LA ESCALERA DE LOS AUTÓCRATAS
Rafael
Gallegos Blog. Núm 167
La historia es una mera repetición de capítulos que
creemos diferentes porque el tiempo les da distinto decorado. Por ejemplo, los
autócratas. Se repiten como una plana… y lamentablemente, como una plaga. Gómez
fue un autócrata con decorado andino.
Hitler otro, igualito, con el decorado
de la Europa de su tiempo. Boves, Stalin, Fidel Castro, Somoza, Pinochet.
Parecen copias al carbón. Eso sí, cada uno con su decorado particular. Ya lo dijo Shakespeare: el mundo es un
escenario y todos somos los actores. La realidad es que los autócratas se
repiten, o hasta la saciedad, o hasta que los pueblos aprendamos… lo que ocurra
primero.
Todos suben los mismos peldaños de la misma
escalera: resentimiento, destrucción y
vorágine.
Aclaremos que resentimiento, es culpar a los demás
por nuestros fracasos. Y los autócratas son casamenteros de sus resentimientos
particulares, con de los pueblos que pretenden dirigir.
Así, Hitler juntó el resentimiento que le provocó
ser un pintor fracasado y un potencial arquitecto
sin admisión en las escuelas, con la frustración del pueblo alemán, derrotado
en la primera guerra y firmante de un Tratado de Versalles que pretendía que
pagaran una deuda impagable, les quitaba territorios alemanes y les prohibía
desarrollar ejércitos.
Y por ejemplo Gómez, a quien Doña Zoila de Castro le
humillaba su condición de Vicepresidente al decirle: compadre no me ha capado
más gatos. Y remataba, apenándolo: es que el compadre tiene manos de cirujano.
O el propio compadre Castro, que le hería su susceptibilidad al ponerle peines
para ver si se le alzaba. Gómez unió su
resentimiento con el de los banqueros presos y
después escupidos por el pueblo cuando Castro los puso a marchar
encadenados para ver “si recordaban algún entierro” y le prestaban dinero. Y
también con el resentimiento del pueblo, que culpaba de sus carencias a las
borracheras y el abuso de poder del cabito.
Dicen que Boves tenía un gran resentimiento
contra los patriotas. Parece que quiso servir en esas filas y no se lo
permitieron. Entonces juntó su
resentimiento con el de los negros, pardos, mulatos y todos los colores,
despreciados y humillados por siglos de esclavitud e injusticia.
El segundo peldaño de los autócratas es el de la
destrucción. Destrucción Estratégica, para comerte mejor. Los autócratas acaban
con lo que encuentran para mantenerse por siempre en el poder. Hitler, en
nombre de la paz, destruyó a Europa para vengarse. Y sobre esas ruinas,
esperaba reinar 1000 años.
Gómez, en nombre de la unión, la paz y el trabajo,
mantuvo a Venezuela en la inopia. Analfabeta, palúdica, sin empleo, sin
educación, con las universidades cerradas, sin libertades. Todo en aras de un
pueblo postrado, para gobernarlo, como desgraciadamente sucedió, hasta su
muerte.
Boves dejaba que sus montoneras acabaran todo a su
paso, violaran mujeres, se apropiaran de lo que pudieran. Una venganza contra
los culpables de tanta vida fracasada. El odio como sistema de gobierno.
Pero al final, todos los autócratas son víctimas de
la vorágine que provocan con tanto desaguisado. A Hitler, tanta destrucción lo
destruyó. Mussolini terminó colgado boca abajo. Ceausescu fusilado
sumariamente. Boves, muerto en batalla, tal vez por su propia gente. Pérez
Jiménez huyendo en “su” vaca sagrada. Pinochet, perseguido por la justicia
democrática hasta el final de sus días. Gómez murió en cama, al igual que
Franco; pero tuvo que matar a su hermano Juancho y exiliar a su hijo José
Vicentico, que inmersos en esa vorágine de terror, quisieron asesinarlo.
LA ESCALERA
DE LA BOLIVARIANA
Juntaron su resentimiento
con el fracaso de los últimos años de democracia. Culpables, los ricos y no la
falta de gerencia o de Política. El camino: freírlos en aceite, expropiarlos,
hacer toneladas de elecciones llenas de tramparencia y grosero ventajismo.
Abajo los ricos. Y hoy, se acaban los ricos (menos los enchufados) y el pueblo
sigue sumido en la pobreza. ¿A la espera
de otro vengador?
Destruyen a
Venezuela, para cumplir su desiderátum:
permanecer, como Cuba comunista, en el poder. Saben que si los pobres se
vuelven clase media, se acaba la “revolución”. El Colegio de Ingenieros les acaba de demostrar que la inteligencia,
está masivamente contra el proceso.
Y finalmente: la
vorágine. Las empresas socialistas son un fracaso. PDVSA, la CVG, la
industria y el agro… sin comentarios. No hay dólares y ya nadie les cree. Como
la Cuba comunista tendrán que buscar quien los mantenga. Pero eso… no existe.
Se les fue la mano destruyendo. Ahora lo que hay es
vorágine. Selva que traga, como la que se engulló a Marcos Vargas.
Para llegar al cielo, se solicita una escalera
grande y otra chiquita. Abstenerse los mesías con escaleras de autócratas.
Y por cierto, la victoria en el CIV… suena a
presagio.
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