LA SOBERANÍA, ¿RESIDE EN EL PUEBLO?
Rafael Gallegos Blog 599
En los
albores de la “revolución”, sus líderes estaban empeñados en realizar una
Asamblea Constituyente, por cierto, no prevista por la Constitución de 1961.
Para justificarla los “revolucionarios” decían y repetían la frase del abate
Sieyes durante la Revolución Francesa: la soberanía reside en el pueblo. Algo
así como: la decisión del pueblo está
por encima de las leyes y punto.
Ya Hugo
Chávez cuando era candidato presidencial, ponderando su “democracia directa”, había
dicho que si él hacía un mal gobierno y al “su pueblo” no le gustaba, y éste en
ejercicio de su soberanía, le solicitaba su salida, él imitando nada menos que
a Charles De Gaulle… se iría para su
casa.
Y los
inocencios aplaudían a rabiar.
- - Por fin llegó la democracia – decían
- -Se acabaron las cúpulas podridas
- -Nosotros decidimos
- -Nosotros
- -El pueblo manda
- -Ponemos y quitamos presidentes
- - La soberanía reside en el pueblo, como dice el abate Sieyes…
- -¿El abate quién?
- -Sieyes, la soberanía reside en el pueblo
- -¡Ah!
Y el
debilitado Tribunal Supremo de la época, incapaz de enfrentar la apabullante influencia
de Chávez, contradijo la ley y permitió la realización de una Asamblea
Constituyente.
Cambio de
residencia
Entonces
la soberanía comenzó su mudanza. En primer término, desde el pueblo… hasta
Miraflores.
Allí maquinaron
una forma de representación para las elecciones de la Asamblea Constituyente, que
devino en que el casi el 40 % de los votos opositores obtuvieran una
representación de apenas el 4% en la Asamblea. Es decir, la soberanía el
“pueblo” opositor quedó casi mudo en la elaboración de la nueva Constitución. Algún deslenguado expresó que la soberanía
residía en el pueblo… chavista.
Así,
elaboraron “su” Constitución, la sometieron a votación y arrasaron. La mayoría
de los venezolanos, quien lo duda, eran “chavistas”. Fue la primera etapa de la
“revolución”, caracterizada por un larguísimo boom petrolero, donde el dinero
se repartía a borbotones mientras … se destruía la economía.
El
proyecto de destrucción estratégica diseñado por Fidel Castro – el Lex Luthor
latinoamericano - consistente en acabar con el capitalismo para construir el
socialismo, caminaba inexorablemente: exprópiese y desaparecieron miles de
empresas privadas. Con eufemismos como democratizar el espectro desaparecieron
cientos de televisoras, radios y prensa escrita. Invadieron haciendas en plena
productividad que se transformaron en eriales. Expulsaron a 23.000 trabajadores
de Pdvsa, la segunda o tercera empresa petrolera del mundo.
Así, los
venezolanos nos fuimos quedando sin empresas que produjeran empleos, sin prensa
liberada de cortapisas, sin divisas petroleras, lo que ocasionó estos salarios
y pensiones indigentes; sin gasolina y gasoil para el transporte, y sin gas
para las plantas eléctricas, lo que ha generado estas largas colas en las
gasolineras, parálisis en la distribución de productos del campo, y los
continuos cortes de luz.
En estas
condiciones, el inicial amor del pueblo por la “revolución” se transformó luego
de un cuarto de siglo (saque cuentas) en este gigantesco rechazo al gobierno
que supera … el 80%.
Se entiende
la razón por la que la “revolución” ya no pregona su otrora frase de la
soberanía reside en el pueblo. Sabe que, de ser así, tendría que abandonar el
poder en el 2024. Por eso tanto leguleyismo.
Hace rato
que la soberanía se instaló en Miraflores. Los deslenguados dicen que pasa larguísimas
vacaciones en La Habana y que tiene una sucursal en la Contraloría, desde donde
han inhabilitado con muy poco por no decir ningún respaldo jurídico, a los
candidatos que hoy encabezan los números en la primaria como María Corina
Machado, Henrique Capriles, o el caso digno de Ripley de Freddy Superlano,
inhabilitado luego de ganar la elección como Gobernador de Barinas.
Te cambio
sanciones por democracia
Ante este
panorama, Estados Unidos y Europa han aplicado una serie de sanciones contra
Venezuela y le han dicho hasta la saciedad al gobierno que las levantarán si
éste hace elecciones vinculantes y libera los presos políticos, entre otras
medidas de corte democrático.
El
gobierno, al mejor estilo cubano, utiliza las sanciones como la gran culpable
del desastre económico que vivimos. Pero aquel pueblo que olía a “revolución” ya
no le cree. Sabe que las sanciones llegaron … cuando el daño estaba hecho.
Algunos
personeros han llegado a sugerir que con sanciones no se puede hacer
elecciones, cuidado …
Si a ver
vamos, los países sancionadores lo que le piden al gobierno para levantar las sanciones
es que éste cumpla la Constitución. Nada espectacular… cumplir con la Ley. El “imperio
de la ley” como decía el Libertador.
Los que se
descamisan pidiendo eliminación de sanciones, le harían un gran favor a la
democracia si paralelamente pidieran elecciones libres. Sería más coherente.
Lo que
solicitan los sancionadores es democracia: habilitación de los inhabilitados, un
CNE que cumpla su rol, elecciones con cero ventajismo y observación
internacional, como en todo el mundo democrático. Nada que no exija la
Constitución.
Adelante por arriba de las tumbas, dijo Rómulo Betancourt. La soberanía reside en el pueblo, y el pueblo … somos usted, su vecino y yo. ¡Hagamos respetar nuestros derechos! Somos más, muchos más y tenemos razón. ¿Entonces?
El abate Sieyes tenía razón ayer y la tiene hoy … más que nunca. La soberanía, tiene que residir en el pueblo. Pilas y guáramo son nuestras primeras necesidades.
Rafael Rafael, buenos días. Excelente trabajo como siempre. La situación no esta fácil
ResponderEliminarsaludos
Diego
Así es; la cuestión es desesperante. Tenemos que seguir oponiéndonos al régimen. Gracias por tus aportes y, te faltó recordarnos que Chávez dijo "El pueblo soy yo" . Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDe acuerdo, sin embargo, debemos tener en cuenta que la democracia se alimenta de instituciones probas, independencia de poderes y formas de renovar la materialización del "poder reside en el pueblo". Para saber realmente cuánto respaldo tuvo en su mejor momento el proyecto chavista no basta con que haya obtenido mayoría de votos respecto a sus oponentes. La abstención y votos nulos deben sumarse como no respaldo y entonces empezamos a relativizar su dominio inicial y comprender mejor cómo y quiénes contribuyeron a que se apoderara de la frágil institucionalidad democrática del país hasta convertirla en lo que describes en tu artículo. Por algo, los populistas no legislan para que el voto sea obligatorio. En Venezuela lo fue hasta los 70, lástima que no se fomentará que un derecho que no se ejerce puede acabar eliminando de hecho ese derecho.
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