¿TRANSICIÓN?, SÍ… ¿HACIA DÓNDE?
Rafael
Gallegos Blog 478
El
s XXI es un siglo de transiciones, de caminos hacia estadios diferentes. Transición
climática, energética, tecnológica. Y en Venezuela muy pendiente de la
transición hacia la democracia.
Las rutas de la transición
están planteadas por la dinámica, o por la imperiosa necesidad de sobrevivir.
Es necesario tener claras las metas y las estrategias para para transitar
exitosamente los caminos. Evitar que se materialice el decir del gato de Alicia
en el país de las maravillas: el que no sabe para dónde va, todos los caminos
son iguales. Y en el caso de la humanidad, equivocaciones en la transición
energética y climática pueden significar incrementos de contaminación y
temperaturas que afecten drásticamente nuestras vidas.
Los valores y las pasiones
juegan un rol muy importante en las transiciones. Desde la época de las
cavernas y sobre todo en los últimos siglos, la evolución de la tecnología ha
subido por el ascensor y las pasiones de los seres humanos apenas lo han hecho
lánguidamente por las escaleras. Claro que ha habido muchos avances sociales, a
lo largo de la historia. Los hemos registrado en cuanto al racismo, la
esclavitud, el rol de la mujer, la democracia, la conciencia ambiental, la
preocupación por la pobreza. Pero muy superior ha sido el avance de la
tecnología. Tal vez por ello nuestros valores y pasiones no están a la altura
de su uso. Así, todos tenemos una espada
de Damocles nuclear en nuestra frente, una amenaza climática que puede elevar
los mares acabando con miles de ciudades costeras, o convirtiendo la amazonia
en un desierto. La pobreza y las dictaduras, siguen galopantes en buena parte
del globo. El desarrollo de la tecnología de información es vertiginoso; pero su
mal manejo lo puede transformar en vorágine.
Ya están naciendo los niños
que serán hombres y mujeres de menos de ochenta años en el siglo XXII. De nuestra
generación heredarán un peligroso cóctel de increíbles avances tecnológicos,
mezclado con peligros globales llenos de fatalidad como no se han vivido. Esperemos que se imponga la fuerza de la vida,
se materialicen a tiempo las energías limpias, se modere el clima y la contaminación,
se aleje el riesgo nuclear, se supere la pobreza y se impongan las democracias.
VENEZUELA, ENTRE EL AVE FÉNIX
Y EL TOTALITARISMO
Venezuela se ha convertido en
un sumidero de la problemática del siglo XXI. A los problemas descritos que
padece la humanidad, agrega el que ha creado la “revolución” que nos ha
convertido en casi un ex país.
Y decir ex país tiene su
sentido. Haga una panorámica de los últimos veinte años : ex ingresos, ex
empleo bien remunerado, ex vacaciones, ex nevera llena, ex seguro médico, ex
periódicos y revistas, ex emisoras de radio libres, ex elecciones libres, ex
alternabilidad de poder, ex hospitales sanos, ex presupuesto de su casa, ex
jubilaciones, ex tarjeta de crédito, ex familias cerca, ex triunfos electorales
coincidentes con pareceres de la mayoría,
ex carros en los concesionarios, ex haciendas, ex producción de
alimentos en el agro, ex Pdvsa, ex refinerías y ex gasolina, ex empresas de
hierro y aluminio, ex represa del Guri en óptimas condiciones, ex buen servicio
eléctrico, ex buen servicio telefónico, ex compañías donde trabajar, ex
crecimiento de la estatura de las nuevas generaciones (increíble que el 20 % de
los niños estén desnutridos, ¿para eso era la “revolución”?), ex estrenos en
diciembre, ex familia unida en Navidad, ex restoranes con la familia de vez en
cuando, ex brindar un cafecito, ex esperanza de un futuro mejor. Parece que los
venezolanos nos hubiéramos divorciado de la prosperidad y ésta fuera… nuestra
ex.
Nuestra vida es ex, a
excepción del hambre, el autoritarismo y el rompimiento de las familias por la
diáspora. Todo, fue. Todo es nostalgia. Todo
es un pasado que, ante este desastre, hace la ilusión de observar a los adecos
y a los copeyanos como chúrchiles, rúsveles, o degoles.
Pero estos ex no deben
transformarse en ex patria. Al contrario, ese sentimiento de patriotismo debe
estar más vivo que nunca porque es el que nos ayuda a mantener la lucha por
lograr la principal transición que nos corresponde a los venezolanos, que es la
transición hacia la democracia.
Porque aquí entre nos, el
gobierno tampoco está bien. Sólo algunos enchufados; pero el gobierno no tiene
presupuesto. Antes, con todos sus defectos manejaban ingresos equivalentes a
decenas de miles de millones de dólares. El actual apenas llega a menos de ocho
mil con un ingreso en las arcas fiscales que no supera cuatrocientos millones
de dólares. Es decir, el gobierno está quebrado y sobrevive con la
hiperinflación que le permite esas dádivas devaluadas que de paso ya ni engañan
ni satisfacen a nadie.
Ante la evidencia de los
hechos, el gobierno reconoce que todo está destruido, los servicios, los
ingresos de hambre… la destrucción. Sólo que no asumen su responsabilidad y fanfarronean
culpando a las sanciones de Trump, al bloqueo criminal, a la inflación inducida,
a las iguanas terroristas. Al sabotaje petrolero, para justificar la increíble
destrucción de Pdvsa, intentando fallidamente de ocultar el largo sabotaje
gerencial de veinte años rociado de una corrupción tan gigantesca, que todavía
entre ellos mismos se “privan de libertad”.
Toda una cuentología que han
inventado para excusarse; pero que ya no engaña a nadie. Venezuela sabe que el
desiderátum de esta “revolución” fue destruir al país “para comerte mejor”,
como diría el lobo feroz. Pero se les fue la mano y ahora están tan quebrados
como Cuba luego de la caída del comunismo soviético, a la cual Chávez le tiro
un salvavidas de petróleo. El problema es que hoy nadie, nadie, los auxiliará
como Chávez a Cuba. Si acaso un palo de madera. Y ellos lo saben.
¿Qué le ofrece la
“revolución” a Venezuela para el 2030? Hablan de una Venezuela potencia, figura
etérea que nadie cree. No ofrecen la mínima estrategia para levantar a un país
cuya primera dificultad es desayunarse. Un liderazgo agotado que no manda sino
asusta. Como Churchill tan solo pueden ofrecer sangre, sudor, y lágrimas, y
contrario al gran estadista, represión y hambre. El modelo cubano. Puro Ave Fénix
que se queda en sus cenizas. El final del camino populista socialista, al que
sólo le queda para sobrevivir la ruta del totalitarismo.
LA HORA DE LA TRANSICIÓN
¿Transición hacia dónde?,
hacia la Democracia. Para ello es
imperativo replantear las estrategias de la oposición. ¿Seguiremos sin
participar en elecciones y perdiendo todos los espacios? ¿A cambio de qué?, ¿de
una invasión… de un milagro, de un “arreglo” con Biden?
Ya los líderes deberían estar rompiendo el
marasmo popular. Es urgente que el liderazgo le explique a la ciudadanía las
estrategias para recuperar la democracia. Ya basta de tanta desesperanza de
tanta anomia.
Los líderes, o están en la
calle exigiendo elecciones limpias y liderando (valga la mala intención de la
redundancia), o explicando asertivamente cuál es el camino si no fuere el electoral.
Pero YA. Es urgente que el liderazgo le
explique a la ciudadanía las estrategias para recuperar la democracia. Ya basta
de tanta desesperanza de tanta anomia. ¿Seguirán los líderes separados en miles
de archipiélagos y el pueblo desesperanzado?
¿Dejaremos pasar las
elecciones regionales y locales y el revocatorio? ¿A cambio de qué?
Y cuantimás ahora que el
gobierno está consciente de su fracaso, de que nadie los quiere y de que
acabaron con los ingresos que alimentaban el presupuesto.
¿Qué hacer? Ya basta de
derrotas. El pueblo (y no los pobrecitos sino usted, su vecino y yo) se muere
de hambre y de desesperanza. El cuadro de Venezuela es dantesco. Es la hora de los cambios.
Es la hora de la transición y
del cambio. Como dijo un dirigente en los noventa: el cambio viene, con
nosotros, sin nosotros, o contra nosotros. Pero viene.
Cuidado con un sunami.
Esta columna se publica en
los periódicos Informe 21 y Diario de Caracas, así como en la revista
Petroleum.
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