Rafael
Gallegos Blog 427
PARLAMENTO O AUTOCRACIA
En 1933 el canciller Hitler
quemó el Congreso de su país. Seguramente su diabólico colaborador Joseph Goebbels
- el mismo que aplicó la nefasta receta de repetir las mentiras mil veces hasta
convertirlas en verdades - le recomendó que ni de casualidad dijera que el
incendio fue provocado por ellos mismos.
Hitler montó un teatro típico de los autócratas, culpó a los comunistas y encontró un
“culpable” al que aplicó la pena de muerte. Paralelamente presionó al anciano y
debilitado Presidente Hindenburg y logró que éste emitiera un decreto que
suspendía “hasta nuevo aviso” las libertades de prensa, reunión etc. por la
situación de peligro existente. Así, acabó con la democracia alemana y comenzó
su dictadura. Para mayor desfachatez el decreto rezaba en su título “para la
protección del pueblo”. Y eso que los nazis tenían la primera mayoría en el
Congreso. Es que los parlamentos le estorban a las a las dictaduras. Ah! y el “hasta
nuevo aviso”, fue doce años después, a
la muerte de Hitler.
En Venezuela Juan Vicente
Gómez disponía de un Congreso ideal para los dictadores. Lo había electo a
dedo. Por ello 1929 cuando en un vergonzoso
discurso (para los aplaudidores) le propuso a sus “aguerridos”
parlamentarios que no quería ser Presidente de la República, estos gritaban:
no, no, no. Y dicen que algunos hacían puchero. Bueno está bien – continuó el
dictador- pero me buscan uno que piense igualito “a yo” en todas las cosas. Sí,
sí, gritaban ahora los parlamentarios. Seguían los pucheros; pero ahora eran de
alegría. Así, les recomendó como presidente de Venezuela a Juan Bautista Pérez
y siguió en Maracay como jefe del Ejército. Un Congreso así es el ideal para los dictadores.
Ese mismo año, cuando Rómulo Gallegos escribió Doña Bárbara, se la
leyeron al Taita. Le gustó tanto que cuando llegó la noche Gómez hizo prender
los faros de un carro para que le finalizaran la lectura. Quedó tan contento
que le mandó a ofrecer a Gallegos la
senaduría (el propio dedo) por Apure. Dicen que Don Rómulo dubitó y su esposa
Teotiste le dijo firmemente: nos vamos… y se fueron de Venezuela hasta la
muerte del déspota. Una lección de dignidad.
Congresos como los de
Gómez, sumisos, sin garganta e indignos, son los que fascinan a las dictaduras.
Porque los parlamentos son lo más cercano a la voz del pueblo en las
democracias. En USA sacaron a Nixon sin aviso y sin protesto, en Brasil a Dilma
Rousseff. Y en Estados Unidos van por Trump. Y a ninguno de ellos se le ocurrió
(o ha ocurrido) por ejemplo mandar a
golpear a los diputados con los militares para que no entren al hemiciclo como
que si estuvieran en Trucutrulandia.
En 1948, cuando los
militares tumbaron al insigne novelista Rómulo Gallegos, el valiente demócrata
Valmore Rodríguez, presidente del Congreso Nacional, trató de aplicar la Ley. En Maracay se proclamó Presidente y nombró un
gabinete de emergencia. Pero los golpistas no estaban para “leyecitas”. Don
Valmore terminó encarcelado y murió en Chile en 1955.
En 1959 cuando Fidel Castro
visitó a Venezuela, mi querido e inolvidable padre Rafael Gallegos Ortiz le
preguntó al comandante que por qué no hacía elecciones si él arrasaría. La
respuesta de Castro fue que bastaba un solo diputado que le echara broma para
que él no pudiera lograr lo que quería. Estaba clarito en cómo estorban los
parlamentarios dignos a los despotismos. Y una vez al Che – otro héroe de esta
“revolución” “bolivariana”, un periodista en medio de una manifestación le
preguntó por elecciones y su respuesta fue para qué si el pueblo ya habló ¿no
ve la multitud? … clara manera de escurrir el bulto.
Claro, la revolución cubana
si hace elecciones, con un solo partido, sin testigos de oposición porque está permitida
y sacan el 99% de los votos. Jefes y modelos de nuestros “revolucionarios”. Ya
se acercaron con la ANC donde lograron el milagro estadístico de sacar el 100%
de los parlamentarios con apenas el 20%
de apoyo popular.
CINCO
DE ENERO DE 2020
Sin leguleyismo, es decir
sin discutir que en Venezuela el 5 de enero de este año el Presidente de la
Asamblea Nacional fue electo con acta o sin acta, con quorum o sin quorum,
violando el reglamento o no, o que si Guaidó entró o no entró… sin leguleyismo…
¿Puede ser válida una elección donde los militares reprimen a los
parlamentarios y no dejan entrar a muchos de ellos?
Este solo hecho hace que
ese acto sea digno (más bien indigno) de ocupar un sitial en “La historia universal de la infamia”, de
Jorge Luis Borges.
¿Qué opinaría usted si eso
sucediera en Suiza, o en Suecia, o en Chile, o Costa Rica? La verdad es que da
pena ajena. Tanto que países “panas” de la “revolución”; pero democráticos como
Argentina, México y Uruguay, inmediatamente denunciaron el hecho y se
desligaron del régimen. Y ya las Academias, la Conferencia Episcopal, la Gente
del Petróleo y muchas otras organizaciones de incuestionable talante democrático
han rechazado tamaño desaguisado.
Y ahora los voceros del
gobierno tratan de explicar lo inexplicable. Pero ni Goebbels, ni sus hijos de
la Stasi alemana o sus nietos del G2 cubano podrían justificar como democrático que los militares agredan a los
parlamentarios y no los dejen cumplir su trabajo. Te pareces tanto a mí le
podrían cantar un grupo de autócratas cantores integrado por Hitler, Fidel, y Gómez
entre muchos otros.
No aclaren que oscurecen.
LA
CONSTITUCIÓN SIRVE PARA TODO
El 24 de enero de 1848 el
Congreso venezolano discutía enjuiciar al presidente José Tadeo Monagas. El
ministro Sanabria estaba allí entregando Memoria y Cuenta. Se corrió la voz
(¿quién la correría?) que al ministro lo habían asesinado. Aparecieron las
turbas liberales (¿quién las mandaría?) y asesinaron a cuatro diputados(¿quién
los dejaría?). Al día siguiente, Monagas quería enderezar el entuerto y ofreció
soluciones que sus asesores le dijeron que no iban en línea con la
Constitución. “La Constitución sirve para todo” fue su respuesta. Digna de los
autócratas de todos los tiempos.
Obligaron a los diputados a
reunirse nuevamente como si nada. Casi todos fueron, de lo más mansitos. Desde ese día
Venezuela tuvo dóciles parlamentos que no parlaban, por muchos años. Hasta que
llegó la Democracia.
Sin embargo Fermín Toro, el
gran Fermín Toro, no asistió. Los funcionarios del régimen se trasladaron a su
casa para reclamarle en tono amenazador. Su respuesta pasa a la historia como
una gran lección de dignidad: “Díganle al presidente Monagas que mi cadáver
puede ser llevado; pero que Fermín Toro no se prostituye.”
Y Juan Guaidó tampoco, ni
los cien diputados.
Rafael, impecable, como siempre. Gracias por ampliar mi cultura general
ResponderEliminarPara los que siempre están criticando, que nuestros diputados de oposición no hacen nada, queda constancia en los videos del 5 y 6 de Enero 2020, como recuperaron la asamblea nacional y como ratificaron al Presidente encargado Guaido.
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