AVALANCHA

    
 Rafael Gallegos    Blog núm. 223

El 6D los venezolanos decidiremos: o somos demócratas, o somos masoquistas.

Es muy simple, en el supuesto, casi negado, que  el gobierno ganara las elecciones en esta desesperante  situación de casi ex país, saldrían a flote muchos aspectos negativos de nuestra siquis social. Afortunadamente las encuestas y los analistas concluyen que a estas alturas, el triunfo de la oposición es – como diría  Tibisay- irreversible.

Sin embargo, no debemos caer en actitudes triunfalistas. Estamos parados sobre arenas movedizas. El gobierno juega con demasiado ventajismo: el árbitro vestido de rojo y hasta con brazalete del 4F, los medios de comunicación absolutamente desfasados hacia ellos, los recursos del estado – suyos y míos- volcados en campaña al oficialismo.

Además, negaron la figura de testigos electorales,  internacionalmente utilizada en todos los procesos democráticos, logrando imponer esa insípida figura de acompañante que recuerda a los chaperones de antaño, con la diferencia que a  los acompañantes les está vedado hasta  “pelar los ojos”, ante una agarradita de manos de los novios. O sea, parece que les exigen hacer como Julio César con aquella frase “Vine, vi, vencí”,  con la diferencia que a los acompañantes deberían decir, para complacer al árbitro y al gobierno: vine, vi y… me hice el loco.

El dilema de la delegación de Unasur: acompañar al gobierno o acompañar a la democracia. Y al pueblo le corresponde hacer como dijo Betancourt: “adelante, por arriba de las tumbas, adelante”.

El rechazo al gobierno es del 80% y la ventaja de las encuestas, de 35%. Asustados, ellos. Además, el triunfo de Mauricio Macri, por fin la democracia venezolana tiene quien la defienda, marca un punto de inflexión en la alcahuetería que han mostrado muchos gobiernos latinoamericanos contra los desmanes antidemocráticos de esta “revolución”.

MASOQUISMO

Lo menos que puede pasar ante esta situación de casi ex país es que las encuestas apabullen al gobierno. Es un irrespeto pedirle el voto a un pueblo cada vez más sobreviviente por obra de esta “revolución”. ¿Cómo convence la “revolución” a nuestros jóvenes padres de votar por ellos, si no  tienen ni leche, ni pañales para sus bebés. O a los jóvenes que no consiguen condones, o toallas sanitarias. Si tienen que hacer eternas colas  para tratar y solo tratar de adquirir  harina precocida, aceite, papel higiénico, café, huevos, arroz, pasta, sardinas, atún, jabón de olor, desodorante, champú… debe ser que la cesta básica es un invento del imperio.

Con qué cara este gobierno le puede solicitar el voto a sus conciudadanos cuando los hospitales están enfermos, las universidades postradas, las calles rotas, los repuestos de carro por las nubes o inexistentes. Paremos de contar, no hay nada. Además, regresó el dengue, la chicunguya, la tuberculosis…

El gobierno, como decía mi inolvidable padre Rafael Gallegos Ortiz, en lugar de pedir votos, debería pedir perdón.

Y si el pueblo por ellos votare… sería masoquista. Algo así como una mujer día a día violentada por un marido borracho, que lo defienda en la prefectura. 

DEBACLE INDUCIDA

Que quede claro, esta debacle nacional no es producto de ninguna equivocación. Fue diseñada en laboratorios para implantar el comunismo, donde las ideas manipuladoras de Goebbels, ya son juegos de niños.

La idea es seguir el modelo cubano: destruye y reinarás. Por ello licuaron los poderes públicos (jugo, zumo, hugo), acabaron con el apartidismo de la FAN, inventaron una organización del pueblo copiada de los Comités de Defensa de la Revolución cubanos ( CDR), que reporta directamente a Miraflores; ignoran a las alcaldías y gobernaciones de oposición, desbarataron Pdvsa, acaban con la propiedad privada. No se trata de una comedia  de equivocaciones. Sino de un plan integral para acabar con el país.

Una segunda Cuba; pero con petróleo.

Y por cierto, ¿alguien podría certificar que el cacareado millón de viviendas llega aunque sea a 200.000? O tendremos que creerles a los mismos que nos dijeron que la inflación del 2015 es de… 80 %. Cómo nié.

Pero no contaban con la astucia de la tradición democrática. Hoy en Venezuela, el que no nació en democracia, se crio en democracia. Ese ha sido el gran reservorio cuyo fluido se derramará sobre  las urnas el 6D.

Llegó la hora de la avalancha. A sacar mayoría en la Asamblea. Tres escenarios: mayoría absoluta (50%), mayoría calificada (60%), o dos terceras partes. Con cualquiera de los tres, se comienza a revertir el poder en Venezuela.

Sin excusas, ni miedos. Somos más y tenemos razón. Y los tiempos de Dios son perfectos. El triunfo de Mauricio Macri comienza a voltear esta “tortilla” en América Latina.

6D. En tu dedo, está tu destino.


PD: Se nos fue el Dr. Arévalo Guzmán Reyes. Gran venezolano. Sabio y sencillo. Un modelo a seguir por los petroleros de hoy y de mañana. Paz a su alma.

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