PDVSA, ¿PRIVATIZACIÓN O REMATE?
Rafael
Gallegos Blog 477
Hay
que ver lo que significa acabar con una empresa que producía más de tres
millones de barriles diarios de petróleo y estaba dirigida a producir cerca de
seis. Y lo que representa haber devastado cuatro refinerías capaces de procesar
más de un millón de barriles y de exportar gasolina.
Ya
no hay la otrora producción de petróleo, ni las divisas que respalden la
economía, ergo la hiperinflación crece a una velocidad solo superada por la del
hambre. La muy escasa producción de gas se refleja en las cocinas sin gas y en
cocción de alimentos con leña, y de paso en continua explosión de bombonas de
gas; también en los rutinarios cortes de electricidad y en paralización de
industrias con su secuela de desempleo. No hay refinerías, por lo que no hay producción
de gasolina. A menos que una producción intermitente pueda ser considerada como
tal. Ni siquiera producen los cien mil barriles diarios de gasolina para mantener
este marasmo “revolucionario”, cuantimenos los más de trescientos mil que se
requerirían para una Venezuela productiva.
El
gobierno a la caza de culpables que lo exoneren de la destrucción, intenta responsabilizar
de este desastre al bloqueo, a las sanciones de Trump y – habrase visto- a la
oposición.
El
problema es que ya nadie les cree. Hace tiempo que perdieron la magia con las
multitudes. Son un liderazgo agotado, que en lugar de mandar… asusta.
Hoy
todos saben que las políticas del gobierno acabaron con la producción petrolera
de un país petrolero.
Y
FUE A ADREDE
Resulta
que el gobierno ni se equivocó, ni fue incapaz con Pdvsa. Todo estaba fríamente
calculado, como en el chapulín casualmente colorado. La destrucción de Pdvsa
obedeció a un plan premeditado. La misma plana de destrucción estratégica que han
aplicado todos los socialismos que en el mundo han sido. Ejemplos sobran: Cuba. Las fotos de casas de La Habana donde
viven los hombres nuevos parecen secuelas de un bombardeo. Los carros son
reliquias. Eso sí la igualdad que prometió Castro se ha cumplido rigurosamente.
Todos están igualados por el hambre - el país más flaco de América - y por la
censura. Venezuela sigue esos pasos. Gracias a la “revolución”, en el país con
“más reservas de petróleo en el mundo” los venezolanos comemos seis veces menos
carne que cuando el “oprobioso” capitalismo nos explotaba hace veintidós años.
Ahora somos gloriosamente igualitarios por abajo, a excepción de los nunca bien
ponderados enchufados.
LOS
23.000 EXCLUIDOS DE GENTE DEL PETRÓLEO
“¿Queréis
conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden
actual? Consultad los anales de
España, de América, de Venezuela; examinad las leyes…”, Estas palabras del
Libertador en su Discurso de Angostura, pueden servir de base para buscar los
orígenes del desastre de Pdvsa. Si queremos conocer los autores de la
desaparición de la producción de petróleo y gas, y de las refinerías
destartaladas, consultemos la prensa de los días iniciales de la “revolución”,
cuando Chávez dijo que Pdvsa era una caja negra, y luego le echó dos brochazos de pintura roja
para mayor opacidad; o cuando inició la falacia de la campaña de las “colitas
de Pdvsa”, o una serie de acontecimientos que finalizaron con la expulsión de 23.000
técnicos de Pdvsa… he ahí el origen de
la escasez de gasolina, del acabose de la producción, de la explosión de
bombonas de gas. No busque más.
La expulsión de los 23.000 trabajadores de Pdvsa
en el conflicto iniciado en 2002 (a mucha honra) constituye un hito petrolero
con consecuencias similares a la Guerra del Yom Kippur, o la invasión a Kuwait,
o la caída del Sha. ¿Por qué?... ha sacado del mercado por muchos años una
producción de por lo menos cuatro millones de barriles diarios. Porque
Venezuela debería estar produciendo, si la “revolución” no hubiera destruido a
Pdvsa, por lo menos cuatro o cinco millones de barriles al día. Y que quede
claro, ninguno de los hitos petroleros mencionados ha sacado tamaña producción
del mercado por tanto tiempo. Es hora de incorporar la exclusión de los 23.000
dignos trabajadores de Pdvsa, como un importante hito en la historia del
petróleo.
Y no hay que olvidar que la expulsión de estos
trabajadores le ha costado a Venezuela, a cuatro millones de barriles por día,
por lo menos cincuenta o sesenta mil millones de dólares al año durante muchos
años. Saque cuentas.
EL
REMATE DE UN PAÍS
La
“revolución” cumplió su desiderátum de destruir a Venezuela y a su principal
industria. Ahora intenta vender sus escombros y tiene la desfachatez de llamar
a eso privatizar. Nunca olvido la sabia frase que me dijo un político que esta
“revolución” iba a llegar el momento en que diría a los inversionistas: “agarra
Pdvsa y dame lo que quieras”. Puro remate.
No
es lo mismo privatizar que rematar. Privatizar es ser vender o incorporar
capitales privados en conciencia de intercambiar a valor justo y estableciendo
condiciones para ganar - ganar. Muy diferente a ofrecer los activos sin orden
ni concierto. De vender apurados la casa para pagar deudas de juego, o vender
el carro para comer… vender Pdvsa para prolongar los estertores.
Se
habla de potenciales compradores. Como Irán con las refinerías y estaciones de
servicio. O países “panas” que no han
querido las instalaciones por su pésimo estado, o de empresas que temen
invertir en pozos porque saben que la Ley Antibloqueo no aguanta un post gobierno.
Puro remate, como en el primer capítulo
de la monumental obra de Betancourt “Venezuela Política y Petróleo”, habría que
titular “Una república en venta”.
RECUPERACIÓN
DE LA INDUSTRIA PETROLERA
Claro
que se puede recuperar la industria petrolera y claro que se puede recuperar a
Venezuela. En cuanto a la industria petrolera muchos técnicos y políticos han
trabajado en ello. Allí está el PTE
(Plan Táctico de Emergencia), que refleja una ruta para atender
la Emergencia en que se encuentra Pdvsa, estabilizar sus funciones y luego
proceder a una transición con capitales privados y adecuadas modalidades de
contratación, a objeto de conformar una industria petrolera próspera que sirva
de eje hacia un país próspero.
Pero para ello hace falta
confianza, seguridad jurídica y leyes adecuadas… “tres cosas que no puedo
darte” … como imitando a Bécquer podría decir el gobierno. Tendría que negar lo
que hasta ahora ha sido.
Lo único que se le ocurre a
la “revolución” luego de destruir la industria petrolera, son estos intentos de
privatización que suenan a venta de escombros. Igual sucede con el país. No se
trata de rematar al mejor postor.
¿Capitales privados? Claro
que hacen falta y mucha. Pero para que lleguen hay que generar confianza. Y
eso, en el mundo moderno se llama modelaje, leyes, respeto, capacidad, paz,
reglas claras. Gobiernos constructores.
Y luego de haber destruido a
Venezuela y a Pdvsa como desiderátum para mantenerse en el poder, difícilmente
este gobierno pueda incorporar uno u otro capital extranjero, a menos que sea
en condiciones leoninas que lejos de beneficiar al país, sirvan para mantenerse
en el poder aplicando su política lobo feroz de destruirte para comerte mejor.
Los capitales extranjeros son
indispensables; pero en el marco de una concepción sistémica del país.
Remate es una cosa y
privatización es otra. Pendiente.
Esta columna se publica en
los periódicos Informe 21 y Diario de Caracas, así como en la revista
Petroleum.
Excelente artículo. Yo trabajè por 40 años en la industria petrolera en y me jubilè siendo empleado de PDVSA. Cómo me duele lo que ha pasado.
ResponderEliminarYo trabaje por 20 años y salí con el pitó de Chavez y realmente duele ver como acabaron el pais.
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