DON QUIJOTE, HAMLET Y LA “REVOLUCIÓN”
Rafael
Gallegos Blog núm. 241
Cervantes y Shakespeare murieron
en la misma fecha, el 23 de abril de 1616; pero no en el mismo día. Parece un
trabalenguas, pero sucede que en Inglaterra todavía no se había adoptado el
Calendario Gregoriano, por lo en la
misma fecha inglesa y española, había catorce días de diferencia.
Lo cierto es que para ambos creadores se está conmemorando este mes el Cuatricentenario de haber dejado
este mundo.
Ambos son inmortales por
haber creado en sus obras prototipos de la civilización occidental. El Don Quijote
de Cervantes trasciende su personaje y cobra un significado especial. Se le dice
quijote a quien defiende sus ideales con mucho fervor y va tras objetivos
incumplibles. Por lo que la quijotería deriva en una manera irreal, o por lo
menos excesivamente idealista de ver al mundo.
Hay políticos quijotescos,
que piensan que la palabra “revolución” basta para lograr el bienestar de los
pueblos, como si soplar fuera hacer botellas. Tal vez en principio hasta se
engañen ellos mismos y hagan una imitación del manchego y confundan molinos de
viento con capitalismo, humildes venteros con
imperio norteamericano y dediquen sus heroicas acciones una falsificada
Dulcinea del Toboso.
Igual, nuestros
“revolucionarios” dedican su acción a un Simón Bolívar falsificado. Dicen que
fue socialista cuando todos sabemos que fue un liberal de su tiempo. En su
nombre, el hombre que nos hizo independientes, se rinden a los pies de la es de
la revolución cubana. Hasta falsifican su imagen como si todos los pintores del siglo XIX
hubieran sido ciegos. El Libertador, al igual que Dulcinea, jamás se enteró ni de
tanto desaguisado en su nombre. De haber sido así, los “revolucionarios”
hubieran encontrado sus huesos
revolcados cuando destaparon la urna, quién
sabe con qué fines.
La gran diferencia de los
“revolucionarios” es que Don Quijote, no ambicionó poder sino gloria, mientras
los “revolucionarios” nos han convertido en ruinas sin gloria. Empezaron idealistas
como el Quijote y van terminando más
realistas (y sobre todo más “realísticos y dolarísticos”) que el mismísimo Sancho
Panza.
Además, como si no supieran
que nunca segundas partes fueron buenas,
intentan imitar al fraile Avellaneda, escritor de la falsa segunda parte de Don
Quijote de la Mancha. Han tratado de escribir una segunda parte de la fatídica
revolución cubana, que escribió Fidel Castro sobre el mapa y los dolores de los habitantes de la isla.
DON
QUIIJOTE, ¿CARAQUEÑO?
Es sabido como el anciano,
enjuto y heroico Don Andrea de Ledezma adarga en mano y lanza en ristre, defendió
a Caracas de una invasión pirata, sólo y con su vida. Se dice que la gesta impresionó al mundo y que de allí sacó Don
Miguel de Cervantes su Ingenioso
Hidalgo… Observen el parecido físico y mental.
O sea que el Quijote nació
en Caracas y se llamaba Ledezma, igual que el valiente Alcalde preso, Antonio Ledezma.
BRINCAR
O NO BRINCAR
Por su parte, Shakespeare,
nos legó entre muchos otros personajes a Hamlet. Al comienzo de la obra, a Hamlet
se le apareció el fantasma de su padre,
no se sabe si en forma humana o de algún pajarito. Le dijo a su hijo que su
muerte no había sido natural, sino que lo habían envenenado. Le reveló a Hamlet el nombre del asesino.
Éste se horrorizó y urdió un plan para vengarlo. Como parte del plan se hizo el
loco; pero nada le salía bien. El reino seguía palo abajo y se le creó el gran
dilema: ¿ser o no ser? O mejor (adaptación de los literatos), ¿Brincar o no
brincar?... la talanquera. La verdad es que desde que murió su padre, todo le
salía mal.
Dijimos que Don Quijote
había nacido en Caracas. De Hamlet, no tenemos información, por ahora.
MUCHO
RUIDO Y POCAS NUECES
Finalizaremos el homenaje a
Shakespeare, recordando la obra “Mucho ruido y pocas nueces”, tan parecida a la
“revolución”. Porque ruido ha habido… de más: guerra asimétrica, rectifica
Obama, resurrección de la patria, guerra económica, esta es una revolución
pacífica pero armada, Venezuela Potencia, revolución bolivariana,
Nazionalización del petróleo, rescate del campo y de la industria, soberanía
alimentaria, un millón de viviendas (¿no y que las iban a contar?), veinte victorias
electorales, etc., etc., etc.
Y pocas nueces. Tantos “logros” se opacan con
las colas, la inflación, la luz, el agua, la pobreza, el hambre, la
inseguridad, la subdemocracia y la desesperanza.
Tan pocas nueces, que se ha
vuelto peligroso que las cosas sigan como están. Sin oro, sin reservas, con 8 %
de decrecimiento y más de 500% de inflación. Es urgente hacer las cosas de
manera diferente. Todos: gobierno y oposición.
Lo demás es imitar a los
sabios de Bizancio, discutiendo el sexo de los ángeles mientras les tumbaban
las puertas de la ciudad.
Oigan las paredes…
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