PETRÓLEO, HAMBRE Y PARLAMENTARIAS
Rafael
Gallegos Blog. Núm. 180
Los bajos precios del petróleo aunados a la
política de destrucción estratégica de la “revolución” están generando, más que
pobreza, hambre. La solución que los
ciudadanos de a pie, o sea usted y yo, tenemos más a mano para cambiar las
cosas, es movilizarnos y hacer presión ciudadana hasta lograr un avasallante
triunfo en las elecciones parlamentarias, o un cambio constitucional del
régimen.
Y el peor error en que podemos incurrir, analizar al
petróleo, al hambre y a las parlamentarias, de forma inconexa.
En cuanto al petróleo, llegamos a las vacas flacas.
Y señores oficialistas, sin echarle la culpa a nadie. Es cursi eso de USA
inundando el mercado, o aquello de la responsabilidad del imperio. Y patéticas,
esas giras para convencer a los árabes de cambiar su estrategia de precios
bajos, como si ellos hubieran tomado esa decisión jugando tin marín de dos
parihuelas. Por favor… seriedad.
Peor que los
bajos precios, es que a la a la
“revolución” la agarraron fuera de base:
sin reservas internacionales, sin Fondo para Emergencias y con una industria
petrolera más flácida que nunca.
Si no supieron administrar la abundancia (¿quién se
comió mi vaca gorda?), mucho menos sabrán lidiar con la crisis de escasez que tenemos
encima.
Si PDVSA, que produce dos millones de barriles
diarios apurados y vende apenas uno, estaba mal con 100 $ el barril –
endeudada, con la producción en barrena, llena de gente, importando petróleo – ¿cómo quedará ahora con el barril a 40 $?
Ya no hay dólares. Y eso significa hambre. O peor,
hambruna. ¿Batiremos el triste record de
ser la primera hambruna en un país petrolero?
No crea que exagero. Luego del “dakazo”, se
acabaron los televisores y la línea blanca, o lo que para efectos prácticos es
lo mismo, reaparecieron a precios estratosféricos.
Ya están haciendo “carnazos” o “pollazos” para que
esos negocios vendan a “precios justos”, otra mentira más. El resultado será el
mismo. Quiebra de negocios, desaparición de productos y reaparición de la carne y el pollo, digamos a 1000
o 2000 Bs.
Comida inalcanzable. Eso significa hambre y si es
generalizada y continua, hambruna. Contimás con el pírrico salario mínimo de
treinta dólares al mes ( dos bistecs
diarios, saque cuentas). Qué vergüenza.
Y la “revolución”, como si nada. Como que se cree
sus fantasiosos cuentos. Recuerdan a los dirigentes de Bizancio, discutiendo acerca
del sexo de los ángeles, las carcajadas del diablo, o el tamaño de los pelos
del pubis, mientras los enemigos les tumbaban las paredes de la ciudad.
Los enemigos: la inflación, la violencia, la
escasez, la devaluación, los precios del petróleo… hambre.
Hambrean al pueblo en el nombre del pueblo.
Y así, llegamos a las parlamentarias. Con el
pueblo, y me perdonan la palabra, arrecho. Pregunten en los barrios y en los
autobuses.
Y cieguitos, no quieren dar crédito a las
encuestas. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
TIENEN QUE BRINCAR
LA TALANQUERA PARA SOBREVIVIR
La solución, antes de que el destino nos alcance,
es un cambio de estrategia, o un cambio de gobierno. El cambio de estrategia es
muy difícil, porque para salir de esta situación, la “revolución” tiene que
negarse. Dejar de ser lo que siempre ha sido.
Negar las expropiaciones, negar los insultos, negar
la exclusión, negar las fracasadísimas estatizaciones, negar la licuefacción de
poderes, negar el uniforme rojo del árbitro, negar la estrategia petrolera,
negar tantas mentiras.
La “salida” de la “revolución” consiste en generar
confianza, revertir las expropiaciones, invitar a la oposición y a las
asociaciones de empresarios a diseñar políticas, garantizar la propiedad,
garantizar respeto a las ganancias de transnacionales, hacer llamados
transparentes a inversionistas, devolver la autonomía al Banco Central, etc. Ah! y decirle al pueblo, como hizo el “comandante eterno” cuando la intentona golpista del 4F: que asumen la
responsabilidad de este monumental fracaso.
Eso, no lo
dude, equivale a brincar la talanquera.
Lo hicieron Gorbachov, Fujimori, Humala,
CAP. El mismo Churchill se cambió para los liberales por muchos años.
¿Será Maduro capaz? Hagan sus apuestas.
O brincan la talanquera, o se los traga la arena
movediza.
Y a los de a pie, nos quedan la parlamentarias para
lograr un cambio significativo. Desde la Asamblea se puede controlar y orientar
tanto desaguisado.
Para ganar necesitamos unidad en el liderazgo. Como
ciudadano, exijo ver a los líderes en la misma mesa, movilizando al pueblo y enseñando un programa común.
Es simple, si
no os unieres… el pueblo demandará otro liderazgo. Las sociedades no se
suicidan. En los momentos de crisis, aparecen los líderes.
Así que pilas y guáramo, para que no los madrugue
otro liderazgo y puedan dirigir el alumbramiento de la nueva era.
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