelaron concejales y acabaron con la mayoría liberal en el Concejo Municipal, apresaron  joven líder Ezequiel Zamora. Al final, los godos y  algunos liberales blandengues se transaron con José Tadeo Monagas, se inició el “monagato”, diez años de nepotismo, que incluyeron el asalto al Congreso del 24 de enero  1848. El  pueblo siguió con hambre, sin tierras, sin elecciones directas. Nadie lo oyó, pura sordera.

Trece años después, la Guerra Federal arrasó a Venezuela. Si se hubiera escuchado al pueblo en 1846, se hubiera evitado tamaña destrucción.

2.- El 18 de octubre… el pueblo, que sí existe y hay que oírlo, solicitaba elecciones directas, universales y secretas. Hasta ese momento sólo votaban los hombres que supieran leer. Elegían a los diputados que reunidos, seleccionaban al Presidente de la República. Por eso fue que Don Rómulo Gallegos en el 41, con gran apoyo popular, apenas obtuvo 13 votos en las presidenciales, contra 120 del coronel Medina Angarita. Además, los militares de academia estaban cansados de ser mandados por los “chopo e’piedra”.

En 1945 seleccionaron al Dr. Diógenes Escalante como candidato unitario. El compromiso era materializar esos anhelos durante su período presidencial. Pero Escalante enfermó. El gobierno escogió como candidato al Dr. Ángel Biaggini, que ni tenía ángel, ni garantizaba los cambios.

Medina, un gran presidente, no oyó el clamor popular y lo tumbaron. Su sordera política, trajo un golpe, que se hubiera podido evitar.

3.- El triunfo de Chávez… el llamado puntofijismo mostró grandes logros: revolución educativa, crecimiento de la producción, democracia, grandes obras de infraestructura, Guayana, Pdvsa, etc.  Sin idealizar, construyó una democracia perfectible, el período de más prosperidad en la historia de Venezuela. Sin embargo, los líderes tradicionales no dejaron pasar a los relevos y cuando se agotó el modelo, no supieron implantar los cambios. La pobreza empezó a crecer, la inflación a dispararse, la calidad de vida a disminuir  y los cogollos de los partidos a solidificarse. El pueblo, que sí existe más allá de los votos, pedía cambios de manera cada vez más urgente. A falta de respuestas creció la anti política y surgió Chávez. El pueblo, desesperado y mesiánico, lo siguió. Y cual Flautista de Hamelin, los ratones al barranco. Si los líderes hubieran oído el clamor de la historia, otro hubiera sido el derrotero.

Hoy observamos como la “revolución” repite la historia y no oye al pueblo que les dice ya basta, fracasaron, queremos democracia y modernidad para nuestra calidad de vida.

Al ir el TSJ contra la Asamblea, va contra la historia  y ojalá me equivoque, contra el cambio pacífico. La historia dice que es hora de cambio, y que éste viene con nosotros, sin nosotros, o contra nosotros. Es hora de cambiar. Oído.

O no oyen, grave, o padecen de sordera testicular, u oyen pero “no le paran bola”… peor para Venezuela. 


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