VENEZUELA, ÉXODO SIN MOISÉS
Rafael
Gallegos Blog. Núm. 187
Nos vamos transformando en venezolanos errantes por
el mundo, gracias al socialismo del siglo XXI. Más de un millón de venezolanos, in crescendo, han emigrado
en busca de oportunidades, o por razones políticas. Con el corazón en la mano y
la patria en el bolsillo. Porque aunque
parezca trabalenguas, Venezuela es el único país del mundo donde los
venezolanos no somos musiúes.
Uno de los países más bellos, de tanto recurso, de
gente tan agradable e igualitaria y no lo duden, el de las mujeres más bellas
del planeta, ha revertido su tradición de país de inmigrantes. Gracias,
“revolución”.
Asómbrese, se van más de 300 estudiantes por día. Ahora
exportamos menos petróleo y más talento.
La “revolución” ha hecho que nuestros jóvenes no
tengan oportunidad de lograr una vida próspera mediante el trabajo, alquilar o
comprar vivienda, educar con calidad a sus hijos, comprar vehículo; que tengan
que diseñar complicadas logísticas de guerra para hacerse de los pañales y la
leche de sus hijos, o marchar de rojo para mantener los puestos de trabajo. De laborar
por famélicas dos o tres decenas de mensuales de dólares, igualito que en la Cuba comunista.
Hemos exportado más de 14.000 médicos, toneladas de
profesionales y técnicos. Nos estamos convirtiendo en un país de viejos. Por la
emigración… y por la violencia que acaba con tanta vida joven. La otrora ancha pirámide
poblacional tiende a convertirse en un palo.
Los países emigrantes tienen un elemento común, el
fracaso. Como los del cono sur cuando las dictaduras de los setenta. O los africanos
fugados hacia Europa. O algunos latinos hacia Estados Unidos. O los balseros de
la Cuba comunista, el país más flaco de América luego de casi sesenta años de
comunismo, que huyen por el Caribe, mar de la felicidad… de los tiburones.
La “revolución” ha desmantelado a Venezuela y a las familias venezolanas. Familias
enteras abandonan su querencia. Madres tristes porque temen no volver a abrazar a sus hijos. Jóvenes dejando atrás sus
afectos, por la búsqueda de una vida digna. Todos se van con la patria en el
bolsillo. Una patria llena de nostalgia por las
arepas, el aguacate, el pabellón, el ron, el Alma Llanera, el dominó, el
quihubo vale y la palmada en el
hombro. La frustración de ver a los seres queridos por la pantalla del
computador sin poder sentir el calor de sus cuerpos. La tristeza de ser
abuelos, tíos, padres o hijos… cibernéticos. El aguantar en algunos sitios el
trato de ciudadanos de segunda. O hacer labores por debajo del nivel de
formación. El despertar diario con el deseo de que todo cambie, para tener
oportunidad de regresar.
Gracias comandantes de la “revolución” ¿Es esto lo que ustedes querían para
Venezuela, a objeto de mantenerse en el
poder toda la vida? El venezolano había salido de las fronteras para libertar, o
huyendo de las autocracias. Hoy hay que agregar que salen para poder comer. La
historia los absolverá… sí y solo si siguen mandando.
Imitan a la España de la inquisición, que cuando expulsaba
a más de medio millón de judíos y árabes, botaba artesanos, médicos,
campesinos, filósofos y bajó varios escalones en su calidad de vida, por siglos.
O al nazismo, cuyo terror se tradujo emigración de talentos que les quitaron,
gracias a Dios, el privilegio de construir la primera bomba atómica, o de ganar
la carrera espacial.
O la Europa de ese comunismo que tanto les gusta. Los
deslenguados dicen que los “hombres nuevos” tras el muro de Berlín se asomaban por un huequito y veían a los
explotados proletarios del capitalismo, a sus niños rozagantes, sus ropas, sus
escuelas, sus vacaciones, sus carros, o sea, su nivel de vida en libertad. Y
colocaban en sus casas avisos que decían algo así como: busco capitalista
explotador que me lleve al otro lado del muro.
Y ojo, la distancia sociopolítica entre Miami y la
isla es superior a la que había entre
las alemanias. Todo gracias al comunismo
cubano de cuya amistad se regodean, sin
ningún rubor, casi todos los presidentes latinoamericanos. ¿Qué pensará la
resistencia cubana de esta afrenta a la libertad?
Venezuela es un Exodo; pero sin Moisés y sin tierra
prometida.
Aunque, ojo, nuestra
tierra prometida existe y está aquí: una
Venezuela democrática y próspera. Muchos venezolanos andan y
desandan su destierro con la patria en
el bolsillo y añoran y luchan desde la lejanía por la libertad del país.
Y como todo pasa y todo queda y lo de las
autocracias, es pasar, ya volverán. De todos los muros de Berlín saltarán las
piedras, tarde o temprano, esa es la dinámica de la historia.
De todas formas, se solicita un moisés, dos
moiseses, tres moiseses….
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