PETRÓLEO, BOMBAS Y EL CATACLISMO DE DAMOCLES
Rafael
Gallegos Blog núm. 403
Timeo cuenta que en Sicilia vivía Damocles, un miembro de
la corte del rey, que era muy envidioso y continuamente añoraba el poder y los lujos
de su soberano. A los oídos del rey llegaron los comentarios de Damocles, y decidió
darle una lección. Le ofreció que
intercambiaran sus roles por una noche. Así, un Damocles muy emocionado se fue
a las habitaciones del rey. Puro lujo. Sedas, encajes de oro, apetitosas comidas y bebidas. Amplia servidumbre. Bellas
mujeres. Y sólo tenía que ordenar para cumplir sus deseos. Cuando se dispuso a
dormir observó el techo y se interrumpió su fascinación. Vio encima de la cama
del rey una espada muy afilada que pendía exactamente sobre su cabeza. Esta se
sujetaba al techo apenas por una crin de caballo. Su pánico fue tal que no pudo
dormir, ni comer, e inmediatamente le devolvió al rey su puesto. Desde entonces se dice “espada de Damocles”
para significar un riesgo inminente.
El maravilloso escritor
Gabriel García Márquez transformó la espada en cataclismo y pronunció un
discurso espeluznante en 1986, a propósito del riesgo nuclear, “El cataclismo de Damocles” que comenzaba: “Un minuto después de la última explosión,
más de la mitad de los seres humanos habrá muerto y el polvo y el humo de los
continentes en llamas derrotarán a la luz solar…”
El conflicto entre Trump e
Irán, impregnado de petróleo y atizado por la energía nuclear constituye un
alto riesgo para la sobrevivencia de la humanidad. Hace pocos días Estados
Unidos estuvo cerca de bombardear a Irán, lo que tal vez hubiera provocado otro ataque de Irán a
Israel, considerado enclave de Estados Unidos en la zona. Una reacción en
cadena que regresaría a la tierra al reinado de las cucarachas, que como dice
el Gabo no le podrán contar a la próxima humanidad dentro de millones de años
la torpeza de los dirigentes de hoy.
Mientras la tecnología ha
avanzado por vertiginosos ascensores, las pasiones a duras penas gatean por las
escaleras. Hoy el mundo en lugar de buscar soluciones comunes a problemas
comunes se agrupa en dos rivales. Por un
lado Estados Unidos, casi toda Europa y Arabia Saudita. Por el otro Rusia,
China e Irán. Juego macabro y cuando a alguno
“se le vaya una bomba”… se acabó todo.
Poco aprendimos de
Hiroshima, que era apenas un triquitraqui comparado con las bombas de hoy,
capaces de sacar a la Tierra de su eje.
ORMUZ
Por el estrecho de Ormuz,
salida del Golfo Pérsico o Golfo Árabe dependiendo de quién lo nombre, transita la más de la tercera parte del
petróleo de la OPEP. Ese petróleo significa el 90% del consumo de Japón
y de Europa, y el 60% del chino. Su cierre – suponiendo que no fuera
atómico - elevaría el barril de petróleo a cientos de dólares y causaría una
gigantesca recesión en el llamado primer mundo. Porque sin petróleo, el mundo
regresaría a la edad de piedra.
LLEGADERO
Hoy Irán, mañana Arabia o
Siria. Tal vez Irak o Libia. En los últimos tiempos Arabia Saudita atacó a Yemen y tomó medidas contra Qatar que
comparte con Irán el yacimiento de gas más grande del mundo. La zona es un
coctel de petróleo y poder, que hierve. Y cada conflicto incrementa el riesgo atómico…
el cataclismo de Damocles.
Hasta ahora sólo unos cuantos
países tienen bombas nucleares. Y la verdad es que a pesar de ciertas
estridencias, se han manejado con tino, de lo contrario no estaríamos aquí. Hasta ahora se ha cumplido la profecía de Bernard Shaw, quien dijo en los años
cuarenta que las bombas atómicas tenían tal poder de destrucción, que
garantizaban la paz.
Sin embargo, cada vez es
más fácil hacerse de poder nuclear. Entonces ¿qué sucederá en treinta o
cuarenta años cuando tal vez la
impresión tridimensional o la ferretería de la esquina faciliten empoderarse en
esos artefactos? ¿Cuántos países tendrán
artefactos nucleares? Y peor, ¿cuántas individualidades? ¿Qué tal un
desequilibrado que haga en ataque nuclear a una escuela de Estados Unidos?
Einstein dijo que no sabía
con qué armas sería la tercera guerra mundial; pero que estaba seguro que la
cuarta sería con… palos y piedras.
IN
MEMORIAM JFK
“Esa
bala es antigua…” comienza el gran Jorge Luís Borges su
relato. Mató a Lincoln, mató a Kennedy. Fue la bayoneta que destrozó a los
defensores de El Álamo, fue los clavos que atravesaron las manos del
Redentor… fue la piedra que lanzó Caín
contra Abel. “Y será muchas cosas que hoy
ni siquiera imaginamos que podrán concluir con los hombres y con su prodigioso
y frágil destino.”
El siglo XXI exige severos
cambios si la humanidad quiere llegar al siglo XXII. Cambios en los seres
humanos. Conciencia colectiva y universal. Superar el hambre, los daños
ambientales, las dictaduras. Educar ciudadanos del mundo. Sin duda se acerca la
hora de alguna forma de integración de gobiernos. Es imprescindible que los
átomos sean utilizados exclusivamente para la paz. El hombre necesita superar
al hombre.
Pura sobrevivencia.
Hola Rafael excelente artículo un abrazo Ramon
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