¿RADICALIZACIÓN O RIDICULIZACIÓN?
Rafael Gallegos
Blog. Núm. 119
Radicalizar la “revolución”, tiene que ver con
raíz, con ir al fondo, a la esencia. Con extremar las medidas
“revolucionarias”. Es decir, con parecernos más al comunismo cubano, pana y modelo
de este proceso que padecemos. Radicalizar significa asfaltar la ruta de la
tarjeta de racionamiento, de la hegemonía comunicacional tipo Gramma, de la monumental
represión, de los líderes eternos, o de alguna versión venezolana de los fieles
tiburones come balseros. ¿Es eso lo que usted quiere para Venezuela?
El gobierno amenaza con radicalizar cada vez que
China le niega reales, o surgen escándalos con la droga, o explota alguna
refinería, o se arma un zaperoco en las cárceles. Por ahora, han convertido la
fulana “radicalización” en un trapo rojo rojito. Pero no se engañe, que no
están jugando. El sueño de estos socialistas del siglo XXI, léase heraldos del comunismo
real, es convertirnos en Cubazuela. Que un día despertemos y refiriéndonos a
los Castro, parafraseemos a Monterroso: cuando me desperté el dinosaurio seguía
allí… con tiburones y todo.
Por sus obras los conoceréis. Radicalizar es profundizar
la inflación y pasar de la más alta de América, a la más alta del mundo. Idem
con el desabastecimiento, pasar de 10 y 20 %, a 50, 60 o 70%. Por cierto, ¿a
cuánto alcanzará esa cifra en la gloriosa revolución cubana?
Y así, profundizarán la devaluación, la violencia,
la pre quiebra de PDVSA y de las empresas básicas. Reflotarán hasta el infinito
las inoperantes haciendas y empresas
confiscadas, invadidas, expropiadas, o sea erializadas en nombre de la
“revolución”.
Como ya licuaron los poderes públicos (zumo,
jugo, hugo), imagino que la radicalización
consistirá en evaporarlos, tal cual Cuba. Y la opacidad electoral será
radicalizada con dos brochazos más de pintura, tal vez haciendo elecciones al
estilo cubano, con un solo partido, anote.
Y el tan cacareado poder popular centralizado
desde Miraflores, se radicalizará pasándolo de una vez, sin disimulos, a manos
del PSUV. Nada nuevo bajo el sol. Tan sólo será como cambiarle el cachimbo al musiú.
Y para minimizar los confundidos, se radicalizará
al canal ocho. Aunque los deslenguados dicen que más radicalizado… imposible. Ah! y canal privado que se porte
mal: cómprese.
A la prohibición de hablar de lechugas verdes
paralelas, las amenazas a quienes hablen de desabastecimiento y las citaciones del
gobierno a los líderes empresariales para que expliquen qué es lo que les pasa
con tanto saboteo, se agregarán como medidas de
radicalización: cárcel para los que hablen de inflación, de fondos
chinos, de boxeo en la Asamblea. Por supuesto que estas medidas no afectarán la
libertad de expresión, que será libérrima…
siempre y cuando se hable bien del gobierno.
También se radicalizarán los insultos, las
cárceles y la persecución a los vende patria, escuálidos, pitiyankies, amarillos,
asesinos, traidores a la patria, fascistas y todos esos virus políticos que no
entienden las bondades del régimen.
ENTRE
USTED Y YO
La verdad es que la radicalización nos ridiculizaría
ante el mundo. Seríamos el hazmerreír
copiando modelos pasados de moda hace décadas, como la fracasadísima y terminal
revolución cubana. Algo así como copiarse del peor alumno del salón. ¿Daríamos
risa, o lástima? ¿ Ridiculización?
Algo así como un “pavo” que en pleno siglo XXI,
recójanme la cédula por favor, use pantalones brinca pozos,
camisas de pepas o de bacterias, corte cepillo, bilcrim, zapatos suela ancha,
afro, o las damas liguero, medias panti o trajes de baño “cuello tortuga”.
Aspectos estos que equivalen políticamente a defender a Lenin, a Stalin, a Mao y a tanto
líder de los fracasados y totalitarios comunismos, que paradójicamente encontraron
la puerta de salida… en el capitalismo.
Y lo peor es que hablan de radicalización… en el
nombre del pueblo. Recuerdan el pasaje de Dostoievski donde le dicen a Cristo:
mire Jesús, es mejor que se calle,
porque de lo contrario vamos a tener que crucificar a Jesucristo en el
nombre de Cristo. Por eso el pueblo les dice: no me defienda compadre.
Para la creciente mitad que votó por Capriles –
que júrenlo, es la “mitad más grande”- la radicalización es una excusa para
profundizar el totalitarismo en el nombre de un pueblo que ya no les cree.
Pueblo atleta que podríamos representar como amas
de casa que marcan records mundiales de carreras entre supermercados a la caza
de leche, papel higiénico, aceite, pañales, harina pan y paremos de contar.
El dilema de hoy es radicalización, o
democracia. Aunque usted no lo crea, son
términos antípodas. Estemos claros. No hagamos, otra vez, el ridículo ante la
historia. Pilas y guáramo son nuestras primeras necesidades.
Comentarios
Publicar un comentario