REALISMO MÁGICO PETROLERO

  
Rafael Gallegos                                                                  Blog. Núm. 143

Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, Aureliano Buendía hubiera podido recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó con Melquíades, a conocer… el Petróleo.

Porque el petróleo ha sido mágico. Como el hielo, o como los imanes que el gitano arrastraba y, espantando a los macondinos, hacía crujir los clavos en las maderas hasta desenclavarse.  

El mágico petróleo hizo “crujir” las rolineras mentales. Como si algún Melquíades lo hubiera rodado en un barril por las calles de nuestros macondos, aceitó las casas, las ropas, la piel, hasta los ojos de los hombres. Cegó a unos cuantos, o a casi todos, o a todos.

El chorro impregnó las mentes de los hombres. Comenzamos a creer en nuevos dioses. Como dijo el viejo Iraco en “Fantasía Oil”: “El chorro fue el nuevo Cristóbal Colón y atrás vino la nueva conquista. Primero las palabras, muchas pasaron al exilio. La ley del uno por uno. Salió media y entró average, revisar fue sustituido por chequear, guachimán, de watchman, sustituyó a celador; en el teléfono aló en lugar de hola y en el carro full por lleno… el otro aceite, fue la nueva cruz de la nueva conquista. Hasta con Dios y todo. El dios consumo. Y los nativos hasta nos arrodillábamos ante los hombres extraños, santos de la nueva iglesia.”

Y comenzamos a manejar la nueva mitología. Nos convertimos en una  sucursal – ¿la capital?- del realismo mágico, donde creemos que la riqueza viene del cielo, como langostas y no de la realidad que manejan otras sociedades. Que la riqueza viene del trabajo, de la organización, de la producción, del comercio, de la gerencia.

Y la magia se alimenta de múltiples leyendas. Como aquella que reza que el petróleo acabó con nuestra agricultura. ¿Cuál agricultura? Éramos un país palúdico, con 90 % de analfabetismo, acurrucados ante Gómez. Apenas exportábamos algo de  café y de cueros. Y el cacao, ya iba en decadencia.

¿Cómo te sientes? Era el saludo de rigor… se refería al paludismo, instalado rutinariamente en los organismos de los venezolanos. Según esta leyenda mágica, el petróleo irrumpió en el desarrollo de un  país cuyo promedio de vida, no llegaba… ¡a los cuarenta años! 

Y la realidad, es que a partir del petróleo, Venezuela se convirtió en uno de los países de mayor crecimiento paulatino durante 50 años. Y se implantó la democracia. Claro, cuando el modelo se agotó, no supimos reemplazarlo y por eso… estamos como estamos.

Otra leyenda de nuestro mundo mágico, fue la creencia de que somos un país muy rico. Y entonces nos comportamos como herederos dilapidadores. Veíamos por encima del hombro a los paisanos latinoamericanos menos afortunados. La culminación fue el tabaratismo del boom de CAP. La verdad es que hemos sido un país pobre con grandes recursos que no hemos sabido transformar  en riqueza. Un limosnero sentado en un barril de oro. Venezuela, el país potencialmente más rico del mundo. Vargas Llosa dixit.

Claro que teníamos que sucumbir a mil leyendas. Es mágico un producto que se vende a cinco o seis veces su costo, en volumen de millones de barriles por día y con un mercado cautivo. Nuestra realidad para comer se hizo diferente a la de los demás países. ¿Cuántas vacas tendría que matar Argentina para producir, digamos cien mil millones de dólares? ¿Con qué productos cuenta por ejemplo Nicaragua, para atraer dólares a su economía?

En Venezuela se dio la teoría del sabio Pérez Alfonso, “Efecto Venezuela”. Tanto ingreso por los booms petroleros iba a intoxicar al país, tal como un indigente que ganara la lotería y comiera siete u ocho veces al día.

Así, hemos transitado por crisis de abundancia y crisis de escasez. Porque nuestra crisis real es de gerencia, de estrategia.

Tal vez la peor leyenda que hemos manejado es la de creer que se puede producir sin empresarios, sin inversiones, sin seguridad, sin moneda competitiva, sin capitalistas. Con un estado todoprotector  que actúa como el monje que quiso ayudar a una oruga a convertirse en mariposa y la “ayudó” cuando trataba de sacar una patita… y así nació una mariposa coja.

Y lo último en realismo mágico lo padecemos hoy. ¿Magia Negra? Una revolución que pretende que creamos que con poderes públicos licuados, encarcelando y  persiguiendo a la disidencia, quebrando a la industria petrolera, minimizando al aparato productivo nacional, y copiando al peor alumno del salón- Cuba – vamos a desarrollarnos.

Y no darles vergüenza. Están raspados: escasez, inflación, corrupción, hambre...   ¿qué leche consumen los niños venezolanos?

Puro autoritarismo petrolero. Renta usada para implantar otra Cuba. El petróleo sirve para todo. Usémoslo para construir un nuevo país.

Porque los países condenados a quince años de “revolución” si tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra.


Ah! , y Gloria al Gabo.

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