VARGAS, OTRA CARUJADA MÁS
Rafael
Gallegos Blog núm. 400
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Dr. Vargas, el mundo es de los valientes.
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No Carujo, el mundo es del hombre justo –
le respondió el insigne Presidente
Vargas al militar golpista.
En 1835 le dieron un golpe
de estado a Vargas y en 2019 le cambian de golpe el nombre al estado Vargas. ¿Trabalenguas
o carujismo?
¿Será que el Doctor José
María Vargas cayó en la lista negra de la historia “revolucionaria”, tal como Cristóbal
Colón cuando le derribaron la estatua?
¿Le estarán cobrando al
sabio que fue conservador, o que no luchó como militar por la Independencia
sino que se fue a vivir a Puerto Rico? ¿O pensarán mal informados que Vargas era subalterno de José Antonio Páez,
héroe patrio también execrado por la “revolución”?
¿O será una jugada maestra
para cambiar en el futuro el impersonal nombre del Estado La Guaira por el de algún
prócer o más bien, por el del prócer de la “revolución”?
Amanecerá y veremos.
El pardo José María Vargas
fue un eximio venezolano. Médico, científico, escritor. Rector de la Universidad Central de Venezuela,
para ello el propio Libertador Simón Bolívar hizo cambiar el reglamento a fin
de que los pardos pudieran ejercer como tales.
Fue el primer presidente
civil de la llamada cuarta república de Venezuela. Le antecedió el general Páez
y le sucedieron otros militares, que así cobraban con creces sus valiosos servicios
prestados a la Independencia. ¿Patria botín? ¿Será la condición de civil lo que
no le perdonan al Dr. Vargas?
Civil, brillante y
conservador. Un cóctel difícil de digerir por los poderosos en esta hora tan aciaga.
LA
INTENTONA GOLPISTA
En 1835 los alzados nombraron
al general Santiago Mariño Jefe
superior de la llamada “Revolución de
las Reformas”. Vargas había ganado la Presidencia
de la República ante los militares Soublette y Mariño entre otros.
Los facinerosos proponían la
restauración de la Gran Colombia y la superación de un gobierno al que acusaban
de godo y agiotista. También aducían que el poder debía estar en manos de los fundadores de la
patria, o sea… de los militares.
Pedro Carujo, que había
intentado asesinar al Libertador en Bogotá, fue el encargado de conversar con
el presidente Vargas. La puerta la cuidaba una tropa encabezada por el capitán
Julián Castro, quien curiosamente sería derrocado veinticuatro años después.
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¿Quién gobierna aquí? ¿Se aclama la
Constitución? Pues yo soy el Presidente Constitucional – protestaría años después
el presidente Julián Castro.
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Usted es el Presidente Constitucional; pero
está preso- le respondería el jefe de la tropa que lo había detenido.
Es que quien a hierro mata,
no puede morir a sombrerazos.
Los golpistas creyeron que
Páez los apoyaría; pero el zamarro prócer se cuadró con la Constitución y restauró
al Doctor Vargas. Éste apenas duró siete meses más en la presidencia, quedando encargado
el vicepresidente Dr. Andrés Narvarte. Al igual que Vargas, Narvarte era universitario,
civil y guaireño. En la Convención de Ocaña años atrás había expresado que los
males de Venezuela provenían de sobreponer la autoridad militar a la autoridad civil.
Es decir, que temprano denunció al militarismo como la causa de los males de
Venezuela.
O sea que los dos primeros presidentes civiles de la
llamada cuarta república de Venezuela (a partir de 1830) fueron universitarios, civiles y guaireños. Casualidad
de casualidades… igual que Juan Guaidó.
EL
NEFASTO CARUJO
Pedro Carujo planeó acabar
con la vida del Libertador varias veces.
En septiembre de 1828 penetró en la
residencia de Bolívar en Bogotá a la cabeza de unos conspiradores con la
intención de asesinarlo. De un pistoletazo mató a su “amigo” Fergunson.
Agredieron a Manuela tirándola en el
piso y cuando iban a matarla y alguno de
ellos impidió arguyendo que “no venían a
asesinar mujeres”, entonces el “valiente” Carujo le pateó la cabeza con la bota y le ocasionó
chichones.
Carujo negoció su ejecución
por denunciar a sus compañeros. Hasta aquí el personaje.
LA
REVOLUCIÓN REBAUTIZADORA
Ante su sequedad de obras,
la “revolución” opta por rebautizar la infraestructura ejecutada por la República Civil. Le cambiaron
el nombre al Parque Rómulo Betancourt, al Parque Jóvito Villaba, a la autopista
Rafael Caldera, a las represas Ruiz Pineda y Raúl Leoni. Escapulario ajeno que
al final correrá la suerte de por ejemplo Leningrado y Stalingrado, ciudades
que recuperaron sus nombres originales cuando
el comunismo soviético se cayó por su propio peso ante la indiferencia de su “pueblo”.
¿Alguien le preguntó al
pueblo de Vargas si quería cambiar el nombre?
El nombre de Estado Vargas
queda, por ahora, en el corazón de los guaireños. Será recuperado cuando el
mundo vuelva a ser del hombre justo.
Pilas y guáramo para que así
sea.
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