LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ
Rafael Gallegos Blog 472
No se trata de la película de Clark Gable donde el sur de Estados Unidos queda arrasado por la Guerra de Secesión; sino de lo que el viento se ha llevado en la Venezuela socialista. La lista de los daños es gigantesca, muy superior al tamaño de este artículo. Podríamos parodiar y decir Lo que la “revolución” se llevó.
A la rutina
– la manera como hacíamos nuestras
actividades - los años de “revolución” la han empobrecido, o peor, desaparecido. Y sin echarle la culpa a Trump, o a Biden, o
a Uribe, o a cualquier guacamaya del imperio.
Por ejemplo, ¿recuerda usted que hacía los domingos de antes de la
“revolución”? Cuando salía a comprar unas diez empanadas para el desayuno de la
familia y tal vez gastaba cincuenta
bolívares, algo así como el uno por ciento de su sueldo si usted tenía un
regular ingreso de 5.000 bolívares al mes, por cierto nada especial. Ah, y
compraba El Nacional (desaparecido), El Nuevo País (desaparecido), o El
Universal (acaba de reaparecer sólo los domingos), o 2001 o Ultimas Noticias.
Repita esa operación hoy luego de dos décadas de “revolución”: diez empanadas y
dos periódicos de los que a duras penas sobreviven, le pueden significar diez o
doce millones de bolívares, para no comparar en dinero devaluado podemos
afirmar que se trata de unos diez sueldos mínimos y para que esa cantidad represente
como otrora el 1% de un sueldo, usted debería ganar por lo menos mil millones de bolívares mensuales. Saque
cuentas. ¿Usted gana mil millones de
bolívares mensuales? … novecientos sueldos
mínimos solo para desayunar un domingo. ¿Qué tal?
¿Recuerda cuando usted cobraba y hacía presupuesto
para ver en qué gastaba los reales? Tantos bolívares para la hipoteca o tanto para el alquiler, más
tanto de mercado, de colegios, cervecitas los viernes, salida a la playa un
domingo con los muchachos…. Y usted se quejaba porque la cosa estaba dura. Y
hoy, ¿maneja usted presupuesto o simplemente boquea para que su nevera no
parezca un concierto en la llanura? Otro arrase de la “revolución”.
Basta recordar a los economistas de la época, decían
que de acuerdo a los ingresos, en comida se gastaba entre el 10 o el 50 % del
sueldo. Hoy, se sueña con gastar en alimentos un imposible más del 100 % de los
ingresos. El sueldo mínimo ronda un
dólar al mes. Veinte veces por debajo
del límite de hambre determinado por la ONU. Hambre a paso de vencedores. ¿Para
eso era la “revolución”?
CUENTOS
PARA MUCHACHOS INCRÉDULOS
A los pocos muchachos que quedan en este
avejentado país (otro logro de la “revolución”) hay que contarles a riesgo de
que nos digan embusteros y fantasiosos, que antes de la “revolución” en los
bancos había dinero, en las ventas de carros había carros, en los hoteles
turísticos había turistas y hasta venía gente de otros países a pasar
vacaciones en Venezuela, que en las gasolineras vendían, sin cola, gasolina;
que las bombonas de gas estaban llenas de gas, que cuando usted abría el chorro de agua salía
agua (todos los días), que cuando usted apretaba el suiche aparecía la luz, que
cuando usted se montaba en un autobús pagaba con sencillo, que con un billete
de diez bolívares ( tal vez la mitad del
ingreso mínimo diario) usted compraba dos canillas, un litro de leche, un
periódico, se tomaba un cafecito y todavía le daban el vuelto; que la leña para cocinar era un hobbie y no una necesidad, que todos los
años los concesionarios ofrecían carros último modelo en cómodas cuotas y un
buen número de venezolanos los podían adquirir, que los venezolanos eran
aceptados en todos los países como turistas y hasta los trataban muy
complacientemente para que regresaran; que cuando usted iba a votar en
elecciones presidenciales, regionales o locales ganaba el que tenía más adeptos
y se reconocía al ganador; que en los
periódicos salían unos avisos ofreciendo una cosa que se llamaba empleo, que en
Navidad pagaban otra cosa que se llamaba aguinaldo y los padres les compraban
regalos del Niño Jesús a los hijos, que Mérida y Margarita eran intransitables
en agosto y diciembre; que para año nuevo mucha gente compraba estrenos y no
andaba con ropa desgastada como hoy, ni en carros viejos que ya se tornan
antiguos y recuerdan a La Habana ( puro comunismo); que el gobierno hacía
viviendas populares (Banco Obrero o Inavi)
y las vendía a precios muy módicos no como ahora que las “asignan” y al
que se porte mal u opine en contra del gobierno lo sacan; que usted podía ir a
un banco y solicitar un préstamo hipotecario, que en los hospitales había
razonablemente insumos, médicos y enfermeras que atendían a los pacientes; que
había una cosa que se llamaba Seguro Médico que era en bolívares y alcanzaba
para una hospitalización. Que Venezuela acogía amorosamente a extranjeros que
venían a hacer vida con nosotros, al revés que ahora que deportan a los
venezolanos como indeseables en algunos países.
Que los padres, hijos y nietos, la familia,
vivían en Venezuela y se veían con regularidad, no como ahora que millones de
venezolanos se han tenido que ir del país huyendo del hambre provocada por la
“revolución”. Que había unos plásticos que se llamaban tarjetas de crédito y servían
para pagar en restoranes, en hoteles, en supermercados, para comprar pasajes
aéreos.
La verdad es que no es poco lo que hemos
perdido con este socialismo del siglo XXI. Seguramente faltan más cosas por
perder que hoy los venezolanos no somos capaces de vislumbrar; pero ya el
gobierno lo irá develando con sus nuevas leyes desde la Asamblea Nacional que
nacerá el seis de diciembre. Harán sus leyes comunales y otras, tipo
antibloqueo y diseñadas para vulnerar la propiedad, las inversiones y (¿más?)
libertades. Puro gobierno comunal… comunismo habremus.
Créame que a este paso de sumisión que nos está
caracterizando a los venezolanos, la bola de cristal es tan oscura que indica
que en el futuro será tan terrible que sentiremos nostalgia del desastre que vivimos
hoy. Como Macondo, nos vamos convirtiendo en un pavoroso remolino de polvo y
escombros. A este paso nos tocará descubrir como Aureliano Babilonia que las
estirpes condenadas a cien años de soledad no tendrán una segunda oportunidad sobre
la tierra. Menos mal que a los venezolanos apenas nos han pasado veintidós años.
O sea, nos quedan setenta y ocho años para
ponernos las pilas. Para dejar de maltratar por las redes al que piensa
diferente, para descubrir quién es el verdadero enemigo, para diseñar
estrategias unitarias que nos permitan reimplantar la democracia, para dejar de
ser espectadores de este desastre.
Es imperativo un Frente Unitario. ¿Habrá por
ahí un líder que haga con el liderazgo opositor venezolano como hizo CAP con
los chilenos, cuando en plena y eterna dictadura de Pinochet, invitó a la
diversa y cuasi enemiga oposición chilena a Venezuela, los metió a todos en un
hotel y no salieron hasta que sacaran humo blanco de estrategias unitarias para salir del dictador?
Porque mientras no se encierren los líderes
políticos opositores más representativos – todos – en un sitio y no salgan de
allí sino con una estrategia unitaria, no vamos a restituir la Democracia.
Que conste… nadie lo va a hacer por nosotros.
Lo que el viento se llevó, sólo lo devuelve un
Pacto Unitario. ¡Ya está bueno! Los que no puedan hacer Unidad, que abran paso,
que el país se diluye.
Pilas y guáramo son nuestras primeras
necesidades.
PD1.- El 2021
es el Bicentenario de Carabobo. Un año de replanteamientos y si actuamos asertivamente…
de recuperación de la Democracia.
PD2.- Feliz
Navidad y Feliz 2021. Hasta mediados de enero que volveremos con la columna.
Esta columna se publica en los periódicos digitales “Informe 21” y “Diario de Caracas”, y en la revista “Petroleum”.
Es una lastima todo este desastre. No hay que gastar energía en buscar que fue lo malo que hivimos. La energía se debe centrar en la estrategia y operación para salir de esto...
ResponderEliminarRafael, felicitaciones. Tremendo ensayo.
ResponderEliminarSaludos
Diego