LA CRUDA DEL CRUDO
Rafael
Gallegos
Blog. Núm. 156
De resaca en
resaca, así vivimos los venezolanos. O
como dicen los mexicanos, de cruda en cruda. Por ejemplo el chavismo, que
no es ninguna quinta república, como nos han querido vender sus
usufructuarios, más bien es un ratón, o una resaca, o una cruda, de la
borrachera en que devino la cuarta. No podemos olvidar que Chávez es la
consecuencia de un bipartidismo que careció
de capacidad para perfeccionarse. A partir de los años ochenta, o un
poco antes, se aceleraron la corrupción, las cúpulas o aislamiento del pueblo,
el déficit de vivienda, la marginalidad, la improductividad, la inflación y, se
desaceleró la esperanza.
A pesar de
los esfuerzos por modernizar al país, que los hubo, pudo más el mensaje del
liderazgo militar emergente. Así, como dice la canción, llegó el comandante y
mandó a parar… a Venezuela.
La verdad es que éramos un país en barrena y sin Visión
compartida. Tranquilamente el gran Pocaterra hubiera podido escribir las
memorias de otro venezolano de la decadencia.
O sea, la “revolución” no constituyó una “nueva” república. Fue
simplemente, el ratón de la borrachera en que devino la cuarta. La realidad de
estos quince años nos revela que pasamos de la decadencia, a los escombros.
Casi que somos un ex país.
El drama de los venezolanos es que no hemos sabido
transformar los recursos en riqueza. Somos un limosnero sentado en un barril. Hemos
transitado las crisis de abundancia y las crisis de escasez con similares
resultados. Porque nuestra verdadera crisis es de gerencia, de estrategia. Se
solicita liderazgo que llegue a todos los niveles.
Con el petróleo, hoy vivimos nuestra peor crisis. La cruda de las políticas aplicadas por la
“revolución” al negocio del crudo. Estamos en las puertas de significar lo que podríamos llamar la Tercera Ley de
Rockefeller. Recordemos aquello del mejor negocio del mundo una petrolera bien
administrada y el segundo mejor negocio
del mundo una petrolera mal administrada. Paradójicamente – y hay que insistir
en Kafka - su Tercera Ley jamás la pudo imaginar el magnate petrolero: PDVSA, la
empresa “con las mayores reservas petroleras del mundo”… pre quebrada.
Es llover sobre mojado insistir en los indicadores
del fracaso petrolero: la barrena de la producción, la improductividad, las
explosiones, los daños, la deuda, el “martillo” al BCV, la burocracia. La
“revolución” transformó a una empresa petrolera con contenido social, en una
empresa social con algún contenido petrolero. La gente que más sabe de petróleo
en este país, afirma al unísono, que PDVSA es irrecuperable.
Ha sido una borrachera cuyo punto de inflexión se
marca en el despido de los 23.000 petroleros – a mucha honra – en un conflicto
del cual Chávez dijo yoprovoquéleparo.
A confesión de partes… y esto nos confirma, que la destrucción del país, este recojanlosvidrios en que nos
encontramos, ha sido con toda la intención.
Nada nuevo, como en Cuba. Destruir al país con la
excusa de destruir el capitalismo. Y al final, no construir nada, sino
permanecer para toda la vida y la de los herederos, en el poder.
Aquella “curda”, trajo esta cruda. Es imperativo,
cuando toque, proceder reconstruir la industria petrolera. ¿Cuánto tardaremos?,
lo que sea necesario. Sigue siendo un gran negocio. Nuestro negocio.
¿A QUIÉN
DEJARÁ LA REVOLUCIÓN COMO DUEÑO DEL NEGOCIO PETROLERO?
Una buena pregunta. Hay demasiado dinero de por
medio. Con esa deuda tan gigantesca, opaca y mal pagada, estamos llenos de
dudas. Le debemos una vela a cada santo… país. A los chinos, a los rusos, vaya
usted a saber a quién más le debemos dinero y cuanto de ello será pagado como
petróleo a futuro, es decir en yacimientos, terminales, refinerías, gas. Al final,
le deberemos, aunque usted no lo crea, hasta a los mismos hemanos cubanos. Por cierto, ¿alguien puede certificar dónde están
nuestras reservas de oro?
¿Quién reconstruirá a la industria petrolera? ¿En
cuánto tiempo se podrá recuperar? ¿Cómo se comportan los escenarios?
El petróleo, es de lo más estratégico que poseemos.
Queramos o no, es nuestra herencia. De la forma como que nos relacionemos con
la industria petrolera, dependerá el éxito o fracaso del país. Si no lo manejamos adecuada y sistémicamente,
estaremos desde ya abriendo las botellas para la borrachera que nos causará la próxima
cruda.
Y el manejo adecuado y sistémico - estratégico- implica concatenar producción, refinación,
mercadeo, petroquímica, manejo de los beneficios de la industria (Renta,
economía conexa y responsabilidad social), así como educación y transformación
de los gobiernos y de las comunidades.
O planificamos la próxima industria petrolera, o
cuando esto acabe - que júrenlo, va a finalizar en su momento- nos tocará sentamos
en la puerta de la casa a esperar el
próximo mesías… mucho más aprendido.
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