UNA CORONELA DE 85 AÑOS


Rafael Gallegos     Núm. 168

En 1929 se publicó Doña Bárbara. Fue el libro del mes en España. Un verdadero boom de la época. Al dictador Juan Vicente Gómez le encantó. Le habían chismeado: “ese libro es contra usted”. Se lo hizo leer, de un tirón. Cuando anocheció, el lector de turno le sugirió: continuamos mañana. No señor, seguimos- dijo el dictador. Y mandó a prender las luces de dos carros.

No habla mal de mí, porque es muy buena - fue su comentario literario.

Cuando Rómulo Gallegos estaba ideando la novela, tenía en mente  llamarla “La casa de los Cedeño”. El escritor se trasladó a Apure y un Sr. Rodríguez, conversador y baquiano,  le contó muchas anécdotas e historias del llano. Le habló de un Dr. Mier y Terán, llanero que estudió en Caracas y quiso regresar a “civilizar” su hacienda y se lo tragó el tremedal. Terminó alcoholizado. Le habló de una Pancha Vázquez, mujer de pelo en pecho y llena de hombría que mandaba y controlaba su hacienda mejor que muchos machos. Así, Don Rómulo fue diseñando sus personajes.

Por cierto, Andrés Eloy Blanco, poeta y su futuro Canciller, era el abogado de Doña Pancha. Algo le habrá contado al novelista.

Estuvo apenas una semana en el llano. Reenfocó su libro y se fajó a crear. Ahora se llamaría “La Coronela”. Lo escribió en 28 días. De su bolsillo, lo mandó a imprimir. En esos días aconteció el movimiento que sería conocido como Generación del 28. La inconformidad con lo escrito y tal vez la influencia de los muchachos universitarios, le hicieron parar las máquinas.  

Su esposa Teotiste, enfermó. Se fueron a Europa para tratarla. Durante la travesía Don Rómulo quiso tirar  la novela por la borda. Doña Teotiste se lo impidió. Luego en Europa, la reformó y la terminó. Ahora se llamaría “Doña Bárbara”. Con mucho esfuerzo y algo de dinero, logró que se la editaran.

La novela, cambió su vida. Y fue un punto de inflexión en la literatura latinoamericana.
Gómez le ofreció ser Senador por Apure. Y hasta Presidente del Congreso. Gallegos se le escabulló y se fue a España. Desde allí escribió rechazando la oferta.

Y comenzó un exilio de seis años.

DOÑA BÁRBARA VIVE Y SANTOS LUZARDO SIGUE

Doña Bárbara ha incrementado su  vigencia… gracias a la “revolución”. Hoy, vive más que nunca. Mandando en su predio a punta de autoritarismo. Con su obediente Ño Pernalete que refleja como pocos personajes la dilución de los poderes. Con su Balbino Paiva, representando la parte del  funcionariado que está dispuesto a todo. Con su Mujiquita, que muestra a los yesman de siempre, serviles a los dictados del poder. Los correveidiles, están sobre representados en Juan Primito. Con su Lorenzo Barquero, recordando  a los débiles que se han derrumbado ante la autocracia. Con el Bramador y los Mondragón, brazo armado de la Doña. Con Mister Dánger, que muestra la cara oscura de los imperios, que existen y son malos. Los Carmelos, víctimas inocentes de tanta maldad. Y por supuesto con Pajarote, Antonio y los peones con valores, que representan al pueblo bueno, que… sufre y espera.

Y claro, con Marisela, juventud preñada de futuro y, Santos Luzardo, liderazgo valiente y legalista, capaz de derrotar a la barbarie.

Doña Bárbara es, más que derrotada, convencida. Cuando no le dispara a Marisela, se impone la fuerza del amor.

Y la verdadera lucha civilización -  barbarie, se da en el alma de Santos Luzardo. En un momento, se olvida de la Ley y quiere arreglar todo con violencia. Se da cuenta de su equivocación y al final, ganan los buenos.

Lo lamentable, es que la Doña Bárbara que se llevó el río, ha regresado. Y más viva que nunca.

Ha regresado al mismo llano que produjo a Boves, con sus descalzos que hicieron huir al blancaje en la nunca bien analizada Emigración a Oriente. Y luego a Zamora, con su Martín Espinoza que quería degollar a todos los que supieran leer y escribir. Y ahora, a esta “revolución” que ofreció hervir cabezas en aceite, estimula la pobreza como un valor y la utiliza la exclusión de los “ricos” como sistema de gobierno.

Doña Bárbara vive. Lo bueno que es que Santos Luzardo, también. Y la volverá a derrotar. Vencerá y convencerá. Porque Doña Bárbara en el fondo es una novela de amor. Cada mujer, a su manera, se enamoró del Dr. Luzardo. Y en el fondo, de la civilización.

Lo importante es que a la devoradora de pueblos, cuando se vuelva a acabar esta novela,  se la lleve el río… y no regrese.

Para ello, el próximo gobierno, debe, por fin,  traer prosperidad a Venezuela.

Ya está bueno de prenderle tantas velitas a esta coronela.

EPÍLOGO (POR AHORA)

El Premio Nobel a Rómulo Gallegos en 1950 era inminente. La dictadura se movió y lo impidió. Gallegos era el Presidente derrocado….


 Hasta mandaron a hacer otra novela para opacar a Doña Bárbara. Pero eso, es otra historia.

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