GABINETE DE LUZ, GABINETE DE SOMBRA


Rafael Gallegos                                                                 Blog. Núm. 157

La oposición está en el deber de ser más fuerte que nunca. La MUD, la gente de Leopoldo, la de María Corina, los líderes de los movimientos emergentes. Es imperativo parafrasear a Rubén Darío: unidad divino tesoro. Dándole la razón a  Antonio Ledezma, han procedido a “encerrona”. Esperemos  el humo blanco de unidad habemus. Suerte!

Pero la unidad, per se, no basta. Es necesario que tenga dirección y sentido. Que alumbre al pueblo. Que apunte hacia una salida, creíble,  del túnel. Al pueblo le hace falta un gabinete de luz que le muestre los objetivos.

Se solicitan líderes que alumbren el camino.

El  rompimiento de la unidad sería hasta sospechoso en estos momentos de flacidez gubernamental. La economía hace aguas; el PSUV, da irrevocables signos de escualidez; la “revolución” se divide. Además, analice la decadencia de consumo de 5 % mensual: el hambre arrecia. Ah!, y no hay dólares. 

Hace falta conformar un Gabinete que sea de luz y que sea de sombra.  Que delinee los objetivos de la oposición, los haga creíbles y necesarios. Que se convierta en el agente recuperador de la democracia. Es decir, el recuperador de  la libertad de expresión, el respeto a la disidencia, la independencia de los poderes públicos, la transparencia del CNE.

Un gabinete de luz que solicite a viva voz y todos los días la libertad de Leopoldo López, de Simonovis, de los presos políticos, que pida el retorno de los exiliados, que denuncie la parcialización política en los procesos, que solicite la lista Cadivi, que defienda la diputación de María Corina, que enseñe las crecientes cifras de pobreza. Que denuncie la destrucción del aparato productivo, las causas de la inflación y de la escasez, del derrumbe del consumo de alimentos. Que condene y explique la destrucción de PDVSA, la de las empresas de Guayana, la destrucción estratégica de Venezuela.

Que acuse al gobierno de estarnos convirtiendo en un ex país.

Un gabinete de luz, que le oriente a la gente en referencia a las posibles salidas: la constituyente, las elecciones parlamentarias, el revocatorio, la renuncia, la espera de la elección presidencial. Igual, que alerte de los peligros de golpe.

El líder es maestro que alumbra, o no es.

Ese  gabinete tiene que  cuestionar y proponer soluciones. Con nombres y apellidos para cada área. Los venezolanos no podemos sentarnos en la puerta de la casa a esperar que el fracaso gubernamental acabe con la “revolución”, para entonces para comenzar a ver qué hacemos con el país.

Si vamos a recoger los vidrios, por lo menos debemos tener guantes  y pipotes adecuados.
Desde ya hay que cuestionar paso a paso las incoherencias de esta desfachatada “revolución”. Plantear lo que nos corresponderá hacer cuando seamos gobierno. Cómo superaremos la pobreza. Cómo acabaremos con la ranchificación… si no planteamos la marginalidad cero, es mejor que nos quedemos en la casa esperando a otro mesías más aprendido que Chávez. Cómo rescataremos  la libertad económica y la confianza para fomentar  las inversiones. Qué haremos en materia de seguridad y con las cárceles. Qué haremos con Mercosur y con la Comunidad Andina. Qué haremos para rescatar la industria petrolera, las empresas de Guayana,  el campo y la agroindustria. Qué proponemos en política educativa y en política de salud.  

Todo un programa de gobierno.

Hay que nombrar ya a los responsables de cada área. Educativa, Salud, Social, Económica, Energética, Internacional. Ministros a la sombra. Y ojalá se pudiera elegir a un Presidente a la sombra.

Venezuela tiene que sentir que la oposición está capacitada para rescatar al país. La gente, a todos los niveles socioeconómicos, tiene que asociar la toma del gobierno por los líderes opositores, con la significativa mejora de su calidad de vida.

De lo contrario el pueblo seguirá creyendo que la “revolución” es el peor es nada. Y las encuestas seguirán reflejando la caída de apoyo al gobierno que no se muestra como subida de la oposición.

La unidad es la base de la pirámide de la recuperación del gobierno y del país. Pero base no es pirámide. Entre los restantes peldaños destacan el programa de gobierno, el liderazgo, la organización. Y el vértice es la esperanza.

No hay que olvidar que el Libertador dejó de dar bandazos y nos condujo hacia la Independencia, cuando logró la improbable unidad: orientales, occidentales, venezolanos y neogranadinos, blancos, pardos y negros. Además impuso su liderazgo y colocó en los labios del pueblo la Libertad y la Democracia, como ingredientes necesarios para el futuro próspero de cada quien. Es la hora de la unidad, la estrategia y no lo dude, de la transmisión de  optimismo.


País depauperado solicita liderazgo unitario y estratégico. Abstenerse rompe grupos, redentores de oficio  y salvadores de la patria. 

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