LA HISTORIA DEFORMADA POR LA “REVOLUCIÓN”
Rafael Gallegos Blog núm. 213
Asistimos a
una Venezuela deformada. La producción, el petróleo, la educación, las
instituciones; pero la peor deformación, porque llega a la monstruosidad y a su
vez distorsiona la mente de nuestros
jóvenes, es la que ocurre con nuestra historia. Puras mentiras, falsedades y
medias verdades.
Recuerdan a
un señor que con una pasmosa seguridad que casi convencía, afirmaba que Guzmán
Blanco era hijo de Bolívar y sacaba cuentas entre la última visita del Libertador y el nacimiento
del futuro Presidente. También decía sin
que le quedara nada por dentro, de Manuelita que llevó a Bolívar personalmente hasta
Santa Marta y no había manera de convencerlo que ella apenas recibió la noticia
de la muerte, cuando iba a su encuentro. La “revolución” al igual que aquel
señor falsea la historia. La diferencia es que lo hace de manera consciente.
Sabe que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Veamos algunas distorsiones “revolucionarias”:
Niegan que
el 4F haya sido un cruento golpe de
estado que provocó centenares de muertos y que hubo intento de asesinato del
Presidente. Para ellos esa fecha fue una rebelión necesaria. Y llenos de
descaro, llaman golpistas a los
dirigentes de la oposición, que jamás han participado en una intentona.
Ubican al Libertador como un comunista, obviando
que fue un demócrata, que sus partidarios fundaron el Partido Conservador de
Colombia y que murió buscando, más que justamente, rescatar la propiedad privada
de sus Minas de Aroa.
Dicen que Betancourt fue un asesino, cuando más
bien tuvo que enfrentar el Barcelonazo, el Carupanazo, el Porteñazo, las
guerrillas rurales y urbanas, el intento – real no inventado- de asesinato de
Chapita y decenas de alzamientos armados, muchos de ellos dirigidos por el
dictador Fidel Castro, héroe y modelo de esta “revolución”. Fue una guerra prolongada con muchos frentes y si
Betancourt, Leoni, Caldera, Villalba, Pérez, otros políticos y militares demócratas y valientes
no hubieran enfrentado con pilas y guáramo tantos golpes de izquierda y de
derecha, hoy estaríamos celebrando, llenos de hambre y con la boca amordazada,
las bodas de oro de la revolución comunista venezolana. A plomo tuvieron que defender
la fundación de la República Civil. Claro que hubo injusticias merecedoras de
castigo; pero en el balance, Betancourt defendió la democracia.
Execran a José Antonio Páez i que por traidor a
la patria, desconociendo que sin ese héroe no habría habido Independencia.
Movilizó masas que habían sido realistas y luego dirigió el período denominado
“La Oligarquía Conservadora”, pininos de democracia en Venezuela. Ah! y creó la
alternancia en el poder, muy distinto a esta “revolución” imitadora y
subalterna de los totalitarios hermanos Castro.
Dicen que Chávez es el libertador del sXXI.
Evidente irrespeto y minimización del único
Libertador que tiene Venezuela: Simón Bolívar. Serían antípoda si pudieran
compararse; pero la diferencia de tamaño es abismal.
Chávez está “igualado” al Libertador en la Asamblea
y a lo Stalin, lo ensalzan a punta de múltiples gigantografías. Y de paso, al
Libertador le han deformado también el rostro, la cara de español que lo
caracterizaba, ahora es la de un mulato. Un insulto a la inteligencia de todos
los pintores del siglo XIX.
¿Qué
pensarán los niños que se asoman a la vida en medio de tantas mentiras?
¿Comprenderán cuando crezcan y esto haya pasado, porque como la mayonesa falta
poco, que un Libertador nos libertó de
España y el otro, si acaso nos “libertó” de la democracia y la productividad?
Y llenan las
cárceles con presos acusados de delitos que no les pueden probar. Gloria a Leopoldo, el próximo Mandela, exilian a
centenares de venezolanos, no dejan trabajar en petróleo a los petroleros
demócratas, expulsados injustamente de Pdvsa en el 2003.
Lo que
parecen olvidar es que todos los autoritarismos pasan. Hitler iba a durar mil
años y duró trece. Y que las estatuas
las tumba el mismo pueblo que aplaude: Lenin, Hussein, el “manganzón” y el
“saludante” de Guzmán Blanco. O la estatua de Juancho Gómez, que partió en dos
el glorioso estudiante del 28, Prince Lara.
Y olvidan
que los esbirros terminan llorando y pidiendo clemencia como Nereo Pacheco, o
escondidos huyendo por los albañales, como casi todos.
En Venezuela
a todos los autócratas sus adláteres los han comparado, en su momento, con Bolívar;
pero a ninguno tuvieron la desfachatez de llamarlo segundo libertador.
Todo queda,
todo pasa. Y el tres a uno de las encuestas para las parlamentarias, indica que
llegó la hora del pase. A votar para cambiar. A rescatar la democracia y a
rescatar la historia, para no repetirla.
Comentarios
Publicar un comentario